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    sábado, 1 de octubre de 2016

    Brasil, los pobres que se preparen

    Actualidad mundial | Ramón Arturo Guerrero 

    Brasil: los pobres que se preparen
      
    Las opiniones difieren en cuanto a cuáles serían  los objetivos del cambio de régimen en Brasil. Mientras los expertos de izquierda y derecha debaten, la Presidenta Dilma Roussef  fue separada de su cargo el 12 de mayo pasado por el Senado, a fin de que sea sometida a juicio ante la Cámara de Diputados por presuntas irregularidades cometidas en el ejercicio de su cargo. Poca gente cree en las formalidades de este proceso y señalan que claramente ha habido un golpe de Estado, culminación de un largo proceso contra el gobierno del Partido de los Trabajadores y sus políticas de redistribución del ingreso, orquestado por poderes internos y externos.
    En palabras del Premio Nobel de la Paz el argentino Adolfo Pérez Esquivel: “Las democracias que tanto nos costó alcanzar, están nuevamente en situación de riesgo. La situación que hoy vive Brasil afecta a todos los pueblos de América Latina (…)  Se trata de una situación semejante a los Golpes de Estado Blandos que ya vimos en Honduras con Zelaya y en Paraguay con Lugo, que significaron procedimientos ilegales para violentar la voluntad popular, junto a un aumento de la represión y las políticas de hambre contra el pueblo”.

    El “temor a los de abajo”
    El periodista y analista uruguayo Raúl Zibechi busca la explicación del golpe contra Dilma en el miedo de los ricos al avance de los pobres. En su artículo Temor del 1% a los de abajo, causa del impeachment”, publicado en su columna de La Jornada el 13 de mayo, dice: La pregunta decisiva, ante la crisis brasileña, debería ser: ¿por qué los grandes empresarios que habían apoyado a Lula y a Dilma rompieron con los gobiernos del PT y lanzaron una potente ofensiva hasta conseguir la destitución? La ofensiva de la derecha brasileña contra la presidenta Dilma Rousseff fue producto de un viraje abrupto, a consecuencia de la intensificación de las luchas de clases, en particular de los pobres, negros y habitantes de las favelas.
    Para dilucidar esta hipótesis es necesario reconstruir lo sucedido en los años pasados. Los hechos dicen que el punto de inflexión en la tolerancia de la burguesía sucedió en 2013. Con la distancia del tiempo es posible mostrar la confluencia entre diversos sectores de trabajadores y de jóvenes en una coyuntura que permitió dar un enorme salto cualitativo en la capacidad de movilización de los sectores populares. Para ello veremos tres hechos: las movilizaciones de junio de 2013, el alza notable de las huelgas y la creciente organización de los diversos trabajos.
    Sobre el primer punto hemos hablado bastante: en junio de 2013 millones de jóvenes ganaron las calles contra el aumento al transporte urbano y la represión policial, en acciones que deben comprenderse como una gigantesca denuncia contra la desigualdad que los gobiernos del Partido de los Trabajadores no modificaron, aunque hayan disminuido la pobreza. Hoy sabemos que la desigualdad no sólo no cayó, sino que tiende a aumentar, incluso en los periodos de bonanza económica, cuando el uno por ciento acaparaba 25 por ciento de la riqueza, porcentajes que habrán subido durante la presente crisis.
    La segunda se relaciona con las huelgas. Las luchas obreras en Brasil habían alcanzado un pico luego de la salida de la dictadura, en el periodo de aprobación de la nueva Constitución Federal en 1988 y las primeras elecciones presidenciales directas en 1989. En esos años se alcanzó un pico histórico de mil 962 huelgas, en 1989, y algo menos en 1990, para descender abruptamente en la década neoliberal y estabilizarse bajo los dos gobiernos de Lula en torno a 300 huelgas anuales.

    Primeras medidas de Michel Temer
    Si el gabinete anunciado por Michel Temer dio miedo, mucho más las primeras medidas económicas anunciadas. “El nuevo Gobierno de Brasil del presidente interino, Michel Temer, anunció un corte de gastos públicos y una auditoría de los programas de asistencia a los pobres, como primeras medidas para sacar al país de la recesión. La primera medida anunciada hoy fue la eliminación de al menos 4.000 empleos públicos hasta el próximo 31 de diciembre, lo que puede suponer el despido del 25 % de la plantilla de cada ministerio. El objetivo de esta propuesta es cortar gastos y mejorar la eficacia del Estado, dos de las prioridades que se fijó Michel Temer en el discurso que pronunció el jueves al asumir la Presidencia. Temer indicó que para la "recuperación" de la economía de Brasil es necesario apuntar a los mercados internacionales y para ello, anunció una agenda neoliberal que se inclina hacia la privatización. 
    “El presidente interino de Brasil, Michel Temer, anunció este jueves su intención de aplicar medidas neoliberales, que apuntan a la apertura hacia el mercado internacional, que para varios analistas permitirá a las grandes petroleras americanas el acceso a los recursos hasta ahora gestionados por Petrobras”. (Telesur, 12 de mayo de 2016). 
    Arsinoé Orihuela: “… la neutralización de los sectores populares, es un renglón clave de la agenda programática de la derecha. Temer dispuso del actual secretario de Seguridad de San Pablo, Alexandre de Moraes, para ocupar el Ministerio de Justicia (sic). Ese mismo que en alguna ocasión equiparó las manifestaciones ciudadanas con “actos guerrilleros”. El objetivo es anular las acciones de resistencia y el creciente avance de la protesta social”.

    Comisión Interamericana de Derechos Humanos ve retroceso
    Un cable de Efe fechado en Washington el 18 de mayo da cuenta de la "profunda preocupación" de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ante algunas decisiones adoptadas por el presidente interino de Brasil, Michel Temer, que "representan un retroceso y tienen un impacto negativo" en la protección y la promoción de los derechos humanos en el país.
    En un comunicado, la Comisión denunció "la designación de un gabinete de ministros que no incluye a ninguna mujer ni a ningún afrodescendiente", así como el anuncio del Gobierno interino "de aplicar una reducción de los fondos destinados a los programas sociales de vivienda, educación y combate a la pobreza".
    De acuerdo al Instituto de Investigación Económica Aplicada del Gobierno federal de Brasil, argumenta la Comisión, los hombres blancos, que ocupan la totalidad de los cargos ministeriales del país, representan el 21,9 % de la población. Los grupos que quedaron excluidos del gabinete de Michel Temer son mujeres (51,4 %) y hombres no blancos (26,7 %), añade la CIDH, organismo autónomo de la Organización de Estados Americanos (OEA), con sede en Washington.Asimismo, resulta alarmante la eliminación del Ministerio de la Mujer, Igualdad Racial y Derechos Humanos, el cual quedó subsumido como una secretaría dentro del Ministerio de Justicia", apunta la CIDH.

    Fracaso de la Socialdemocracia
    Si, como afirma Emir Sader, Lula realizó el mejor gobierno que haya tenido Brasil, ¿Por qué quieren derrocarlo? La clave se halla en los límites de la Socialdemocracia. Desde Juan Bosch, quien  hizo lo mejor que pudo en República Dominicana en 1963 para complacer a los poderes locales y extranjeros, pasando por Arturo Frondizi en Argentina, Ramón Villeda Morales y Manuel Zelaya en Honduras; Jacobo Arbenz en Guatemala; Omar Torrijos en Panamá; y muchos otros, fueron derrocados, en algunos casos violentamente. En total ya van 33 golpes de Estado  en el mundo en lo que va de este siglo. No es que todos tengan que ver con la gestión económica, aunque la mayoría sí.
    La Socialdemocracia, término que tiene 160 años pero que en la actualidad se entiende como “una ideología política que procura un Estado de bienestar universal y la negociación colectiva dentro del marco de una economía capitalista”. Aunque la definición del diccionario de la Real Academia es más precisa, menos vaga: “Movimiento político que propugna un socialismo democrático y reformista”.
    ¿Es posible un socialismo democrático y reformista? Si le preguntan a los empresarios de Brasil dirán que no. Como ya dijeron en Grecia. A las concesiones que ya le ha hecho Dilma a los poderes locales y extranjeros Lula tendría que agregarle tantas para regresar en 2018 que ya no sería el mismo Lula.
    Un detalle significativo que expone el pensamiento de Lula sobre el ejercicio del poder estatal supuestamente en beneficio del capital y el trabajo fue algo que expresó en su visita a Colombia en 2011. “Le recomendó a Colombia no dejar en manos de intermediarios la administración de los recursos públicos”.  En consonancia con este pensamiento, Entre 2011 y 2012 Lula visitó 30 países, de los cuales 20 están en África y América Latina. Las empresas constructoras pagaron 13 de esos viajes, la casi totalidad Odebrecht, OAS y Camargo Correa. ADH 802

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