Actualidad Mundial | Adony Leocadio/DC
Cura que sobrevivió a
secuestro en Haití relata su experiencia
El padre
Jean-Nicaisse Milien sintió el frío cañón de un revólver en su oreja derecha.
El sacerdote
haitiano y otras nueve personas acababan de ser secuestrados en las afueras de
Puerto Príncipe a principios de abril. Eran aproximadamente las siete de la
mañana y se dirigían a la celebración de la asunción de un nuevo párroco en una
iglesia de la zona cuando entre 15 y 20 bandidos con armas pesadas rodearon su
vehículo.
Pertenecían a
la banda 400 Mawozo, el mismo grupo que secuestró a 17 misioneros el 16 de
octubre cuando se dirigían a un orfanato. Ese grupo, que incluye cinco menores,
entre ellos un bebé de ocho meses, sigue en cautiverio, en medio de amenazas de
muerte. La banda quiere cobrar un rescate.
“Hacíamos
nuestras necesidades en el piso”, dijo el religioso. “Fue muy duro”.
Milien y los
demás permanecieron vendados dos días, comiendo solo arroz y pan, y bebiendo
Coca-Cola.
En el primer
día, los secuestradores exigieron a sus víctimas que les diesen los números de
teléfono de sus parientes. Los llamaron y pidieron un rescate de un millón de
dólares por persona, la misma cifra que pidieron por los misioneros el mes
pasado.
En el cuarto
día, la banda liberó a uno de los secuestrados y trasladó a Milien y a los
demás a otra casa más pequeña. Luego de dos semanas, soltaron a tres más, pero
no a Milien. El sacerdote y las otras cinco personas que quedaban fueron llevados
a otra vivienda abandonada.
“La última
semana fue muy difícil”, recordó el cura. Dijo que no comían y casi no podían
beber agua.
Camino a la
tercera casa, el líder de la banda les advirtió: “Aquí no tenemos comida,
hospitales ni otras viviendas. No hay nada, aunque sí un cementerio”.
Milien pensó
que era una amenaza de muerte. “Les dije (a los otros secuestrados) que
siguieran rezando”, expresó. “Un día volveremos a estar libres”.
Milien y los
demás fueron liberados tras el pago de un rescate no especificado.
Su libertad
llegó con un golpe en la puerta en el 20mo día de su cautiverio. Eran las once
de la noche.
“¡Despierten!
¡Despierten! ¡Despierten! ¡Vamos!”, les gritó uno de los secuestradores, según
Milien.
Débiles como
estaban a esa altura, los secuestrados caminaron varios metros hasta un auto
que los llevó a su barrio. Milien pasó casi una semana en un hospital,
recibiendo medicinas y vitaminas para que recuperase la fuerza.
Meses después,
sigue recibiendo terapia psicológica.
“No es fácil.
Todo el tiempo recordamos cosas. Pensamos en eso… Es parte de mi vida”,
expresó.
A las familias
de los 16 estadounidenses, un canadiense y el chofer haitiano que siguen
secuestrados les dice que nunca pierdan la esperanza y que recen por ellos.
“Sé que esta
experiencia no es fácil”, manifestó.
Mientras
hablaba, se escucharon disparos provenientes de un barrio vecino controlado por
otra banda.
“Tenemos que
hacer algo. El gobierno tiene que hacer algo. No podemos seguir con esta
situación”, dijo Milien.
Publicado por Diario Católico
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