La Escuela Económica | Esteban Delgado
Mejora educativa de RD por “default” en
las pruebas PISA
El término “default”,
que al español puede traducirse como “por defecto” se utiliza mucho en deportes
para referirse a un triunfo no necesariamente logrado por competir mejor que el
oponente, sino porque el oponente no se presentó a la competencia. Si está
previsto que los equipos A y B compitan y por una razón u otra el equipo A dice
que no jugará, entonces, por default, el equipo B es declarado ganador.
Algo parecido fue lo que
ocurrió con República Dominicana en los resultados de las pruebas del Programa
para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en
inglés), en donde se logramos mejor puntuación en la evaluación de 2022 con
relación a la de 2018.
En efecto fue así. En lectura pasamos de 342 a 32, en matemáticas de 325 a 339
y en ciencias de 336 a 360, para una puntuación promedio que se movió de 334 a
350.
Con esos resultados,
podría justificarse el regocijo de las autoridades del Gobierno, especialmente
en el Ministerio de Educación, pues se trata de algo que, a la vista se ve positivo,
se ve como un logro, se ve como un avance.
Sin embargo, al analizar
los datos con más profundidad la realidad es otra. En efecto, la puntuación de
República Dominicana en las pruebas PISA mejoró, pero no porque nuestros
estudiantes hayan avanzado en lectura, matemáticas y ciencias, sino, más bien,
porque otros bajaron su calificación.
De hecho, basta con
decir que de los 82 países evaluados solo siete presentan mejoría en
comparación consigo mismo en las evaluaciones de 2018 y de 2022. Esto indica
que 75 países (91.4%), incluidos los de mayor calificación histórica, vieron
reducida su puntuación en los últimos cuatro años.
Por esa razón, los
países que están en los más elevados niveles de deficiencia o en los primeros
lugares de los de peor calificación, como República Dominicana, aunque no hayan
presentado mejoría alguna, reciben mayor puntuación por “default”, dado que los
países que le superan en puntuación redujeron su calificación por las razones
que fuere.
Lo anterior indica que
las autoridades están en pleno conocimiento de que ese incremento en la
puntuación no es consecuencia de una mejoría en la calidad de nuestros
estudiantes, sino, más bien, de un deterioro en la de los de otros países que
nos superan por mucho.
Por eso el presidente
Luis Abinader, durante el acto de anuncio de estos resultados, manifestó que
esas puntuaciones no deben ser motivo de satisfacción, sino la fuente de un
mayor esfuerzo para mejorar, pues todavía estamos mal.
Pero si asumiéramos que
no fue un avance por “default” y que realmente mejoramos en la puntuación, de
lo que se trata es de habernos quemado con un 43 en lugar de quemarnos con un
40. De todas formas, nos quemamos. De todas formas, estamos en F, pero con una
ligera alza de tres puntos que, para los fines de mejoría real, no significan
nada.
Posiblemente quienes
lean este artículo me noten pesimista o inconforme. Puede ser que sí, pero no
es porque sea de satisfacción el hecho de seguir en los últimos lugares en
calidad de la educación, sino porque temo que la propaganda de esos resultados
haga que nuestras autoridades del Gobierno, maestros y los padres de nuestros
estudiantes pierdan de vista el hecho de que eso no es una mejoría, que
seguimos mal y que debemos luchar, no para estar menos mal, sino para llegar a
estar bien. Eso es lo fundamental.
Estamos hablando de educación, base fundamental para el desarrollo de un país, para la reducción de la pobreza, para la mejoría de la calidad de vida de la gente, para todo lo que requieren ciudadanos y ciudadanas en procura de su superación individual y colectiva.
Por eso, la educación no
puede verse con un instrumento de exhibición de logros ficticios o
irrelevantes, sino como el objetivo de aprender de mejorar en la calidad de la
enseñanza y en la posibilidad de que nuestros niños adquieran más y mejor
conocimiento. Si lo dejamos en simple publicidad de puntuaciones adquiridas por
“default” y no por mejoría real, entonces no estamos en nada.
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