Biblia | P. William Arias
Carta apostólica del papa Francisco en el XVI centenario de la muerte de
san Jerónimo
Su nombre en
latín es Scripturae Sacrae affectus (Estima por la Sagradas Escrituras),
hecha para conmemorar los 1600 años de la muerte de San Jerónimo, por eso fue
publicada el 30 de septiembre de este año, día en que la Iglesia recuerda la
muerte de San Jerónimo en este mundo y su nacimiento a la vida eterna en Dios.
Otros Papas habían escrito sobre esta figura de la Iglesia, y el mismo
Francisco los nombra: Benedicto XV con la carta Encíclica Spiritus
Paraclitus, conmemorando el decimoquinto aniversario de su muerte y
Benedicto XVI en unas catequesis, las cuales resumimos en este medio años
atrás.
El Papa
comienza la carta hablando de la vida de San Jerónimo, su biografía, pero sobre
todo sus aportes a la Iglesia de entonces y su labor de hombre sabio al
servicio de la iglesia de Roma, su espiritualidad y amor por la Palabra de
Dios, la cual le llevó hasta tierra Santa, donde realizó su magnífica e insigne
obra que fue la Vulgata: la traducción de la Biblia desde los textos
originales, sobre todo el hebreo del Antiguo Testamento, al latín vulgar, el
idioma común en esos tiempos.
El traductor de la Palabra de Dios se convierte en un puente, pues la Biblia necesita ser traducida e insertada en la cultura de cada generación, como en la cultura secularizada de hoy
Un punto
interesante es el detenimiento que hace el Papa sobre el retrato de San
Jerónimo; señala los pintores que los hicieron en donde destacan las facetas de
Jerónimo: una el monje penitente y la otra el hombre de estudio, y se destaca
la del pintor Caravaggio en donde se unen las dos: “…las dos fisonomías
contrapuesta que aparecen en su figura son, en realidad, elementos con los que
el Espíritu Santo le permitió madurar su unidad interior”, dice Francisco.
Luego la carta
comienza a desglosar la importancia de Jerónimo en su relación con las Sagradas
Escrituras, puntualizando primeramente su amor hacia las Sagradas Escrituras: “El
rasgo peculiar de la figura espiritual de San Jerónimo sigue siendo, sin duda,
su amor apasionado por la Palabra de Dios, transmitida a la Iglesia en la
Sagrada escritura”. Compara su pasión a la de los profetas de la misma
Biblia y dice que él fue un servidor fiel, trabajador y consagrado, para que
sus hermanos comprendieran el “deposito sagrado”, e invita a que, guiados por
Jerónimo, como él, hagamos una lectura correcta y fecunda de las Sagradas
Escrituras. Señala el esfuerzo que deben hacer las facultades teológicas para
que sus estudiantes de Sagradas Escrituras tengan la competencia interpretativa
tanto en la traducción como en la interpretación de los textos, y está el deber
de promover una formación extendida a todos los cristianos, al igual que en la
familia y en la Iglesia.
El Papa resume
la obra de Jerónimo como una inculturación de la Palabra de Dios: “Con su
traducción, Jerónimo logró ‘incultura’ la Biblia en la lengua y la cultura
latina, y esta obra se convirtió en un paradigma permanente para la acción
misionera de la Iglesia”, elemento tan importante para la evangelización
hoy, ya que el traductor de la Palabra de Dios se convierte en un puente, pues
la Biblia necesita ser traducida e insertada en la cultura de cada generación,
como en la cultura secularizada de hoy.
La carta
concluye con un llamado a todos y en especial a los jóvenes al estudio, sobre
todo del cristianismo como patrimonio cultural, como fue Jerónimo, hombre de
estudio, a quien define como Biblioteca de Cristo y destacando el
ejemplo de María, a quien Jerónimo evocaba en su actitud de lectora orante de
la Escritura. ADH 851
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