Utilidad de las
Vacaciones para el diálogo familiar
La mayoría de los padres y madres dominicanos
tienen hijos estudiantes. Las labores de unos y otros les limita la práctica de
un valor tan esencial para la comunidad familiar como es el diálogo. A
esto hay que agregar nuestra pobreza cultural sobre el diálogo verdadero.
Las palabras utilidad y diálogo, como
también la comunidad familiar, constituyen valores y estructura de
participación fundamentales para la convivencia social y el desarrollo integral
de la sociedad.
Por lo expresado arriba, me parece
conveniente comenzar estableciendo los criterios que identifican este trabajo.
UTILIDAD
Con mucha frecuencia he expresado que
utilidad es la capacidad que tienen las cosas para servir. Dice la sabiduría
popular: “lo que no sirve se bota”. En términos positivos, podríamos decir:
tratemos adecuadamente todo lo que pueda servir para satisfacer alguna
necesidad. En esto consiste la austeridad.
Austeridad, componente
básico de la utilidad, es el uso racional de los bienes y servicios capaces de
satisfacer una necesidad real. Vale decir, lo que sirve para elevar la
calidad de vida de un ser viviente, partiendo de la dignidad de la persona
humana; mientras se rechazan aquellas cosas inútiles que estancan o
degradan. Ahí entrarían el consumismo, el juego de azar, o cualquier otro vicio.
El Papa Francisco, en el número 223 de su
encíclica LAUDATO SI, que muchos la han designado como mensaje
ecológico, nos enseña una gran lección:
“La sobriedad que se vive con libertad y
conciencia es liberadora… Se puede necesitar poco y vivir mucho, sobre todo
cuando se es capaz de desarrollar otros placeres y se encuentra satisfacción en
los encuentros fraternos, en el servicio, en el despliegue de los carismas, en
la música, en el arte, en el contacto con la naturaleza, en la oración. La
felicidad requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando
así disponibles para las múltiples posibilidades que ofrece la
vida”.
DIÁLOGO
Concibo el diálogo como una intercomunicación
sobre un tema importante para una o todas las partes que dialogan.
Los comunicadores sociales, por la naturaleza
de la profesión que ejercen, son las personas que tienen el mayor deber de
promover el diálogo.
Y no me refiero solo a los trabajadores de
“medios de comunicación”, como son los periodistas y locutores que,
lamentablemente, la pobreza educativa de muchos de ellos, los descalifica para
promover el diálogo. Comienzo por los padres, maestros o religiosos que desde
el púlpito o ambón se dirigen de manera cotidiana a numerosas personas.
Paulo Freire, eminente maestro del
diálogo, en su libro “Pedagogía del Oprimido” nos enseña:
“…el diálogo es una exigencia
existencial. Y siendo el encuentro que solidariza la reflexión y la acción de
sus sujetos encauzados hacia el mundo que debe ser transformado y humanizado,
no puede reducirse a un mero acto ideas de un sujeto en el otro, ni convertirse
tampoco en un simple cambio de ideas consumadas por sus permutantes. Tampoco es
discusión guerrera, polémica, entre dos sujetos que no aspiran a comprometerse
con la pronunciación del mundo ni con la búsqueda de la
verdad, sino que están interesados solamente en la imposición de su
verdad…No hay diálogo verdadero sino existe en sus sujetos un pensar verdadero.
Siendo el amor fundamento del diálogo, es también diálogo”.
LA COMUNIDAD FAMILIAR
La comunidad familiar es la estructura
social que promueve, fundamentalmente, el comportamiento de los conductores de
la sociedad, partiendo de los padres y madres de familia, continuando por los
cuerpos intermedios de sindicatos, cooperativas, juntas de vecinos, empresas,
partidos políticos, hasta llegar a los niveles más altos del Estado y las Iglesias.
He expresado en diversas ocasiones mi
convicción de que sectores de poder pretenden destruir la familia, para
masificar la sociedad y de esa forma manipularla en provecho de sus
intereses particulares y contra el bien común.
Frente a esta realidad, los
conductores de la comunidad familiar brindarían un gran servicio a la sociedad
si programaran unas vacaciones que, junto a la recreación, incluya
acciones educativas fundamentada en los valores de la ecología integral que,
entiendo, como el compromiso por el respeto a todo ser viviente a partir de la
dignidad de la persona humana.
MI PROPUESTA
Propongo un programa que se fundamentaría en
un encuentro familiar campestre para dialogar y reflexionar sobre la ecología
integral.
FUNDAMENTO DEL ORDEN DEL DÍA:
1) Seleccionar un ambiente en donde estén
representadas todas las criaturas con que Dios ha bendecido al
pueblo dominicano.
2) Lectura Bíblica propia de una
espiritualidad del ambiente que podría ser tomada del Capítulo I del Libro del
Génesis: “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya… macho y hembra… Y los
bendijo Dios con estas palabras: “Sean fecundos, llenen la tierra…les entrego
todas las hierbas que engendran semillas… todos los árboles frutales… todos los
animales… todas las aves…Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno”
3) Paseo por diversos senderos del ambiente
escogido.
4) Preparación participativa de una comida
usando víveres propios del lugar.
5) Diálogo musical y verbal sobre la
identidad familiar y nacional: Himno a los Padres, Himno a las Madres,
Himno a la Tierra, Mi Quisqueya, Mi Árbol, etc. Aniversarios y Fiestas
Patrias y familiares del período: Fusilamiento de Sánchez, Embarque de las tropas anexionistas, Fin
de la Ocupación Norteamericana 1916, Fallecimiento de Juan Pablo Duarte,
Fundación de La Trinitaria, saldo de la deuda externa, Día de los Padres,
Proclamación de la Restauración.
Este encuentro sería un diálogo modelo
de conversión de las confrontaciones entre las categorías, a la armonía y
cooperación de sectores opuestos, comenzando por hombre-mujer y
viejo-joven puesto que una celebración del Día del Padre, supone madre e
hijo, en donde convergen valores familiares y las categorías de naturaleza
opuestas.
EN RESUMEN
Un programa familiar campestre podría
convertirse en una iniciativa de economía solidaria fundamentada en la ecología
integral aldeana en la cual personas y grupos podrían unirse y
compartir recursos ambientales y productos saludables. ADH 814
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