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El
Salvador celebra el séptimo aniversario de beatificación de San Romero
El Salvador
está por celebrar el séptimo aniversario de la beatificación de Mons. Romero
ocurrida el 23 de mayo del 2015. Una ceremonia memorable e “inolvidable” que
hoy recuerdan el cardenal Gregorio Rosa Chávez y el postulador de la causa del
santo, Mons. Rafael Urrutia.
En el
séptimo aniversario de la beatificación de San Romero, el Cardenal Rosa Chávez
y elque fue su postulador de la Causa de canonización Mons. Rafael Urrutia
realizaron dos profundas reflesiones sobre este santo, modelo, ejemplo a seguir
para todos los católicos, perseguido por defender a los más débiles.
“A los
jóvenes hay que ponerles a caminar”, esta frase, dice en su reflexión el
cardenal, es la que el Papa Francisco dice a los obispos salvadoreños cuando se
reúnen con él. Y sobre este “caminar”, el purpurado recordó unas palabras de
Mons. Romero, cuando se dirigió a las alumnas de último año de bachillerato de
un colegio católico y les dijo:
“Que para
unos él era “un monstruo de maldad, el culpable de todos los males del país”,
pero para el pueblo sencillo era “el pastor que camina con su pueblo”. La
directora le comentó que las jovencitas quedaron contentas con ese encuentro,
pero cuando contaron su experiencia en su casa, varios padres de familia
sacaron a sus hijas de ese centro educativo porque había invitado a “ese obispo
comunista”. Los jóvenes fueron los que más se entusiasmaron con el verdadero
Monseñor Romero”.
La propuesta del Papa: Hay que caminar
El cardenal
recordó en su reflexión la propuesta que les hizo el Papa a los obispos: hay
que caminar.
“Vuelvo a
las palabras que Francisco nos dijo a los obispos de El Salvador: “A los
jóvenes hay que ponerlos a caminar”. Y también a toda la Iglesia. Esta Iglesia
que somos nosotros y que el Vicario de Cristo desea verla “en salida”, en medio
de la gente, caminando juntos. En sinodalidad”.
Este camino
no es fácil dijo el cardenal Rosa Chávez, porque caminar juntos “nos obliga a
escuchar “con un oído puesto en la palabra de Dios y el otro oído en el
pueblo”. Nuestro país nos necesita así y tenemos que reconocer que nos está
costando mucho. Porque, como dice el Papa Francisco, hay muchos seguidores de
Caín, que mató a su hermano Abel, y hacen falta muchos hombres y mujeres que
actúen como Abel”, dijo el purpurado.
Sin embargo,
agregó el cardenal, sólo caminando juntos y construyendo sobre la “roca firme
que es Jesucristo, a quien confesamos como nuestro Dios y Señor, muerto y
resucitado”, es que todos vivirán como hermanos, en paz:
“Que se haga
realidad entre nosotros la promesa del Salvador: “Mi paz les dejo, mi paz les
doy, no la doy como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se
entristezca” Jn 14,27). Este fue el evangelio que Monseñor Romero proclamó y
por el cual dio la vida sobre el altar de la capilla de la Divina Providencia.
Nos hace bien traerlo a nuestro corazón en el séptimo aniversario de su
beatificación”.
Hace siete años fue beatificado Mons. Romero tras 27 de años de espera
Mons. Urrutia, postulador de la
causa de canonización de San Romero, recuerda en su reflexión que
es necesario recordar su aniversario de beatificación, sobre todo luego de 27
años transcurridos, desde que se inició la preparación del proceso, en el 1988,
por iniciativa del entonces arzobispo de San Salvador, Mons. Arturo Rivera
Damas.
Mons.
Urrutia, recuerda que el entonces arzobispo de San Salvador, reflexionó sobre
el evento martirial de Monseñor Romero y, a su juicio, veía que confluían en él
los dos elementos esenciales que constituyen la esencia del concepto del
martirio cristiano: el testimonio público en favor de Cristo y la muerte
voluntariamente aceptada para confirmar ese testimonio; por lo que, junto al
Consejo Presbiteral, había determinado que era el momento de “introducir la
causa de canonización de Monseñor Óscar Arnulfo Romero” por vía del martirio,
señaló Mons. Urrutia.
La historia del que fue el quinto arzobispo de San Salvador
Tras trazar
el recorrido histórico por el cual el pueblo salvadoreño tuvo a su quinto
Arzobispo, Mons. Oscar Romero, Mons. Urrutia hace también un análisis de la
situación de la Iglesia salvadoreña en ese entonces, y la decisión de la Santa
Sede de elegir a Mons. Romero, de quien el Vaticano tenia, afirma Mons.
Urrutia, un dossier ampliamente positivo abonado por los últimos Nuncios
Apostólicos en El Salvador:
“Roma
“querría para San Salvador a un Obispo menos crítico contra el gobierno
salvadoreño que Monseñor Rivera Damas”, querrían uno de los suyos, con la
esperanza de poder controlar la politización del clero y reconducir a la
Iglesia a su labor espiritual. Para el clero de San Salvador, Monseñor Romero
era un conservador muy obediente a las directrices del Vaticano, quien siendo
Obispo Auxiliar de San Salvador no se integró a la pastoral diocesana y
conflictuó seriamente con los Padres Jesuitas del Colegio Externado y manejo el
Periódico Orientación a su manera, sin sentir en aquel momento con la Iglesia
Arquidiocesana y poco conocedor de la realidad histórica de su pueblo. Así tomó
posesión de la Arquidiócesis el 22 de febrero de 1977 en la Parroquia San José
de la Montaña… El clero de San Salvador conocía poco de la prueba pastoral que
Romero había dado en Santiago de María y mostró así su descontento”.
Mons. Urrutia conoció a Mons. Romero
Mons.
Urrutia conoció a Monseñor Romero desde sus primeros años de sacerdocio, y es
testigo que el santo prelado mantuvo vivo su ministerio dándole primacía
absoluta a una nutrida vida espiritual, la que nunca descuidó a causa de sus
diversas actividades, afirma Mons. Urrutia, manteniendo siempre una
sintonía particular y profunda con Cristo, el Buen Pastor a través de la liturgia,
la oración personal, el tenor de vida y la práctica de las virtudes cristianas,
así quiso configurarse con Cristo Cabeza y Pastor participando de su
misma “caridad pastoral” desde su donación de sí a Dios y a la
Iglesia, compartiendo el don de Cristo y a su imagen, hasta dar su vida por la
grey, señaló.
Monseñor
Romero desde su fe aprendió a obedecer, como Cristo, en el sufrimiento, pues
desde su juventud había educado su alma para hacer de sí mismo una entrega
libre y amorosa a Dios, señala más adelante Mons. Urrutia, así aprendió a vivir
como quien muere cada día de amor, hasta morir de verdad ayudando a vivir a los
demás. Nunca le fue fácil ni cómodo ser Arzobispo de San Salvador. Desde su
nombramiento le resultó tremendamente difícil y heroico, dijo Mons. Urrutia:
“Fue la
Palabra de Dios la que inspiró la imitación de Cristo en su vida y lo convirtió
en “signo de contradicción”, el hombre crucificado que supo saborear en el gozo
del Espíritu la fecundidad de la cruz. La cruz de la búsqueda de nuevos caminos
a partir del martirio del Padre Rutilio Grande y de la búsqueda de nuevas
iniciativas pastorales. La cruz de no ser comprendido por los que le rodeaban.
La cruz de la impotencia ante el sufrimiento y la explotación de los pobres, de
los obreros y de los campesinos. La cruz de no saber comprender plenamente a
los demás. La cruz de tener que estar siempre disponible para escuchar a los
demás, para aprender, para empezar todos los días de nuevo”.
Mons. Romero: formado para ser fiel a la Iglesia
Por último,
Mons. Urrutia se pregunta si Además de su fe y su docilidad del corazón, qué
había en el fundamento de la vida de Monseñor Romero, y responde, que, en su
humilde reflexión pudo encontrar en él:
“La
experiencia de una vida familiar en medio de la pobreza… una vida de
piedad junto a su madre, el amor desde niño a Jesús Sacramentado y a la Virgen
María, más tarde siendo estudiante desde Roma su devoción al Papa, y luego ya
de Arzobispo su devoción al Sagrado Corazón de Jesús a quien se consagraba cada
mes. Pero hay algo que me llama la atención porque a ser fiel, lo aprendió de
Jesús desde luego, pero fue siendo estudiante en Roma cuando aprendió a ser
fiel a la Iglesia desde su formación, fue formado para ser fiel a la Iglesia.
Sus años en Roma como estudiante (1937-1943) son fundamentales en su formación
sacerdotal, marcaron profundamente al futuro Arzobispo de San Salvador”.
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