Mujeres, ciencia y pañales

Temas de Salud | Marcia Castillo

Mujeres, ciencia y pañales

“No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas.”

Mary Wollstonecraf

En 1963 Salvador Dalí dedicó uno de sus cuadros más impresionantes a James Watson y Francis Crick, científicos descubridores del ADN. Título de la pintura: Galacidalacidexosiribonucleicacid y no, no es una jitanjáfora es más bien un guiño a la pasión que el surrealista sentía por ese tema en particular. Para la comunidad científica los Drs Watson y Crick generaron un hito irrepetible y por esa razón recibieron el premio Nobel en el 1962, sin embargo, como en todo hay una intrahistoria que no se lee o que no se dice, son los aventajados que por las razones que sea se alzan con los laudos, mientras las minorías quedan rezagadas como sombras de sus sombras. Este es el caso de Rosalind Franklin y la famosa fotografía 51, allí se retrata por vez primera la doble hélice del ADN, sin esto hoy por hoy no hubiéramos dado los pasos agigantados en el proyecto del genoma humano que ha   revolucionado al mundo médico. La Joven científica de un carácter áspero era sin lugar a dudas vista con una rival para sus congéneres masculinos, llevando a cabalidad en sus cuadernos los registros de las mediciones y observaciones precisas que fueron decisivas para el avance de la ciencia mendeliana, detallando las distancias relativas de los distintos elementos repetitivos en una molécula de ADN y también anotó detalles que sugerían que la molécula de ADN constaba de dos partes iguales y complementarias.

Trabajando independientemente Franklin hizo un progreso increíble en el estudio del ADN, pero se sentía cada vez más incómoda y aislada socialmente en el laboratorio de King's College donde laboraba. Murió a los 37 años y no fue mencionada en el discurso de recibimiento del Nobel, pasarían décadas para que su merecido crédito fuera resaltado por el simple hecho de ser mujer.

Otro caso de misoginia más conocido es el de Marie Curie, científica polaca nacionalizada francesa, tres razones nos llevan a considerar esto, primero: fue galardonada dos veces con el Nobel uno de física y otro de química, no obstante fue Pierre Curie (su esposo) quien subió a recoger el galardón; segundo: en una sociedad falocéntrica tuvo que criar sus dos hijas de manera paralela a su trabajo científico y muchas veces fue criticada por no ser una madre convencional; tercero: cuando su  esposo fallece fue objeto de vejaciones y rechazos ya que inicio otra relación amorosa. Fue así como a pesar de desarrollar una carrera prístina y adelantada en el primer Nobel que ganó conjuntamente a Pierre (su esposo) no fue ni siquiera mencionada por los académicos, solo su esposo quien siempre la consideró su igual y la historia le hicieron justicia, hoy día dos elementos químicos se atribuyen   a madame Curie: el Polonio y el Radio.

Gertrude Belle Elion ha sido una de las científicas más brillantes de la historia en el campo de la medicina. Como muchas mujeres de ciencia, triunfó dentro de un mundo meramente masculino donde el papel de las científicas era habitualmente menospreciado. No pudo colegiarse en la universidad a pesar de ser una estudiante sobresaliente y tuvo que conformarse con dar clases de secundaria luego paso a ser  asistente del Doctor George Hitchings; en su laboratorio se convirtió en experta en química orgánica y trabajó en farmacología, la inmunología o la bioquímica. La colaboración establecida desde 1944 con George Hitchings duraría de por vida, por el tesonero trabajo de Gertrude Belle Elion  hoy contamos entre sus descubrimientos con el fármaco AZT para el tratamiento del SIDA, el Imuran, un medicamento que facilita los trasplantes de riñón y que ayuda al cuerpo a aceptar los órganos trasplantados. Aunque su mayor investigación, y por la que le otorgaron el Premio Nobel en Fisiología o Medicina 1988 junto a George Hitchings y James W. Black, es el estudio de las diferencias bioquímicas entre células humanas normales y patógenas (agentes causantes de enfermedades) para diseñar fármacos que pudieran eliminar o inhibir la reproducción de patógenos particulares sin dañar las células huéspedes.

Es posible que la lista de científicas invisibles para la historia se prolongue de manera indefinida cansando a nuestros amables lectores, pero aquí queda demostrado que las minorías han tenido que luchar a sangre y fuego para ganarse su espacio, para granjearse el respeto que les corresponde por lo que son y lo que saben, en el caso de las mujeres es una lucha entre ciencia y pañales como reza el título. ADH 841