Papa Francisco | Patricia Ynestroza/VN
El Papa: Ya es hora de que los pobres vuelvan a tener voz y sean escuchados
Discurso
del Papa Francisco en el encuentro de oración y testimonios en ocasión de la
celebración de la quinta Jornada Mundial de los pobres en AsÃs, y que se
celebrará mundialmente el domingo. En su discurso, el Papa pide que se escuchen
a los pobres, que el mundo se vuelva sensible y se escandalice ante la realidad
de los niños hambrientos, esclavizados, náufragos, vÃctimas inocentes de todo
tipo de violencia.
El
Papa Francisco tuvo este emotivo encuentro con los pobres en la ciudad de San
Francisco de AsÃs, el poverello. Se encontró con 500 pobres y recibió los
testimonios de algunos de ellos, en la celebración de la quinta Jornada Mundial
de los pobres. En su discurso, el PontÃfice agradeció a Dios por la idea de
haber creado la Jornada, que nació de una forma extraña:
"En
una sacristÃa. Estaba a punto de celebrar la misa y uno de ustedes - se llama
Etienne, ¿lo conocen? Es un enfant terrible... Etienne me dio la sugerencia:
"Hagamos una Jornada de los Pobres". Salà y sentà que el EspÃritu
Santo, en mi interior, me decÃa que lo hiciera. Asà es como empezó: a partir de
la valentÃa de uno de ustedes que tiene el valor de llevar las cosas adelante.
[Le agradezco su trabajo en estos años y el de tantos que le acompañan, y
quiero agradecer -perdón, Eminencia- la presencia del cardenal: él está entre
los pobres, él también ha sufrido con dignidad la experiencia de la pobreza,
del abandono, de la desconfianza. Y se ha defendido con el silencio y la
oración. Gracias, Cardenal Barbarin, por su testimonio que edifica a la
Iglesia".
"Ya
es hora que los pobres vuelvan a tener voz"
“Ya
es hora de que los pobres vuelvan a tener la palabra, porque durante demasiado
tiempo sus demandas no han sido escuchadas. Es hora de que abran los ojos para
ver el estado de desigualdad en el que viven tantas familias. Es hora de
arremangarse para recuperar la dignidad creando puestos de trabajo. Es hora de
volver a escandalizarse ante la realidad de los niños hambrientos,
esclavizados, náufragos, vÃctimas inocentes de todo tipo de violencia. Es hora
de que la violencia contra las mujeres se detenga y de que se las respete y no
se las trate como mercancÃas. Es hora de romper el cÃrculo de la indiferencia y
descubrir de nuevo la belleza del encuentro y del diálogo”. Es este el
llamamiento que pide el Papa al mundo, que se movilice esta solidaridad, que no
deja de clamar el Santo Padre, sobre todo hacia los más necesitados.
El
Papa resaltó además la importancia del encuentro: encontrarse es lo primero, dijo,
es ir hacia el otro con el corazón abierto y la mano tendida. Porque cada uno de “nosotros necesita al
otro, e incluso la debilidad, si la experimentamos juntos, puede convertirse en
una fuerza que mejore el mundo. Es hora de reunirse. Es el momento del
encuentro. Si la humanidad, si los hombres y las mujeres no aprendemos a
encontrarnos, nos dirigimos a un final muy triste".
El
PontÃfice aseveró que en las sociedades se ve la presencia de los pobres con
fastidio y se aguanta; “a veces oÃmos que son los pobres los responsables de la
pobreza. Para no hacer un serio examen de conciencia sobre sus propios actos,
sobre la injusticia de ciertas leyes y medidas económicas, un examen de
conciencia sobre la hipocresÃa de los que quieren enriquecerse sin medida, echa
la culpa a los más débiles”, manifestó.
Resistir
Escuchando
los testimonios de algunos de ellos, el Papa agradeció la sinceridad con la que
compartieron sus vidas con los demás. Han abierto “sus corazones con el deseo
de ser comprendidos”. Testimonios que han entrado en el corazón del Papa
Francisco, como la esperanza. Porque, dijo, no obstante “la vida no siempre ha
sido amable con ellos… y a menudo les ha
mostrado una cara cruel: la marginación, el sufrimiento de la enfermedad y la
soledad”. Sin embargo, señaló el Santo Padre, la falta de muchos medios
necesarios no les ha impedido mirar con ojos llenos de gratitud las pequeñas
cosas que les han permitido aguantar.
Lo
segundo que le ha impresionado a Francisco, es que cada uno de esos testimonios
resistió a cada desaventura, a cada obstáculo. Resistir, señaló el Papa es
tener la fuerza para seguir adelante a pesar de todo. Resistir surge de la
esperanza de un futuro mejor. El Papa agregó:
“La
resistencia no es una acción pasiva, al contrario, requiere el valor de
emprender un nuevo camino sabiendo que dará sus frutos. Resistir significa
encontrar razones para no rendirse ante las dificultades, sabiendo que no las
vivimos solos sino juntos, y que sólo juntos podemos superarlas. Resistir toda
tentación de abandonar y caer en la soledad o la tristeza. Resistir
aferrándonos a la pequeña o escasa riqueza que podamos tener: pienso en la
chica de Afganistán, con su frase lapidaria: mi cuerpo está aquÃ, mi alma está
allÃ. Resistiendo con la memoria, hoy: pienso en la madre rumana que habló al
final. Dolor, esperanza y sin salida, pero fuerte esperanza en los niños que la
acompañan y le devuelven la ternura que recibieron de ella".
La
acogida
Repasando
la historia del Santo de los pobres, el PontÃfice recordó que, en la
Porciúncula, desde donde se llevó a cabo el encuentro, San Francisco acogió a
Santa Clara, a los primeros frailes y a muchos pobres que acudÃan a él. Con
sencillez, dijo, los recibió como hermanos y hermanas, compartiendo todo con
ellos.
La
acogida al otro, dijo Francisco, es “la expresión más evangélica que estamos
llamados a hacer nuestra”. Acoger es
“abrir la puerta, la de la casa y la del corazón, y dejar entrar a los que
llaman. Y que se sientan a gusto, no asombrados. Donde hay un verdadero sentido
de la fraternidad, hay también la experiencia sincera de la acogida”. Acoger al
otro, manifestó, con una sonrisa, como Madre Teresa, que como explicó el Papa,
hizo de su vida un servicio a la hospitalidad:
“Compartir una sonrisa con alguien necesitado
es bueno para ambos, para mà y para el otro. La sonrisa como expresión de
simpatÃa, de ternura”. La sonrisa te involucra, manifestó, después, no podrás
distanciarte de la persona a la que has sonreÃdo.
En
cambio, cuando no nos abrimos a los demás, cuando “hay miedo a los demás,
desprecio por su vida, entonces nace el rechazo”, expresó el Papa. “La acogida
genera un sentimiento de comunidad; el rechazo, por el contrario, se encierra
en el propio egoÃsmo, o, peor aún, la indiferencia: ese mirar hacia otro
lado".
“El
Señor nunca nos deja solos”
Siempre
recordando la historia del santo, el Papa recordó que "la Porciúncula, es
una de las pequeñas iglesias que San Francisco pensó en restaurar, después de
que Jesús le pidiera "reparar su casa". En aquel momento, nunca
habrÃa pensado que el Señor le pedirÃa que diera su vida para renovar no la
iglesia hecha de piedras, sino la de las personas, de los hombres y mujeres que
son las piedras vivas de la Iglesia", dijo.
Y
hoy cada uno de nosotros, puede aprender "de lo que hizo San
Francisco". Cada uno, asà como el Santo, que le gustaba pasar mucho tiempo
en esta iglesia rezando, en silencio escuchando al Señor, afirmó el Papa y
agregó:
"Nosotros
también hemos venido aquà para esto: queremos pedir al Señor que escuche
nuestro clamor y venga en nuestra ayuda. No olvidemos que la primera
marginación que sufren los pobres es la espiritual", y manifestó que no
basta con asistir a los pobres, llevarles comida y bebida caliente, aunque si
el Papa agradeció esos gestos, pero sobre todo agradeció a quienes se detienen
a hablar con los pobres, y rezan con ellos: "AsÃ, nuestro estar aquÃ, en
la Porciúncula, nos recuerda la compañÃa del Señor, que nunca nos deja solos,
siempre nos acompaña en cada momento de nuestra vida. El Señor está hoy con
nosotros. Él está con nosotros, en la escucha, en la oración y en los
testimonios dados".
Por
último, el Santo Padre, recordó que AsÃs no es una ciudad como las demás, lleva
la huella de San Francisco.
"Pensar que en estas calles donde él vivió su inquieta juventud, recibió la llamada a vivir el Evangelio al pie de la letra, es una lección fundamental para nosotros. Por supuesto, en cierto modo su santidad nos hace temblar, porque parece imposible imitarle. Pero entonces, en el momento en que recordamos ciertos momentos de su vida, esos "fioretti", esas florecillas, que se recogieron para mostrar la belleza de su vocación, nos sentimos atraÃdos por esa sencillez de corazón y de vida: es el atractivo mismo de Cristo, del Evangelio. Son hechos de la vida que valen más que los sermones".
El Papa agradeció a los pobres, "que abren sus corazones para darnos sus riquezas y sanar nuestros corazones heridos. Gracias por este valor. Agradeció a los organizadores del evento, y pidió una vez más rezar por él, porque él también dijo, tiene sus pobrezas.
publicado por Vatican News
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