Reflexión | P. José Pastor Ramírez/LD
Sesgo de confirmación
Los
cinco sentidos permiten a los humanos recibir información del exterior. Pero,
¿Qué acontece cuando tales informaciones pasan de los sentidos a la sensación,
a la percepción, luego al cerebro y posteriormente a la cognición? Es aquí
donde entran en juego los sesgos cognitivos que buscan generar una desviación
en los procesos mentales.
Y
consiste en un error cometido por el cerebro al interpretar lo acontecido,
estableciendo un pensamiento irracional de los hechos. Saber esto nos genera un triple beneficio:
vivir de manera más objetiva, obtener decisiones lo más racionales posibles y
mejorar los resultados. El sesgo cognitivo condiciona los juicios que hacemos,
la forma como interactuamos con los demás, la interpretación que hacemos de la
vida y las decisiones que tomemos. Es muy utilizado por los políticos, por los
horóscopos y por la publicidad para engañarnos. Los sesgos cognitivos son
muchos, en esta ocasión veremos el sesgo de confirmación.
Las
personas nos negamos a cambiar nuestras perspectivas y creencias, incluso ante
hechos contundentes en su contra. Ello se debe al: “sesgo de confirmación”, que
consiste en la propensión de la persona a percibir, acoger, interpretar y
recordar sólo la información que confirma las propias creencias y valores
actuales. Cualquier prueba contraria cae en el “punto ciego” de nuestra mente y
nos negamos a considerarla.
La
relación que sostenemos con la verdad o con lo verdadero no siempre es tan
objetiva como solemos pensar y defender. Este obstáculo no se genera de manera
deliberada, existe un componente inconsciente. La inteligencia no está
relacionada con el sesgo de confirmación. Por esa razón es tan difícil
eliminarlo de la persona; sin embargo, se disminuye promoviendo el pensamiento
crítico, analítico y racional.
Conocer
sobre este fenómeno permite comprender cómo los individuos construimos nuestra
propia realidad. Se promueven los juicios, los conflictos relacionales y el
estancamiento del crecimiento personal.
Mantenemos
una valoración sobre personas o cosas dependiendo de la propia realidad. Por
ejemplo, en el ámbito religioso: Juan el Bautista vino ayunando, y quienes lo
rechazaban sólo veían en él un poseído; Jesús vino festejando, ¡sólo vieron en
él a un glotón! Quienes así los percibían rechazaban lo que eran ellos dos; lo
mismo puede suceder en la relación con el cónyuge.
Las
personas mantenemos un trato preferencial con los hechos; para confirmar
nuestras creencias relativizando la misma ciencia, en temas específicos,
sustituyéndola por las propias ideas. Por ejemplo, la pandemia generó grupos
antivacunas, con tal comportamiento ellos ignoraban años y años de
investigación científica.
Publicado
por el Listín Diario
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