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    miércoles, 29 de octubre de 2025

    ¿Serán pocos los que se salven?


    Reflexión | P. Ciprián Hilario, msc

     


    ¿Serán pocos los que se salven?

    (Miércoles 29 de octubre, lecturas: Romanos 8,26-30; Salmo 12,4-5.6; Lucas 13,22-30)

     

    Hermanos y hermanas:

    Una pregunta inquietante atraviesa el Evangelio de hoy: «Señor, ¿serán pocos los que se salven?» (Lc 13,23). No es una pregunta estadística, sino existencial. No busca un número, sino un camino. Jesús no responde con cifras, sino con una invitación urgente: «Esfuércense por entrar por la puerta estrecha» (Lc 13,24).

     

    1. La puerta estrecha: no es exclusión, es exigencia

    Jesús no dice que la salvación sea imposible, ni que esté reservada a unos pocos privilegiados. Dice que exige esfuerzo. La puerta estrecha no es un filtro arbitrario de Dios, sino la realidad de una vida que elige el amor, la verdad, la humildad y el perdón contra corriente.

    Muchos intentarán entrar después, cuando ya sea tarde: «Señor, ábrenos». Pero el amo responderá: «No sé de dónde son ustedes» (Lc 13,25). No es crueldad, es consecuencia. Quien vive como si Dios no existiera, no puede reclamar su casa al final.

     

    2. El Espíritu que ora en nosotros (Rom 8,26-30)

    San Pablo nos da la clave: no estamos solos en este esfuerzo. «El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad» (Rom 8,26). Cuando no sabemos orar, cuando la puerta parece demasiado angosta, cuando el pecado nos pesa, el Espíritu gime en nosotros con gemidos inefables.

    Y Dios, que «conoce los secretos del corazón» (Sal 12,4), no nos abandona. Desde la eternidad, nos ha conocido, predestinado, llamado, justificado y glorificado (Rom 8,29-30). La salvación no es un premio al esfuerzo humano, sino un don que se acoge con esfuerzo.

     

    3. La sorpresa del Reino (Lc 13,29-30)

    Y aquí viene el giro: «Vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios» (Lc 13,29). Los últimos serán primeros. Los que nadie esperaba —el publicano, la pecadora, el samaritano— estarán en la mesa.

    No serán pocos los salvados, pero no serán los que se creían seguros. Serán los que se dejaron encontrar por la misericordia. Los que entraron por la puerta estrecha del arrepentimiento, del servicio, del amor concreto.

     

    4. ¿Y nosotros?

    Hoy, el Señor nos pregunta: ¿Estás esforzándote por entrar? No mañana. No cuando sea más cómodo. Hoy.

    ¿Estás dejando que el Espíritu ore en ti cuando callas ante la injusticia?

    ¿Estás entrando por la puerta estrecha del perdón cuando te han herido?

    ¿Estás sentándote a la mesa con los que nadie invita?

     

    Conclusión

    Hermanos, no serán pocos los que se salven. Pero tampoco serán todos. Serán los que, sostenidos por el Espíritu, elijan hoy la puerta estrecha del Evangelio.

    Que el Salmo de hoy sea nuestra oración:

    «Señor, mira y respóndeme…

    Yo confío en tu misericordia, mi corazón se alegra con tu salvación» (Sal 12,4.6). Amén.





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