Reflexiones | Telésforo Isaac, Obispo Emérito Iglesia
Episcopal/Anglicana
Mujeres dan asistencia y apoyo
a Jesús
La Semana Santa es un tiempo propio para recordar y
ponderar en las relaciones entre los componentes y los activistas en la
comunidad presente en Jerusalén en torno al juicio y crucifixión de Jesús de
Nazaret. Es necesario tener fortaleza espiritual y voluntad para seguir el
ejemplo de las mujeres y otras personas benévolas que asistieron y apoyaron a
Jesús el Crucificado en hacer lo imprescindible para lograr el bien común.
Veamos pues, una escena para que sirva de reflexión.
Toca tomar en consideración las particularidades de los
personajes envueltos en lo sucedido en Jerusalén, en el caso del profeta Jesús
de Galilea, quien dijo ser “Hijo de Dios”, (Juan 3:16), y lo aseveró diciendo:
“yo estoy en el Padre y el Padre está mi”. (Juan 14: 11).
Es propicio meditar en el trato dado a Jesús por los
jefes religiosos judíos, Caifás y Anás y el Sanedrín (tribunal y consejo de
sabios judío); por Poncio Pilatos, autoridad gubernamental del imperio de los
Césares; por los soldados guardianes del templo; por el personal del palacio
administrativo y todos aquellos que tuvieron involucrados directa o
indirectamente en la traición, apresamiento, negación, juicio, condenación y
crucifixión de Jesús.
De manera específica debemos enfocarnos en las mujeres
para ver sus moralidades, asistiendo a Jesús, brindándole apoyo y
servicios, y acompañándole hasta el pie de la cruz. Se debe recalcar la
presencia de las Tres Marías que pueden ser catalogadas como representativas de
una trilogía de las virtudes de “maternidad” en María la madre del Señor; de
“familiaridad” en María Salomé, la madre de los hijos de Zebedeo, y
“fraternidad-solidaria” de María Magdalena, mujer mencionada en muchas
referencias en diferentes etapas de la vida de Jesús de Nazaret.
En la composición de las “Tres Marías”, tenemos a María,
la madre de Jesús a quien el ángel anunció esta afirmación: “Dios te ha
bendecido más que todas las mujeres, y ha bendecido a tu hijo”. (Lucas 1:42);
sin embargo, cuando el niño nació y fue llevado ocho días después al templo
para ser presentado, un hombre justo y piadoso llamado Simeón hizo saber
proféticamente: “Que este niño está destinado a hacer que muchos en Israel
caigan o se levanten… pero todo esta va a ser para ti (María) como una espada
que atraviese tu alma”. (Lucas 2: 35). Esta dolorosa experiencia fue cumplida
de manera visual, contemplada con ignominia en el monte del Calvario y es una
presentación de “maternidad” sufrida.
La otra persona presente allí en el tétrico escenario,
podría ser considerada como moralidad de “familiaridad”. Ella es María Salomé,
hermana de la Virgen María, esposa de Zebedeo, madre de Juan y Jacobo (Santiago
el Mayor), quien está presente para dar soporte emocional como miembro de la
familia.
La tercera fémina es María Magdalena y representa la
“fraternidad- solidaria”. Esta señora fue una de las mujeres que Jesús curó de
enfermedades, por lo que fue agradecida y solidaria con Jesús asistiéndole,
apoyándole hasta el lugar donde fue crucificado en el Gólgota.
La figura de la Tres Marías, el empeño y constante
dedicación de ellas, debe ser ejemplo para seguir por los cristianos y toda
persona de buena voluntad. ADH 844
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