Levadura | Martin Gelabert Ballester
La deprimente actualidad
Tocar determinados temas de “rabiosa actualidad” (no
me gusta la expresión, pero la empleo por lo gráfica que es) es exponerse a
convertir el blog en un lugar de polémicas. Y eso es lo último que yo pretendo.
Por otra parte, la solución a algunos de los problemas con los que nos
enfrentamos no se encuentra en la crítica, sino en la acción. Y la acción
desborda las posibilidades individuales, para entrar de lleno en el terreno lo
político. La política, ya se sabe, es cuestión de votos en el parlamento, o
sea, de mayorías que aprueban o desaprueban leyes.
Desde perspectivas e intereses distintos nos encontramos con el tema de la vida. Y hablar de vida es hablar de Dios, el Ser que da el ser, el Viviente que da vida y ama la vida
Algunas leyes, posiblemente aquellas que menos gustan
a personas con conciencia religiosa, suelen ser permisivas. La ley entonces no
obliga a nadie, pero garantiza que quienes cometan determinados hechos no serán
condenados. Estoy pensando en temas tan sensibles como el aborto o la
eutanasia. En este tipo de temas, y en muchos otros, la Iglesia como
institución, tiene todo el derecho a alzar su voz para defender la vida y
ofrecer argumentos o razones en favor de su postura. Estos argumentos, si
quieren tener audiencia ante aquellos que no están de acuerdo, no deben apelar
a motivos religiosos, sino a motivos racionales. No se trata, pues, de
argumentar diciendo que el aborto es una ofensa a Dios, sino justificando que
el aborto es un atentado contra la vida. Y, por seguir con el ejemplo, no se
trata de negar que una mujer tenga derechos sobre su cuerpo (“yo hago con mi
cuerpo lo que me da la gana”), sino de afirmar que no tiene derechos sobre el
cuerpo ajeno.
Hay que crear donde no haya y apoyar donde haya
instituciones que ayuden a las madres que se encuentran con embarazos no
deseados. Y todo esto sin “insultar, increpar, ni amenazar a nadie”. Estos
comportamientos reflejados en estos tres verbos son los que pretenden
justificar la propuesta de ley que el Partido Socialista ha presentado en el
Congreso de los diputados para condenar con penas de cárcel a aquellas personas
que ofrecen información a mujeres embarazadas, en los alrededores de las
clínicas abortistas.
Tengo mis dudas de que las personas que ofrecen
información positiva y ayuda a las mujeres que quieren abortar lo hagan con
malos modos. Más bien sospecho que esta acusación es la excusa de un mal
pagador para defender leyes que, bajo capa de libertad, atentan contra la
libertad fundamental, que es la libertad de vivir.
Se podría hablar de otros atentados contra la vida
promovidos desde instancias gubernamentales, que arriesgan la vida de sus
menores para influir en la política de gobiernos vecinos. Ninguna política
puede justificar el empujar a niños a que se jueguen la vida en el mar. Desde perspectivas e intereses distintos nos encontramos
con el tema de la vida. Y hablar de vida es hablar de Dios, el Ser que da el
ser, el Viviente que da vida y ama la vida. Todo el que está a favor de la
vida está en sintonía con lo que Dios es.
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