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    lunes, 14 de noviembre de 2016

    El síndrome del Nido Vacío

    Familia y Vida | Amigo del Hogar

    El síndrome del Nido Vacío  

    La Dra. Mircia Pacheco, psiquiatra y terapeuta familiar respondió a las inquietudes de los participantes en la charla mensual que organiza la Pastoral Familia y Vida de la Parroquia Nuestra Señora del Sagrado Corazón, Los Prados, con el tema del “Nido Vacío”. Enfatizó en su exposición que papá y mamá deben prepararse temprano para asumir la realidad: los hijos un día se van, abandonan el hogar.
    La Dra. Pacheco mantuvo el interés del auditorio que durante hora y media la escuchó con atención y participó activamente en tan importante tema para los padres, a fin de fortalecer el vínculo familiar. Apoyada en su alto nivel profesional, lenguaje comprensible y su condición de madre, consiguió darle un valor testimonial con ejemplos sencillos tomados de su vasta experiencia en el acompañamiento.
    ¿Qué es el síndrome del nido vacío?
    El síndrome del nido vacío es la sensación que tienen los padres de tristeza, anhelo, pérdida y dolor cuando los hijos se independizan del hogar familiar. El síntoma principal es una sensación de tristeza, puede llegar a causar depresión y es más frecuente en mujeres solteras, aunque afecta ambos sexos.
    Entre los participantes en la actividad había parejas de dos, tres, cuatro décadas de convivencia y la psiquiatra aportó su propio testimonio, recordando que la familia siempre está en construcción. Y aunque muchos expertos dicen que el síndrome comienza con el matrimonio, ella sigue algunas corrientes que lo remiten al noviazgo, muchas parejas comienzan a mostrar lo que serán ya desde esa etapa. La familia es un organismo vivo y sigue un ciclo vital.
    Acercando a las condiciones que favorecen el síndrome del Nido Vacío, recordó que en el matrimonio actúa la pareja, con lo que aporta cada uno y se requiere un proceso de adaptación, pues proceden de familias diferentes, con costumbres diferentes. Muchos matrimonios no sobreviven a esa etapa.
    “Cuando la pareja tiene la bendición de procrear, el nacimiento del primer hijo marca un cambio total en sus vidas, porque antes uno se iba para donde quería, se acostaba y dormía, dejaba los trastos ahí y los fregaba al otro día… Criar un hijo es un esfuerzo continuo, grande y también económicamente, la mayoría del presupuesto de la familia va ahí”, apunta.
    “A veces hay mujeres que son solo madres, y se ocupan solamente del niño, desvían la atención del esposo, de la pareja, y de ahí pueden venir disoluciones. Cuando este niño comienza la escuela es cuando cambiamos de nombre”. Ahora son el padre o la madre del niño y el mundo va a girar en torno a la educación del niño. Después, los hijos van creciendo, madurando y llega el día de abandonar el hogar.
    ¿Cuáles factores influyen en la sensación de Nido Vacío?
    • Que seas una persona cuya única función en la vida ha sido cuidar de tu hijo.
    • Que no aceptes que tu hijo ha crecido, ha madurado y es independiente.
    • Que hayas tenido una relación muy íntima con él.
    • Que creas que tu hijo es tu propiedad.
    • Que tus valores principales en la vida sean la familia o el cuidado de tu hijo.
    • Que no tengas las estrategias de afrontamiento adecuadas.
    • Que tengas un escaso apoyo social.
    • Que seas viuda/a, separado/a, divorciado/a o soltero/a.
    • Que tengas la menopausia. Que estés jubilado/a.
    Consecuencias del síndrome del nido vacío:
    Soledad. Tristeza. Desesperanza. Que te sientas débil. Que no le veas sentido a tu vida. Que pierdas el interés por lo que antes te interesaba.
    Es importante entonces prepararse para la partida: si esperas que tus hijos se vayan pronto, tómate el tiempo para comprobar que sepan hacer lo básico para poder cuidarse por sí solos.
    Puso el ejemplo del reino animal, ellos se guían por instintos. Necesitan poco tiempo de dependencia de la madre al nacer. Si los pichones no aprenden a volar se mueren en el nido. “Los seres humanos somos los que tenemos mayor dependencia de la madre al nacer. Eso varía según las diferentes culturas. En muchas culturas los mantenemos adolescentes indefinidamente.
    Ejemplifica con el árbol y lo compara con la familia: el árbol tiene raíces y en la familia, “las raíces vendrían siendo nuestra cultura, el amor que nos damos, los valores que compartimos y que elegimos y los ponemos de ejemplo, lo vivimos”.
    “En esa vivencia de los valores es que nos vamos nutriendo y nutriendo nuestra familia. El tronco que va subiendo, fuerte; las ramas que van en diferentes direcciones, pero con raíces profundas que mantienen el árbol erguido, alimenta que cada rama. Está el follaje, los frutos. Una pregunta puso a pensar al auditorio:
    Los hijos, ¿son lo más importante de la familia?
    Respuesta de la pareja Mayra y Salvador Morel. Ellos tienen 3 hijos, los criaron pero ya están volando solos. Y ellos están más cómodos en todos los sentidos para disfrutar su vida de pareja.
    La doctora Mircia Pacheco precisa: ellos aprendieron a tiempo, la generalidad dice, sin embargo, que los hijos son lo más importante. Son importantes, pero la pareja también, tienen que ir desarrollando vínculos. Los sueños de la pareja van a la par con el amor por los hijos, “son de las cosas que nos van a ayudar a ser nosotros mismos”, insiste.
    Cuando ellos se independizan lo vivimos como una pérdida, es un duelo. Y vamos sintiendo los duelos. Propone no ver el cuidado de los hijos como la única función de la mujer, de los padres, deben involucrarse en otras cosas. Los hijos no son propiedad de los padres. Hay madres que ven a sus hijos siempre niños.
    Otro factor que afecta es la menopausia, que suele tener muchos síntomas psíquicos. Hay un verdadero síndrome de depresión; tristeza, soledad, llanto, que puede llevar hasta idea suicida. Centraron su vida en la crianza de los hijos y como estos no están, ya se sienten inútiles, que no tienen nada que hacer en la vida. Algunas dicen que no tienen idea suicida, pero todas las noches le piden a Dios que se las lleve, se sienten una carga. Hay quienes se tiran en la cama a dejarse morir.
    Afrontar el Nido Vacío comienza desde que tienen hijos. Hay que estar para ellos, acompañarlos, pero no dejarse manipular.
    Cuando los hijos se van, la pareja se enfoca en sus propias necesidades. Estaban inmersos en las necesidades de los hijos y no tenían espacio como pareja, es momento para tomar las riendas de su relación. La pareja debe conservar su rutina de pareja, salir, compartir fuera... No dejar de hacer lo propio de parejas, con sus intereses y necesidades.
    Salvador interviene en este punto y propone: “no permitan que los hijos se metan en el medio, la pareja está en el centro acompañada de los hijos. No están en el medio separando. Ellos se van, pero nosotros nos acercamos, nos apoyamos, no dejarnos manipular de los hijos.”
    Haz a un lado los pensamientos aterradores:
    • Tanto tú como tus hijos estarán mejor si tratas esto como una gran aventura, ellos experimentarán toda una serie de emociones que van desde temor hasta euforia por sus próximas nuevas experiencias. Para los hijos que están asustados ante la posibilidad de mudarse de casa, es importante tranquilizarlos diciéndoles que lo desconocido es peor que la realidad.
    • Analizar las formas en las que puedas mantenerte en contacto con tus hijos:
    • Tendrás una sensación de soledad y vacío cuando se vayan porque no podrás darte la vuelta y decirlas las cosas como siempre solías hacer.
    Acepta la ayuda:
    • Si descubres que realmente no lo estás superando y que tienes un profundo sentimiento de vacío, de triste o incapacidad para volver a tu vida normal luego de que tus hijos se hayan ido de la casa, es importante que consigas ayuda.
    • Comienza a enfocarte en tus propias necesidades:
    • Cuando estés satisfecho por haber puesto a tu hijo en el camino correcto, el trabajo desaparecerá y empezarás a notar el gran cambio de tu vida.
    Si no sabemos qué hacer en cada etapa, hay que buscar ayuda, un terapeuta nos ayuda a prepararnos para la partida. Lo que es normal es que se vayan, no que se queden apegados a nosotros. En muchos casos, los hijos no se van. Ellos traen los nietos y su pareja a la familia, a veces viviendo incluso en la misma casa. ADH 806.

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