Forjando
Vivencias | Juan Fco. Puello Herrera
La
búsqueda sincera de Dios
“...tienes razón cuando
dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y que amarlo con
todo el corazón, con todas las fuerzas y amar al prójimo como a sí mismo vale
más que todas las víctimas y todos los sacrificios”. (Marcos 12, 32-33)
Luego de la retirada sumisa de los burlescos
saduceos, hace su aparición un maestro fariseo, que con sinceridad está
empeñado en la búsqueda auténtica de la verdad. La pregunta que le hace a Jesús
nace de una exigencia particularmente sentida en el judaísmo de la época.
El numero exagerado de imposiciones y
prohibiciones, no pocas veces insignificantes, impedían ver con claridad lo
realmente importante. La respuesta que le da Jesús se caracteriza por la
seguridad soberana con que une el amor a Dios y el amor al prójimo.
Es importante tener presente que sólo el amor
a Dios hace posible el amor al prójimo y sólo en el amor al prójimo puede
manifestarse el amor a Dios. Desde esa perspectiva, el mandamiento del amor es
el mayor, porque sólo él es el que da sentido y orientación a todos los demás
mandamientos.
Cualquier observancia religiosa y cualquier
acto de culto que hagamos carecen de significado y de valor, si no las cumplimos
a la luz y en la perspectiva del amor.
De modo, que ese amor a Dios y al prójimo los
hemos de sustentar sobre la confesión de la filiación divina de Jesús, siendo
este el fundamento del culto verdadero, que es un culto superior a cualquier
sacrificio.
Oración: Señor, no permitas que nunca dejemos de amar, porque es ese amor, el que nos lleva con el auxilio de tu gracia a alejarnos de cualquier ocasión de ofenderte. Amén.
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