El valor fundamental, vida humana

 

Bioética | Jahuil Alexander Doroteo, MSC

El valor fundamental de la vida humana

 

Según Alburquerque, el valor de la vida humana es un elemento fundamental muy respetado en todas las culturas. Debido a su importancia, está por encima de otros valores y es inviolable. De esta manera se convierte en un bien social, es decir, de la comunidad. Con relación a ello, la visión cristiana expresa que la vida viene de Dios y no está permitido quitarla. Hay que decir que hoy existe una nueva sensibilidad ante temas, tales como matar en nombre de Dios, la guerra justa, la muerte legal. Por ello el Concilio Vaticano II nos enseña que el espíritu cristiano está en contra de toda violencia armada, porque toda guerra es una injusticia estructural donde mueren muchos inocentes.

 

La aplicación de este valor a la realidad posee contradicciones, porque debe superar las reducciones y ambigüedades. Para lograrlo hay que tener una sensibilidad acorde al valor profesado, porque existen varias concepciones acerca de temas como el aborto, la eutanasia, entre otros. Por ello debemos lograr una coherencia en la sensibilidad moral que nos permita superar la discriminación racial, religiosa y social. Esto es así porque los valores de la libertad y el amor se relacionan con la vida humana. Desde ellos la persona acoge y transmite la vida. Gracias a estos no podemos olvidar que ella tiene su origen en Dios. Es el señorío de nuestro Creador que se basa en la libertad y el amor.

 

En este sentido el autor, siguiendo a Juan Pablo II promueve la civilización de la vida. Aunque esta idea contrasta con la sociedad actual basada en el tener y el consumir. Eso nos lleva a luchar porque este compromiso sea de carácter universal. De esta manera, debe ser reconocida la dignidad de la persona desde el ser y no poner la mirada en el tener. Por ello la Declaración del Parlamento de las Religiones del mundo en el año 1993 nos reafirmaba el apoyo al respeto de la vida, y la búsqueda de la solución de conflictos por la vía jurídica y no por la violencia.

 

Referencia: Alburquerque, E., Bioética Una apuesta por la vida, Madrid, 2002, pp. 31-44.