Fe y Vida | Sandy Yanilda Fermin
¡En
busca de un sueño!
Cuando mi padre
emigró junto con mis hermanos pequeños, a los Estados Unidos en 1994, fue
como ver el mundo derrumbarse a mis pies. Ese era un sueño para mi papá,
ver progresar a la familia, y tuvo la suerte y la bendición de Dios, de que mi tía
lo esperaba en su casa con los brazos abiertos. Sin embargo, luego de
transcurrido el tiempo, ese sueño trajo una mejor economía para todos, es
verdad, sin embargo, nos dividió como familia.
Es triste despedir
a nuestros seres queridos. Cuando los veo cruzar esa puerta en el aeropuerto,
algo de mí, se va con ellos. Es doloroso
ver como las familias se despiden llorando y lo es aún más, ver como se alejan.
Miles de personas a diario, emigran a otros países en
busca de mejores oportunidades, dejando atrás niños pequeños, padres, proyectos,
estudios, entre otras cosas importantes, con la esperanza de que algún día,
volverían a su país a disfrutar de su tierra y su familia, a comer la comida
que más les gusta, a visitar los lugares a los que nunca fueron y en navidad, a
disfrutar de la música y el encanto.
Según
estimaciones de las Naciones Unidas, en los últimos 20 años, han emigrado a
nivel mundial, aproximadamente 281 millones de personas.
Les cuento la
historia de Vanessa: una joven, sin
experiencia, quien se tomó el riesgo de viajar sola por primera vez con escala,
a los Estados Unidos, para visitar a su hermano en unas vacaciones. Hubo un
momento en el cual no sabía qué hacer, sintió frustración y desánimo, lloró
desconsoladamente y sólo le pidió a Dios, que si le permitió llegar hasta dónde
había llegado, por alguna razón era y que ella continuaría aferrada a su fe.
Ella relata que
su primera travesía por aire y sola, fue
como trasladarse a otro mundo, sin saber a dónde iba. No obstante, lo
desconocido llamaba su atención. Ella tenía la ilusión de pisar otra tierra,
como todo el mundo la tiene. ¿Y se
preguntaba, cómo será la vida allá?, cómo será comprar en otra moneda?
La travesía que
hizo Vanessa para llegar a Estados Unidos, fue
con escalas, el modo más económico para trasladarse a suelo norteamericano.
Luego tuvo que tomar un bus para dirigirse donde su tío, quien le hizo algunos
letreros para comunicarse con las demás personas.
Cuando llega donde su hermano, este le dice: “Woooow,
Eres una campeona, llegaste y sola”.
En la búsqueda
de ese “sueño americano”, ella ve como su hermano trabaja incansablemente en horarios extendidos, con más de dos empleos
para poder subsistir, no dormía lo debido, y muchas veces, no querer gastar
ni siquiera en diversión para cumplir esa meta por la cual lucha y que dejó en
nuestro país.
Esta
experiencia de Vanessa junto a su hermano, a quien le vendieron un sueño que no
fue real, es la historia de muchas personas ingenuas que creen que los dólares
se encuentran en una mata para recogerlos, y como decimos en nuestro argot
dominicano: “detrás de lo verde”.
Uno pasa mucho
trabajo en el camino, pero cuando eres
positivo y te mantienes agarrado de la mano poderosa de Dios, después toda esa
travesía tiene un sabor a experiencia en la vida. ¡Valió la pena! Es como tropezar y levantarte para
continuar.
Ella le da
Gracias a Dios que tuvo la habilidad
para desenvolverse en una tierra que no era la suya, con un idioma desconocido
y no tuvo miedo para seguir el camino. Sin embargo, otros no se
arriesgarían por temor a lo desconocido y no salir de su zona de confort.
Cada ser humano
tiene que vivir su propia experiencia para uno mismo darse cuenta de lo que
pasa.
¡Vanessa volvió
al país! “Fue un reto para ella, fue una campeona, y logró conseguir una meta
que no todo el mundo se atreve a vivir”.
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