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    viernes, 8 de agosto de 2014

    El Diezmo y la Colecta

    Biblia | William Arias. 
    El Diezmo y la Colecta
      

    En días pasado viendo la televisión, me encontré con un programa de un tele-evangelista de las sectas, donde aquel hombre hablaba de la importancia que tenía el hecho de lo que él llamaba “diezmar” o dar el diezmo; sus argumentos me sorprendieron mucho y me dio la impresión de que más que probar bíblicamente la validez de su argumentación forzaba demasiado los textos bíblicos alusivos al tema.

    Este criterio sobre el Diezmo que practican algunos grupos cristianos de denominación protestante se inspira en el libro del Deuteronomio 14, 22-29 y 26, 12, donde se invita al pueblo de Israel a dar el 10 por ciento anual de lo producido y ofrecerlo a Dios, como también hacerlo cada tres años. El anual era recibido por los levitas, sacerdotes y ayudantes del templo, y el trimestral era para los mismos levitas y gente necesitada. Esto de que los levitas recibieran el diezmo destinado a Dios para su sustentación, se basaba en el mandato del libro de Números 18,20-21, pues cuando se repartió la tierra de Israel a la tribu de Leví no le tocó ningún territorio para sus sustentación, ya que fueron designados por el Dios Yahvé para el servicio sacerdotal (Ex 32,28ss.).

    Este mandato del Diezmo se extiende por algunos libros del Antiguo Testamento que invitan a su cumplimiento (Lev, 27, 30; 2Cr 31,6 y Tb 1,6) y en contra de su negligencia (Neh 13,10-12 y Mal 3,8), incluso en el Nuevo Testamento se hace mención de este precepto (Mt 23,23 y Lc 11,42; 18,12), pues en la base de sustentación del mismo, está el hecho de que Dios es el dueño verdadero de la tierra que ocupa Israel, y por tanto cumplir con lo que ha Dios corresponde, se asegurada la bendición para todas sus empresas.

    El Diezmo era algo propio de la religión judía, estaba enclavado en las enseñanzas antiguas, con la llegada de Jesús y la posterior formación de las comunidades cristianas, tal práctica no se prescribe en medio de las comunidades, ni aparece como una obligación para aquellos que aceptan a Jesús y forman parte de la Iglesia naciente; lo que si aparece, sobre todo en los escritos paulinos, como sustentación económica en las necesidades de la comunidad, y no como obligación o mandato, es el hecho de la Colecta (Hech 24,17; Gal 2,10; Rm 15,25-27.31; Icor 16,1-3 y 2Cor 8,9).

    En 1Cor 16, 1-2 Pablo le dice a la comunidad una forma de cómo debe de hacerse dicha colecta, es decir, el día primero de la semana (Domingo) cada uno debía de depositar lo que haya podido ahorrar; el Apóstol ni les impone, y en Rm 15,26 habla de la realización de ella a favor de los pobres. En conclusión, con la llegada de Cristo y el nacimiento de la Iglesia, los Diezmo que estaban en función del culto antiguo judío quedan suprimido, como bien nos dice la carta a los Hebreos respecto a las prácticas religiosas y sacrificiales judías. Es cierto que hay que contribuir al sostenimiento de las necesidades de la comunidad y de los más pobres, pues para ello ha sido instituida, bíblicamente, el hecho de las colectas; cualquier mandato, dirigido a un restablecimiento de la práctica del Diezmo en nombre de la fe cristiana, en nombre de Cristo, estaría en clara contradicción con el nuevo precepto que la misma tradición cristiana nos ha transmitido por medio del Apóstol Pablo. Es posible que la argumentación a favor del Diezmo del Antiguo Testamento hoy día, por parte de algunos grupos y personajes denominados cristianos, no conlleve en sí la finalidad que el mismo tenía en Israel de dar lo que le toca a Dios y ayudar a los más pobres. ADH 781

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