Jubileo Miranda Cubilette
50 aniversario de bodas de Ignacio y Tamara
Confieso que no soy bueno para concursar ni para hablar de mí mismo; también doy gracias a Dios por reconocer que sí lo soy como pionero y luchador por lo que creo.
He concursado una sola vez en mi vida. Fue una grandísima experiencia. En 1966, ingresé a la Universidad Autónoma de santo Domingo (UASD), contratado “a tiempo completo” para impartir la asignatura Introducción a las Ciencias Sociales. Tres años después le cambiaron el nombre por Sociología.
Tras la guerra de Abril de 1965, la UASD estaba controlada por marxistas. Entre mis compañeros estaban los también socialcristianos Alfonso Moreno Martínez y Leonel Rodríguez Rib. El cambio de nombre fue “una estrategia política” para sacarnos. Argumentaron que no cualificábamos para impartir esta materia y recomendándonos concursar para otras asignaturas para las cuales estuviéramos titulados. Con justa indignación, Alfonso y Leonel abandonaron el Colegio Universitario (CU), al que habíamos consagrado todo nuestro esfuerzo.
Concursé para Introducción a la Economía y gané pero sólo me asignaron una sección, obviamente “para que me largara”, pero no me fui; mientras a dos profesores de nuevo ingreso le pusieron dos secciones a cada uno. Los estudiantes los rechazaron y pronto se multiplicaron las mías.
A partir de ese momento, enseñé diversas asignaturas de Economía. Me retiré de la docencia “cuando me dio la gana”, pero sigo ligado a la UASD a través de dos grupos de los que también fui pionero, la cooperativa y la Asociación de Profesores Retirados y Jubilados de la UASD (APREJUASD).
En la cooperativa me propuse impulsar la equidad integral como forma de elevar la calidad de vida de la familia universitaria; en APREJUASD, aún sigo insistiendo en el objetivo que nos propusimos sus pioneros: “Rescatar la dignidad del magisterio envilecida desde afuera pero también desde adentro”.
He sido reiterativo en la afirmación de que el valor de la justicia, que consiste en reconocer lo que a cada persona corresponde legítimamente, al menos a la larga, es tan excelente en la premiación como severa en la sanción. Creo que el relato precedente es un testimonio de justicia.
En diversas ocasiones he manifestado, e incluso lo he escrito, más de una vez, de manera específica en la página 14 de mi último libro Equidad Integral:
“Tenemos muchos motivos de desesperanzas, pero más razones de esperanza; y las razones son más poderosas que los motivos. Los motivos son emocionales y, consecuentemente, superficiales; las razones contienen la fortaleza de su profundidad”.
En cuanto a hablar de mí y de celebraciones, debo confesar que muchos amigos me acusan de que no me divierto. No es así. Lo que ocurre es que Dios me ha concedido la gracia de hacer mi trabajo la otra cara de la moneda de mi diversión: me divierte mi magisterio, mi acción pastoral, mis consultorías, mi consejería, en definitiva, mi práctica del humanismo integral.
Bodas de Oro
En la proximidad de la conmemoración de los cincuenta años de unión matrimonial entre Tamara Cubilette y yo, fruto de la cual son Ignacio Antonio, Jorge Augusto y Flor María, es mi familia la que me exige una celebración.
Todos y cada uno me han puesto razones particulares y un eje central que las sintetiza: nuestra firme convicción sobre el matrimonio por medio de la unión de un hombre con una mujer.
Tamara, amante de la Historia y la Cultura, más aún, maestra de ambas disciplinas, hurgando entre papeles de larga data se ha encontrado con una carta que nos dirigió una pareja amiga, el 8 de Octubre de 1966, día de nuestro matrimonio, que dice:
“En este momento quisiera ser el mejor filósofo y poeta para expresarte, tal cual lo siento, el deseo de que el Señor bendiga para siempre esa unión matrimonial con la señorita Tamara”.
Ignacio Antonio, ha insistido en que en esta época en que sectores de poder atentan contra la comunidad familiar, constituye un aporte a nuestra sociedad presentar la imagen de un hogar sólidamente constituido como expresión de que el matrimonio entre el hombre y la mujer no solo es posible sino fructífero.
Jorge Augusto, no solo ha sido reiterativo sino que ha escrito: “En un mundo plagado de violencia y de antivalores creo firmemente que debemos realizar un jubileo por las bendiciones recibidas por del Señor: nuestros padres arriban a 10 lustros de unión matrimonial en salud y con fuerza”.
Flor María, ha insistido en darle a la celebración una línea de ambientación ecológica que suscite una invitación a la práctica de la ecología integral. Desde “el Viejo Mundo”, escribió: “la primera que está en celebración soy yo!
El antecedente histórico de la UASD y la insistencia familiar con un fuerte aliado en SOMOS, última comunidad en la que participo, encabezada por Alicia Guerra Gerónimo, junto a Bienvenido Brito, Luis Marino López y Mario Minaya, contando con el apoyo espiritual del Padre Juan Severino, son el principal motivo que animan a abrir un capítulo de celebraciones que ya había cerrado.
Creo propicia la ocasión para compartir la petición de numerosos parientes y amigos que me han insistido en que debo escribir mi biografía, como un legado para el futuro. Como anticipo a este anhelo autobiográfico, al arribar a nuestro jubileo matrimonial, quiero expresar algunos criterios que para mi son vitales con el siguiente título:
DECÁLOGO SOBRE MI CREDO DE HUMANISMO INTEGRAL
1) CREO que el humanismo integral se fundamenta en la Buena Noticia de Jesucristo que “puso su morada entre nosotros”, por medio de la Virgen María, integrando la familia de Nazaret junto con San José como Padre adoptivo, en unión con el Padre de la Creación y del Espíritu Santo, que con su luz ilumina nuestro camino y con su ardor vigoriza nuestro accionar, que integran la Santísima Trinidad, fuente esencial de la identidad dominicana.
2) CREO que la Biblia contiene la Palabra de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo como también el Evangelio de Jesucristo, Maestro que hizo de la Iglesia fundada por él la Escuela depositaria de la enseñanza de su doctrina.
3) CREO en la Educación integral con sentido de excelencia y sostenibilidad que instruye, norma el comportamiento orientado hacia el bien, trasciende el tiempo y el espacio, induce a la práctica de los valores.
4) CREO en la Ecología integral que respeta y valora todo ser viviente a partir de la dignidad de la persona humana cuyo valor es tan elevado que no es posible medir con medio material alguno.
5) CREO que el bien común, entendido como el medio esencial para elevar al más alto nivel de desarrollo integral a todo ser humano, tiene primacía sobre los interese particulares.
6) CREO en la equidad integral, como la mayor aproximación en la participación de todos los miembros de la sociedad en lo que ella produce.
7) CREO en el cooperativismo, como expresión de economía solidaria, entendida como el modelo económico fundamentado en el esfuerzo personal y la cooperación comunitaria para elevar la calidad de vida de todos sus miembros, organizados en estructuras de participación en las que el Estado respeta su identidad con una superintendencia propuesta por los organismos cooperativos superiores.
8) CREO en el sindicalismo como expresión de laboriosidad que defiende de la dignidad del trabajador y el valor del trabajo, como manifestación de justicia conmutativa que establece el compromiso personal como un equilibrio entre el derecho del trabajador a reclamar una justa retribución en proporción al deber del esfuerzo creador en la función realizada.
9) CREO en la política como la gerencia estatal del bien común en el que cada funcionario es un gerente que encarna la función ocupada al servicio de la comunidad.
10) CREO en un modelo económico solidario en que sus agentes cooperan para alcanzar el bien común: el Estado orienta su política fiscal procurando los ingresos de los sectores de mayores niveles y los usa con racionalidad para orientarlos al desarrollo integral de la Nación; los empresarios pagan su contribución al Estado, retribuyen con justicia a sus trabajadores y ofrecen a los consumidores un producto de calidad a precio equitativo; los trabajadores ejercen su función animados por la laboriosidad; los consumidores, usan sus ingresos para satisfacer las carencias reales que les permita elevar su calidad de vida , rechazando toda necesidad ficticia, como el juego de azar y el consumismo.
EN RESUMEN
CREO en la persona que con su testimonio de vida demuestran el compromiso integral a su fe, a los valores fundamentales de la convivencia social y las estructuras que los integran, poniendo énfasis en la equidad que se enraíza en la justicia para producir el fruto de la paz.
ADH 805
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