Ecología Integral | Ecclesia
La CEE ante el cuidado de la creación: «Necesitamos concienciarnos»
El departamento de Ecología Integral, dentro de la
Subcomisión para la Acción Caritativa y Social de la Conferencia Episcopal
Española (CEE), se une al Papa Francisco para celebrar el Tiempo de la
Creación, que tendrá lugar del 1 al 4 de septiembre. Y lo hace afirmando con
rotundidad que «necesitamos concienciarnos» sobre el cuidado de la creación.
Al comienzo del documento, la Conferencia
Episcopal señala que se trata de un tiempo en el que «las comunidades cristianas
de todo el mundo se unen en la renovación de su fe en Dios Creador, en la
oración compartida y en una especial implicación en diversas tareas en defensa
de la Casa Común».
Asimismo, el departamento de Ecología Integral
aborda temas como la ecología integral como horizonte, la economía del bien
común, el ecumenismo como expresión de la radicalidad del amor, la hospitalidad
de la Iglesia como casa de puertas abiertas y la realidad rural vacía, o
también la creatividad para la caridad política.
MENSAJE PARA LA JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN
POR EL CUIDADO DE LA CREACIÓN
(1 de septiembre de 2021)
¿Una casa para todos? Renovando el Oikos de Dios
Iniciamos con esta Jornada, día 1 de septiembre,
un período especial en el que toda la familia cristiana conmemora el Tiempo de
la Creación, que finaliza el 4 de octubre, día de san Francisco de Asís. En
este tiempo, las comunidades cristianas de todo el mundo se unen en la
renovación de su fe en Dios Creador, en la oración compartida y en una especial
implicación en diversas tareas en defensa de la Casa Común. La Iglesia que
peregrina en España quiere unirse a la llamada del Papa Francisco para celebrar
esta Jornada, que este año tiene lugar bajo el lema “¿Una casa para todos?
Renovando el Oikos de Dios”.
1. La ecología integral como horizonte
En el pensamiento cristiano, la relación cosmos,
hombre y Dios viene transversalizada por la revelación divina como Dios
creador, encarnado, crucificado y resucitado. Nuestro origen está fundamentado
en el amor de Dios. Él se nos revela como Padre que todo lo crea por puro amor.
Así lo confesaba el pueblo elegido y así lo confesamos nosotros.
El crucificado resucitado nos abre el horizonte
del verdadero sentido de una ecología integral. Todo está llamado a la vida y a
la plenitud, creemos en la resurrección de los muertos y en la vida del mundo
futuro. Por eso nos abrimos de corazón a la preocupación y al mensaje
evangelizador de una ecología verdaderamente integral, en la que nada nos es
ajeno, y en la que proclamamos desde lo terreno, lo humano y lo divino que todo
está interrelacionado y debe estar interconectado. Con estos presupuestos
necesitamos escuchar y acoger el grito de la tierra y el grito de lo humano
como lugar de encuentro y de salvación.
2. Por una economía del bien común
La humanidad tiene el encargo de cultivar y cuidar
la creación. Dios Padre ha puesto en nuestras manos esta Casa Común con el
encargo de organizarla y caminar junto a ella en una historia de salvación. El
encargo amoroso tiene como horizonte la realización del bien común. Se trata de
avanzar por el camino del Reino en medio de nuestra historia, en una relación
de verdadera armonía y fraternidad, en comunión con la naturaleza y con los
demás hombres, abiertos a la trascendencia del absoluto. Eso supone orientar
nuestra casa teniendo en cuenta las implicaciones políticas de lo ecológico, lo
humano, lo justo y lo digno. Se abre un horizonte de fraternidad que ha de
caminar por la relación generosa y fecunda con la naturaleza, así como por
políticas de lo humano que favorezcan la dignidad y la justicia para todos.
“Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y
la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida,
especialmente de la vida humana” (Laudato si´,189).
Nos hacemos eco del deseo universal de la Iglesia
de responder compasivamente al grito de la tierra y de lo humano. Estamos
llamados desde el evangelio y el Reino, desde la riqueza de nuestra doctrina
social, a implicarnos como creyentes en la tarea de construir nuestra sociedad,
nuestra polis, y para eso hemos de avanzar en la participación y compromiso en
lo social y en lo público, tanto desde actitudes personales y familiares, como
profesionales y comunitarias, sabiendo que en nuestro compromiso y quehacer ha
de estar siempre el horizonte del bien común como signo de avance en el camino
de la construcción del Reino de Dios y su justicia. Somos iglesia en misión, en
salida, para la construcción del mundo según Dios.
3. Un ecumenismo expresión de la radicalidad del
Amor
El cuidado de la Casa Común no arranca en nosotros
de un voluntarismo heroico ni de una ideología; más bien hemos de cuidarnos de
radicalismos y extremismos en el deseo de transformar. Nuestra motivación no
puede tener otro fundamento que el que sustenta a la creación y a toda la
historia de la salvación, que es el amor gratuito y consagrado de Dios.
Nosotros no hablamos de naturaleza rasa ni de progreso puro tecnológico, sino
que nos abrimos a la consideración del proyecto creador y salvador de un Dios
que se dice y se entrega a la realidad creada y amada por pura gratuidad. No
estamos encerrados en un ciclo de lo natural, ni abocados a la conformidad con
la finitud de la muerte. Nos sentimos parte de lo natural y somos conscientes
de nuestro ser mortales, pero lo somos en una esperanza de plenitud que marca
un horizonte de comunidad y de felicidad universal, por eso no podemos actuar
si no es desde el amor que nos impele a la construcción de esa comunidad y
armonía de todo lo creado. Necesitamos la mística de la ecología integral, la
fundamentación en el amor personal de Dios, en la relación teologal con Él y
con los hermanos en la comunidad eclesial.
La ecología integral y su dimensión religiosa es
un lugar de encuentro con todas las demás iglesias cristianas y de camino común
con las demás religiones, especialmente las monoteístas. Compartimos con todos
los hombres de buena voluntad la tarea de la construcción del bien común que
tanto interesa al Reino, aunque no se confunda con él.
4. Casa de puertas abiertas y realidad rural
En la invitación para el camino de la ecología
integral es fundamental la acogida y la apertura, la no exclusión: “La
hospitalidad es un modo concreto de no privarse de este desafío y de este don
que es el encuentro con la humanidad más allá del propio grupo” (Fratelli
tutti, 90).
La Iglesia nos invita también a mirar lo universal
desde nuestra realidad más particular. A nosotros, como Iglesia que ha de ser
encarnada y abierta, nos preocupa la realidad del mundo rural y lo que venimos
llamando “la España vaciada”. En dicha realidad necesitamos concretar nuestro
compromiso como creyentes y ciudadanos, pues forma parte de una verdadera
ecología integral. Sentimos cómo nuestros pueblos están viviendo situaciones de
crisis menguantes, sus habitantes envejecen y no hay apenas niños y jóvenes; se
dan no pocas dificultades para la comunicación y servicios como educación o
sanidad. Sin embargo, su “buen vivir” es fuente de valores fundamentales como
el paisanaje y la valoración de las personas en el encuentro y la relación, la
riqueza de un medioambiente que han cuidado hasta ahora, la producción de
productos básicos naturales para servicio de la sociedad. Es el momento de
actuar y de tener en cuenta las necesidades vitales de nuestra realidad rural
para que, en lugar de vaciarse, pueda llenarse y ser fuente de riqueza para
nuestra sociedad en general. La pandemia nos ha descubierto lo rural de un modo
nuevo, pero hemos de verlo de un modo integral y reconocer el esfuerzo de todos
aquellos que están organizándose para revalorizar este mundo lleno de
posibilidades y de progreso en respeto a una verdadera ecología y un humanismo
profundo. Es momento de actuar y caminar juntos en la implicación por una
realidad rural de esperanza y vida. Somos conscientes de la importancia de la
fe y la vivencia religiosa en el medio rural y apreciamos especialmente a todos
los que se han comprometido en la evangelización en esas pequeñas comunidades.
5. Creatividad para la caridad política
El grito de la tierra y de lo humano, que es para
nosotros eco de la necesidad de la ecología integral, pasa necesariamente por
el compromiso personal, de tú a tú, en la vida diaria. La dimensión social de
lo humano nos vincula con la organización de nuestra Casa Común, y la apertura
a las mediaciones comunitarias y sociales es la senda fundamental para vivir la
fraternidad. La ecología integral vendrá por el camino de lo asociativo, de lo
comunitario, de lo político. Necesitamos concienciarnos y concienciar del grito
y la realidad en la que vivimos. Hoy es momento de gracia, hoy es tiempo de
creación, hoy se nos pide a los bautizados abrirnos al Espíritu de Dios, para
que con su ciencia, fuerza, sabiduría y consejo sepamos abrir cauces de
creatividad y de repuesta al Kairós que, gracias a Dios, nos ha tocado vivir.
Oremos unidos y esperanzados en este tiempo de creación. Y no olvidemos nunca
nuestro horizonte: habrá un cielo nuevo y una tierra nueva.
Publicado por Ecclesia
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