Casa de Luz | Lic. Juan Rafael Pacheco
¿Conoces el cuento del leñador?
Hay una anécdota que no por mucho ser contada, siempre mantiene su
actualidad, y es la del leñador que fue a buscar trabajo en una finca de
árboles madereros.
La paga era buena, y las condiciones de trabajo
excelentes, así que el leñador fue decidido a dar el ciento por ciento para
impresionar al patrono.
El primer día el capataz le entregó un hacha,
asignándole una zona espesa de árboles.
El hombre salió entusiasmado y cortó dieciocho árboles en menos tiempo
de lo que dicen berenjena.
El capataz lo felicitó, invitándolo a continuar
esforzándose. Muy contento, el leñador se fue bien temprano a la cama, decidido
a que el día siguiente mejoraría su propio desempeño.
Bien de madrugada nuestro hombre estaba ya
trabajando arduamente en el bosque. Sin
embargo, no consiguió cortar más que quince árboles.
“Que raro, debo haberme haber cansado”, pensó, y
decidió acostarse apenas anocheció. Al
amanecer, salió decidido a batir su marca de dieciocho árboles.
Sin embargo, ese día no llegó ni a la mitad. Y al otro día fueron siete, luego cinco, y el
último día estuvo luchando toda la tarde hasta lograr apenas tumbar un segundo
árbol.
Muy mortificado, pensando en lo que su capataz le
diría, el leñador le contó lo que le estaba pasando, y le juró y perjuró que él
se esforzaba hasta el agotamiento.
Fue entonces cuando el capataz le preguntó: “Y tu
hacha, ¿Cuándo la afilaste la última vez?”
“¿Afilarla? ¡Ni siquiera pensé en eso, no perdí
tiempo en afilarla, estaba demasiado ocupado cortando árboles!”
Ese cuento me recuerda la vez aquella que Jesús
llegó a casa de sus amigos Lázaro, Marta y María, en el poblado de
Betania. De inmediato, Marta empezó a
afanarse grandemente preparando los manjares y bebidas que quería ofrecerle a
Jesús, así como arreglando la mesa con hermosas flores, lavando la mejor
vajilla, los cubiertos más finos, planchando el mantel reservado para cuando
llegan visitas importantes.
Mientras tanto, María permanecía a los pies de Jesús,
escuchando su Palabra, y Marta, desconcertada, con tanto ajetreo y tanto por
hacer, urge al Señor que invite a María a ayudarla en los quehaceres
domésticos.
¿Y qué le dijo Jesús? “Marta, Marta, tu hermana ha
escogido la mejor parte…”
¡Cuántas veces estamos tan ocupados con lo que nos
parece urgente, que le quitamos tiempo a lo que es realmente importante!
Y yo te pregunto, te invito a pensar: ¿Cuál es el
hacha de tu vida, esa hacha que no estás tomando tiempo para afilarla? ¿En qué
estás ocupando tu tiempo, a qué le estás prestando atención? ¡Tal vez estás tan
ocupado en querer lograr cosas, en hacer cosas, en llegar al final del camino y
lograr la meta que te has trazado, que te olvidas de disfrutar el paisaje que
vas encontrando!
“Busquen primero el Reino de Dios y todo lo bueno
que éste supone, y todo lo demás les vendrá por añadidura”, nos dice Jesús.
Aprendamos la lección y pongámosla en práctica en
nuestras vidas.
Bendiciones y paz.
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