Papa Francisco | José Manuel Vidal/RD
El Papa pide a la Virgen de Aparecida que libere a Brasil
"del odio, de la intolerancia y de la violencia"
Continuando
con su ciclo de catequesis sobre el discernimiento, el Papa Francisco aborda
una de sus materias: la desolación. A su juicio, “también la desolación tiene
algo importante que decirnos, y si tenemos prisa en liberarnos de ella,
corremos el riesgo de perderla” y, por eso, “es importante aprender a leer la
tristeza”, aunque tenga mala prensa, porque “puede ser una campana de alarma
indispensable para la vida”. Eso sÃ, sin perder de vista nunca que “para quien
tiene el deseo de realizar el bien, la tristeza es un obstáculo con el que el tentador
quiere desanimarnos” y que, como dice “una regla sabia” de San Ignacio, “no
hacer cambios cuando se está desolado”.
En
el saludo en portugués, el Papa, en clara referencia a la actualidad polÃtica
brasileña, pidió a la Virgen de Aparecida que "libere al paÃs del odio, de
la intolerancia y de la violencia".
En
su saludo en italiano, el Papa recordó y rezó por la paz en el Congpo y en
Ucrania:
“Asistimos
horrorizados a los acontecimientos que continúan ensangrentado la República
democrática del Congo. Expreso mi firme denuncia por el deplorable asalto, que
tuvo lugar hace unos dÃas en Maboya, donde han sido asesinadas personas
inermes, entre ellas una religiosa dedicada en la asistencia sanitaria. Recemos
por las vÃctimas y por sus familiares, asi como por aquella comunidad cristiana
y por los habitantes de esa región desde hace demasiado tiempo azotados por la
violencia”.
“No
olvidemos de seguir rezando por la martirizada Ucrania. Que el Señor proteja a
su gente y la conduzca por el camino de una paz duradera”
Catequesis
del Papa
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos dÃas!
El
discernimiento, lo hemos visto en las catequesis precedentes, no es
principalmente un procedimiento lógico; este se centra en las acciones, y las
acciones tienen una connotación afectiva, que debe ser reconocida, porque Dios
habla al corazón. Entramos entonces en la primera modalidad afectiva, objeto de
discernimiento: la desolación. ¿De qué se trata?
La
desolación ha sido definida asÃ: «Escuridad del ánima, turbación en ella,
moción a las cosas bajas y terrenas, inquietud de varias agitaciones y
tentaciones, moviendo a infidencia, sin esperanza, sin amor, hallándose toda
perezosa, tibia, triste y como separada de su Criador y Señor» (S. IGNACIO DE
L., Ejercicios espirituales, 317). Creo que todos nosotros de alguna manera
hemos experimentado la desolación. Todos tenemos experiencia de la desolación.
El problema es cómo poder leerla, porque también esta tiene algo importante que
decirnos, y si tenemos prisa en liberarnos de ella, corremos el riesgo de
perderla.
Nadie
quisiera estar desolado, triste. Todos quisiéramos una vida siempre alegre,
feliz y satisfecha. Pero esto, además de no ser posible, tampoco serÃa bueno
para nosotros. De hecho, el cambio de una vida orientada al vicio puede empezar
por una situación de tristeza, de remordimiento por lo que se ha hecho. Es muy
bonita la etimologÃa de esta palabra, “remordimiento”: literalmente es la conciencia
que muerde, que no da paz. Alessandro Manzoni, en Los novios, nos dio una
espléndida descripción del remordimiento como ocasión para cambiar de vida.
Se
trata del célebre diálogo entre el cardenal Federico Borromeo y el Innominado,
el cual, después de una noche terrible, se presenta destrozado donde el
cardenal, que se dirige a él con palabras sorprendentes: «“Traéis una dichosa
nueva que darme: ¿por qué me hacéis esperar tanto?” “¿Dichosa nueva yo? ¿Yo,
que tengo en el corazón un infierno? ¿Qué nueva dichosa, decidme, pues parece
que lo sabéis […]?”. “Es claro: la de que Dios os ha tocado el corazón”, respondió
con sencilla mansedumbre el cardenal» (cap. XXIII). El hombre de Dios sabe
notar en profundidad lo que se mueve en el corazón.
Es
importante aprender a leer la tristeza. Todos sabemos lo que es la tristeza. ¿Sabemos
leerla? En nuestro tiempo, está considerada mayoritariamente de forma negativa,
como un mal del que huir a toda costa, y sin embargo puede ser una campana de
alarma indispensable para la vida, invitándonos a explorar paisajes más ricos y
fértiles que la fugacidad y la evasión no consienten. Santo Tomás define la
tristeza un dolor del alma: como los nervios para el cuerpo, despierta la
atención ante un posible peligro, o un bien desatendido (cfr Summa Th. I-II, q.
36, a. 1). Po eso es indispensable para nuestra salud, nos protege para que no
nos hagamos mal a nosotros mismos y a los otros. SerÃa mucho más grave y
peligroso no tener este sentimiento.
Para
quien tiene el deseo de realizar el bien, la tristeza es un obstáculo con el
que el tentador quiere desanimarnos. En tal caso, se debe actuar de forma
exactamente contraria a lo sugerido, decididos a continuar lo que nos habÃamos
propuesto hacer (cfr Ejercicios espirituales, 318). Pensemos en el estudio, en
la oración, en un compromiso asumido: si los dejáramos apenas sentimos
aburrimiento o tristeza, no concluirÃamos nunca nada. Esta también es una
experiencia común a la vida espiritual: el camino hacia el bien, recuerda el
Evangelio, es estrecho y cuesta arriba, requiere un combate, un vencerse a sÃ
mismo. Empiezo a rezar, o me dedico a una buena obra y, extrañamente,
precisamente entonces me vienen a la mente cosas para hacer con urgencia.
Es
importante, para quien quiere servir al Señor, no dejarse guiar por la
desolación. Lamentablemente, algunos deciden abandonar la vida de oración, o la
elección emprendida, el matrimonio o la vida religiosa, empujados por la
desolación, sin pararse antes a leer este estado de ánimo, y sobre todo sin la
ayuda de una guÃa. Una regla sabia dice no hacer cambios cuando se está
desolado. Será el tiempo sucesivo, más que el humor del momento, el que muestra
la bondad o no de nuestras elecciones.
Es
interesante notar, en el Evangelio, que Jesús rechaza las tentaciones con una
actitud de firme determinación (cfr Mt 3,14-15; 4,1-11; 16,21-23). Las
situaciones de prueba le llegan desde varias partes, pero siempre, encontrando
en Él esta firmeza, decidida a cumplir la voluntad del Padre, disminuyen y
cesan de obstaculizar el camino. En la vida espiritual la prueba es un momento
importante, la Biblia lo recuerda explÃcitamente: «Si te llegas a servir al
Señor, prepara tu alma para la prueba» (Sir 2,1). Es como cuando un profesor
examina al estudiante: si ve que conoce los puntos esenciales de la materia, no
insiste: ha superado la prueba.
Si
sabemos atravesar soledad y desolación con apertura y conciencia, podemos salir
reforzados bajo el aspecto humano y espiritual. Ninguna prueba está fuera de
nuestro alcance; San Pablo recuerda que nadie es tentado más allá de sus
posibilidades, porque el Señor no nos abandona nunca y, con Él cerca, podemos
vencer toda tentación (cfr 1 Cor 10,13). Y si no la vencemos hoy, alcémonos, y
la venceremos mañana, pero no permanecer vencidos por un momento dee tristeza y
desolación.
Saludo
en español
Queridos
hermanos y hermanas:
En
este ciclo de catequesis dedicado al discernimiento, hoy reflexionamos sobre la
desolación. Todo lo que hacemos tiene
una connotación afectiva, y es necesario reconocer —o sea, discernir— lo que
“se mueve” en nuestro interior, porque Dios habla al corazón. Cuando los
movimientos interiores se caracterizan por la turbación, la tristeza y las
tentaciones; cuando sentimos que perdemos la esperanza y nos alejamos de Dios,
estamos experimentando la desolación.
Nadie
quisiera tener que pasar por esos momentos de oscuridad, pero a todos nos
llegan. Y si sabemos “leerlos”, rezarlos y confrontarlos con un guÃa
espiritual, pueden ayudarnos a madurar y a afrontar la vida de otra manera, más
“arraigados y firmes en la fe”. También es importante, cuando llega la prueba,
“no hacer mudanza”, es decir, permanecer fuertemente unidos al Señor y no desviarnos
del camino que nos conduce hacia Él. AsÃ, con la gracia de Dios, podremos
fortalecernos y seguir viviendo con mayor paz y libertad.
Saludo
cordialmente a los peregrinos de lengua española. El próximo martes celebramos
la Solemnidad de Todos los Santos. Pidamos que, siguiendo su ejemplo de entrega
a la voluntad de Dios, no nos desanimemos en los momentos de desolación, y
sepamos confiar siempre en Él y en su amor infinito que no nos abandona. Que
Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.
Publicado
por Religión Digital
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