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    martes, 30 de diciembre de 2025

    Mirar hacia atrás con gratitud y delante con Esperanza.


    Reflexión | P. Ciprián Hilario, msc

     


    Mirar hacia atrás con gratitud y adelante con Esperanza

    Homilía para el 31 de diciembre de 2025 | Lecturas (1 Jn 2,18-21), el salmo 95. (Jn 1,1-18)

     

    Queridos hermanos y hermanas:

    Hoy, 31 de diciembre de 2025, nos encontramos en el último día del año civil. Es un momento natural para mirar hacia atrás con gratitud y hacia adelante con esperanza. La Iglesia, en su sabiduría, nos regala unas lecturas que iluminan perfectamente este paso del tiempo: la primera de la carta de san Juan (1 Jn 2,18-21), el salmo 95 (con el refrán: “Alégrese el cielo y goce la tierra”) y el prólogo del evangelio de san Juan (Jn 1,1-18).

     

    San Juan nos dice con urgencia: “Hijitos, es la última hora”. Han aparecido muchos anticristos, señales de que vivimos en un tiempo decisivo. No se refiere solo a un momento histórico lejano, sino a la tensión permanente entre la luz y las tinieblas, entre la verdad de Cristo y las mentiras que intentan apartarnos de Él. Al finalizar este año 2025, podemos preguntarnos: ¿Qué “anticristos” han intentado engañarnos este año? ¿Las ilusiones del mundo, el orgullo, el egoísmo, las falsas ideologías que niegan a Cristo? Pero san Juan nos consuela: ustedes tienen la unción del Santo y conocen la verdad. Quienes permanecen fieles a lo que han recibido desde el principio no serán engañados.

     

    El salmo responsorial nos invita a la alegría universal: “Canten al Señor un cántico nuevo, que le cante la tierra entera… Alégrese el cielo, goce la tierra”. Es un himno de alabanza porque el Señor viene a gobernar el mundo con justicia. En este último día del año, esta invitación resuena con fuerza: el tiempo pasa, los años se suceden, pero el Señor reina eternamente. Todo lo creado está llamado a alegrarse porque Dios no abandona su obra.

     

    Y llegamos al corazón de la celebración: el prólogo del evangelio de Juan, que hoy se proclama como en la Misa del día de Navidad. “En el principio existía la Palabra… y la Palabra era Dios… y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros”. Hermanos, este texto no es solo un bello poema teológico; es la clave para entender el tiempo y nuestra vida. El Verbo eterno entra en la historia humana en un momento concreto: el nacimiento de Jesús. El tiempo ya no es un ciclo vacío, sino una línea orientada hacia la plenitud en Cristo. “La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la han vencido”. A nosotros nos llegó la gracia y la verdad por medio de Jesucristo.

     

    Al cerrar el año 2025, estas lecturas nos ofrecen elementos clave para vivir este momento con sentido cristiano:

    1.- Gratitud y examen: Como san Juan nos recuerda la “última hora”, hagamos memoria agradecida de los dones recibidos este año: la vida, la familia, la fe, las pruebas superadas, las gracias de los sacramentos. Y reconozcamos también dónde nos hemos alejado, dónde hemos permitido que las tinieblas nos tocaran, para pedir perdón y renovar nuestra fidelidad.

     

    2.- Alegría y alabanza: El salmo nos invita a cantar un “cántico nuevo”. Que esta noche no sea solo fiesta mundana, sino alabanza al Señor que ha sostenido nuestra vida y que vendrá a juzgar con justicia. Alégrese el cielo y goce la tierra porque Dios ha estado con nosotros.

     

    3.- Esperanza en la Palabra eterna: El año que termina y el que comienza son tiempo de salvación porque la Palabra se hizo carne. Cristo no es un recuerdo del pasado; es el Emmanuel, Dios con nosotros, hoy y mañana. Lo que nos espera en 2026 no lo conocemos, pero sabemos que la Luz sigue brillando y que nada ni nadie podrá apagarla.

     

    Queridos hermanos, que esta Eucaristía sea nuestra acción de gracias más profunda. Que al cruzar el umbral del nuevo año llevemos en el corazón la certeza de que “de su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia”. Que María, Madre de Dios, que mañana celebraremos solemnemente, nos acompañe. Y que el Señor nos conceda un año nuevo lleno de su paz. ¡Feliz y santo fin de año! ¡Que Dios los bendiga! Amén.






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