Actualidad | Alcedo A. Ramírez
Los 500 mil ninis y sus familias dominicanas
productos de la
Pandemia
En este número de verano de la Revista
Amigo del Hogar queremos presentar una situación dramática y su tema
relacionado, que responde al título de nuestro artículo, y que es un resultado
directo, impacto terrible de la Pandemia
de Coronavirus que nos azota desde el mes de marzo del pasado año de 2020.
También nos van a servir de trasfondo
artículos anteriores de la Revista y las enseñanzas y orientaciones de la
Doctrina Social de la Iglesia.
La noticia negativa que nos ha
informado y resaltado la situación que presentamos se refiera a que la Pandemia
de Coronavirus ha obligado a que el gobierno y las empresas dominicanas hayan
dejado sin sus empleos y trabajos regulares a unos 220 mil empleados y
trabajadores dominicanos, así como a la igualmente triste realidad de que unos
280 mil dominicanos han desertado de las escuelas y universidades dominicanas.
Estos son los 500 mil ninis de la
República Dominicana, que en la actualidad conforman Familias Dominicanas
con graves y profundos problemas de todo tipo y condición.
Sin entrar en los detalles de estos
problemas que están sufriendo estas familias, sólo nos vamos a limitar a
repetir aquí lo que fue una noticia
desgarradora, que en muchas familias pobres de los barrios, campos y
ciudades del País los miembros de estas familias, grandes y chicos, comen una
vez al día, únicamente, y debido a la reducción de sus ingresos, como resultado
de los problemas que han seguido al brote pandémico que nos afecta y está
matando a muchos dominicanos, pobres, inocentes y nuevos ninis.
En la revista Amigo del Hogar, desde
siempre y más reciente en los últimos meses, hemos estado presentando los
grandes problemas que están afectando nuestro Pueblo, no tan solo por los
efectos adversos de la Pandemia, sino también por los problemas económicos,
laborales y sanitarios que nos ha dejado como secuela, a la vez de que se han
unido y multiplicado con los ya ancestrales y sistémicos problemas nacionales de la corrupción, la falta de
contratos económicos y sociales orientados al Bien Común y, finalmente, las
terribles desigualdades, inequidades, hipocresías y deshonestidades que se han
vuelto crónicas y endémicas en nuestra nación.
Ahora pensamos que se ha llegado a una
situación tan calamitosa y a un punto tan crítico y singular, en nuestra curva
imaginaria de proyección de los males que afectan a las gentes pobres y
excluidas que viven en nuestros pueblos, campos, ciudades y barrios, que se
hace deseable, imperioso y necesario que todos los católicos y cristianos
comprometidos con nuestras comunidades pasemos del conocimiento y las
informaciones a los compromisos específicos y solidarios con nuestros prójimos
sufrientes, que se materialicen y ejecuten a través de las acciones que son impostergables.
En la Doctrina Social de la Iglesia
podemos encontrar las directrices para la acción social que se requiere en
estas circunstancias, con miras para resolver los problemas que nos aquejan actualmente
y promover un humanismo integral y
solidario entre los dominicanos, como meta común para los años venideros.
Los creyentes católicos, cristianos y
personas de buena voluntad podemos interpretar las realidades de hoy y buscar
unidos los caminos apropiados y efectivos para la acción, que conduzcan al
establecimiento de un régimen verdadero
de Bien Común, solidaridad y paz nacional sostenible. ADH 857.
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