Nuestra Fe | ADH
Virgen de la Altagracia
Protectora de República
Dominicana
“…El
naranjo florecido escogiste como altar…Que el fulgor de tu Altagracia, que en
Higüey quiso brillar, nos conceda la esperanza, la unión y la caridad…” (Rvdo.
P. Carlos Santana, Pbro.)
La virgen de Altagracia, además del
sentido espiritual y religioso, es parte importante del conjunto cultural del
pueblo dominicano.
Barrios, calles, carreteras,
instituciones, hospitales y escuelas llevan el título mariano, y es común
conocer a mujeres, e incluso hombres, con este nombre o sus derivados:
"Tata", "Tatica", "Gracita", entre otros. La
Virgen está presente en cada dominicano, manifestándose a menudo en
exclamaciones de sorpresa o asombro: "¡Ay, Virgen de Altagracia!".
Desde lo más simple a lo más profundo,
hemos experimentado, visto u oído por testimonios que múltiples gracias se han
recibido por medio de la intercesión de la que recibió la más alta gracia
concedida a un ser humano sobre la faz de la tierra. El pueblo expresa y vive su devoción a su
Madre protectora, a través de las celebraciones, rosarios, novenas,
procesiones, cantos, palos y atabales desde mediados del siglo XVI hasta la
fecha.
No es cuento, ni mito, ni teoría; es la
fe arraigada de un pueblo que se siente hijo de su Madre y reconoce en ella el
símbolo perfecto de adhesión al proyecto divino que nos lleva a la salvación.
¡Que la Virgen de la Altagracia,
interceda por nosotros!
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