Comentario | P. Arturo Pichardo
Las exigencias del seguimiento del Señor
Según las lecturas de este domingo Vigésimo segundo,
de conformidad con lo que plantea el profeta Jeremías en la primera lectura,
debemos dejarnos “seducir” por El. ¿Qué se entiende por “seducir” en este
contexto? Que la persona llamada por el Señor no puede resistirse al proyecto
de Dios, a pesar que él respeta la libertad humana; que no puede resistirse al
amor de Dios. El profeta siente que lo que hace y dice es porque Dios se lo
pide.
Para San Pablo en la segunda lectura, el seguidor de
Jesús debe presentar su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.
Pablo piensa en el sacrificio de Jesús que entregó su vida para salvarnos y el
discípulo y la discípula, debe parecerse al maestro, vivir como él vivió, dar
lo mejor de sí mismo, como dicen ahora, “la mejor versión de uno”.
Según el Evangelio de Mateo en el día de hoy, una
exigencia fundamental para todo seguidor suyo a implica “negarse a sí mismo,
tomar la cruz y seguirle”. Ponerse detrás del maestro, no trazarle pautas, fue
la tentación que le presentó Pedro; no acomodar la cruz a los criterios del
discípulo.
Esto implica, además, “perder”, según los criterios
mundanos, para “ganar” según los criterios de Dios.
La recompensa está asegurada por el Señor que dijo:
“Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus
ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta”. No tengamos miedo,
pidamos al Señor que nos de la perseverancia en su seguimiento, que él nos
seduzca, como a Jeremías y que reciba nuestro servicio como ofrenda agradable.
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