• Noticias

    miércoles, 10 de diciembre de 2025

    «Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso» (Mt 11,28)


    Reflexión | P. Ciprián Hilario, msc


     

    «Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso» (Mt 11,28)

    Miércoles 10 diciembre 2025 | lecturas: Isaías 40,25-31 / Salmo 102(103),1-10 / Mateo 11,28-30

     

    Queridos hermanos y hermanas:

    Hoy el Señor nos habla al corazón cansado. Y ¿quién no está cansado?

    Cansados de trabajar sin ver fruto, cansados de relaciones que se rompen, cansados de noticias que aplastan la esperanza, cansados incluso de nosotros mismos y de nuestras propias debilidades. Al mundo de hoy le sobra activismo y le falta descanso verdadero. Por eso la Palabra de este día es un bálsamo: «Vengan a mí… y yo les daré descanso».

     

    Escuchemos primero la voz del profeta Isaías, que resuena como un grito de consuelo en medio del destierro:

     

    1- «¿A quién me van a compararme que pueda igualárseme?, dice el Santo»

    Dios no es uno más entre los poderosos de la tierra que se agotan y caen. Él no se cansa ni se fatiga. Y a los que están cansados, a los que ya no pueden más, les hace una promesa increíble:

    «Él da fuerza al cansado, y multiplica el vigor al que está sin fuerzas. Hasta los jóvenes se cansan y se fatigan, los valientes tropiezan y caen, pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, vuelan como águilas, corren y no se fatigan, caminan y no se cansan» (Is 40,29-31).

    ¿No es hermoso? El secreto no está en tener más fuerza humana, sino en esperar en Él. Esperar no es resignación pasiva; es poner el peso de nuestra vida en Aquel que nunca se cansa de cargarnos.

     

    2- El Salmo 102 nos lo confirma con ternura de padre:

    «El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia… Como un padre siente ternura por sus hijos, así siente el Señor ternura por los que lo temen. Porque él conoce de qué estamos hechos, se acuerda de que somos polvo».

     

    3- Él sabe que somos polvo cansado. Sabe que llevamos cargas que a veces ni siquiera nos atrevemos a confesar. Y por eso, en el Evangelio, Jesús no nos habla desde lejos, sino desde muy cerca, casi en un susurro de amigo: «Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera» (Mt 11,28-30).

     

    Fíjense en la paradoja: Jesús nos ofrece un yugo. Un yugo es instrumento de trabajo, de carga. ¿Cómo puede ser descanso llevar un yugo? Porque no es cualquier yugo: es SU yugo.

     

    Cuando nosotros ponemos yugos sobre los demás (exigencias, críticas, culpas, perfeccionismos), esos yugos aplastan.

     

    Pero cuando es Jesús quien pone el yugo, Él mismo se pone al otro lado del yugo y tira con nosotros, y casi por nosotros. Él lleva el peso mayor. Por eso su yugo es suave y su carga ligera.

     

    4- Tres invitaciones concretas nos hacen hoy el Señor para encontrar descanso en Él:

    Ven a mí. No dice «vayan a la técnica de relajación más nueva», ni «vayan al éxito», ni siquiera «vayan primero a resolver todos sus problemas». Dice: «Vengan a mí». Primero la persona de Jesús. Todo lo demás vendrá por añadidura. ¿Cuándo fue la última vez que fuiste a Él sin otra agenda que estar con Él? La oración personal, la Eucaristía, la Adoración… allí está el descanso verdadero.

     

    Tomen mi yugo y aprendan de mí. Aprender de Jesús es aprender su estilo: mansedumbre y humildad de corazón. El orgullo nos agota, porque siempre queremos demostrar que podemos solos. La humildad descansa, porque se deja llevar en brazos del Padre. La mansedumbre descansa, porque deja de pelear batallas que sólo Dios puede ganar.

     

    Encuentren descanso para sus almas. Jesús no promete solamente descanso físico (aunque a veces también lo da). Promete descanso del alma: paz con Dios, paz con uno mismo, paz con los demás. Ese descanso que el mundo no puede dar ni quitar.

     

    Hermanos, en este Adviento (de este día, según la liturgia), el Señor nos está esperando con los brazos abiertos. Quiere quitarnos los yugos pesados que nos hemos fabricado o que nos han impuesto otros: yugo del miedo, del resentimiento, de la culpa no confesada, del activismo sin sentido, del «tener que ser perfectos».

     

    Hoy puedes dejarle a Él todo eso en la Confesión, en la Comunión, en un rato de silencio delante del Belén o del Sagrario.

     

    5- Termino con una imagen que me conmueve:

    Cuando un niño pequeño está agotado de jugar o de llorar, ¿qué hace? Se echa en los brazos de su madre o de su padre y se queda dormido. No le importa si la casa está desordenada o si hay problemas. Confía. Se abandona. Y descansa.

     

    Eso es lo que Jesús nos pide hoy: que nos echemos, cansados como estamos, en sus brazos. «Vengan a mí… y yo les daré descanso».

     

    ¿Te atreves hoy a soltar tu carga y descansar de verdad en Él?

    Que María, la mujer del «fiat», del abandono total en Dios, nos enseñe a decir también nosotros: «Señor, aquí estoy cansado, agobiado, a veces desilusionado… pero vengo a ti. Dame tu descanso». Amén.







    No hay comentarios:

    Publicar un comentario

    Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...

    Para Vivir Mejor


    Entradas Recientes



    La Familia


    Amigo del Hogar | Revista

    Orientada esencialmente a la familia desde una visión humano-cristiana, la Revista Amigo del Hogar nace en el año 1942, como obra evangelizadora de los Misioneros del Sagrado Corazón (MSC).

    ¿Quiénes Somos?

    Somos una comunidad religiosa fundada por el P. Julio Chevalier en el año 1854, en Issoudun, Francia. El proyecto al que buscamos ser fieles es, desde el Corazón misericordioso de Jesús, anunciar el amor de Dios al mundo.

    Temas de Salud


    Entradas populares