ACTUALIDAD | Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
Día de las Personas con Discapacidad. El
Papa: Inclusión y participación activa
«Reconstruir mejor: hacia un mundo post Covid-19
que incluya la discapacidad, accesible y sostenible», tema del Mensaje del
Santo Padre, con ocasión del Día Internacional de las Personas con
Discapacidad.
«Que la voluntad común de “reconstruir mejor”
pueda desencadenar sinergias entre las organizaciones tanto civiles como
eclesiales, para edificar, contra toda intemperie, una “casa” sólida, capaz de
acoger también a las personas con discapacidad, porque está construida sobre la
roca de la inclusión y de la participación activa», lo escribe el Papa
Francisco en su Mensaje
con ocasión del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, dado a
conocer este jueves, 3 de diciembre de 2020.
Reconstruir mejor: hacia un mundo post Covid-19
En su Mensaje para la celebración del Día
Internacional de las Personas con Discapacidad, el Pontífice expresa su
cercanía a todas las personas que “están viviendo situaciones de particular
dificultad en esta crisis causada por la pandemia”, y recuerda que todos
estamos en la misma barca en medio de un mar agitado; pero en esta barca a
algunos les resulta más difícil, entre ellos a las personas con discapacidades
graves. Asimismo, el Papa señala que, el tema de este año es «Reconstruir
mejor: hacia un mundo post Covid-19 que incluya la discapacidad, accesible y
sostenible». En este sentido, el Papa resalta la expresión “reconstruir mejor”;
que evoca la parábola evangélica de la casa construida sobre roca o sobre arena
y a partir de la cual comparte las siguientes reflexiones.
La amenaza de la cultura del descarte
Una de las primeras amenazas que se presenta a
esta “casa”, escribe el Papa Francisco, son la «lluvia», los «ríos» y los
«vientos» que pueden ser identificados con la cultura del descarte,
difundida en nuestro tiempo. Para dicha cultura, partes de la humanidad parecen
sacrificables en beneficio de un sector humano digno, y no se considera ya a
las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar,
especialmente si son pobres o discapacitadas.
En los últimos cincuenta años, precisa el
Pontífice, se han dado pasos importantes, tanto en el ámbito de las instituciones
civiles como de las realidades eclesiales. Sin embargo, todavía subsisten en el
sustrato cultural demasiadas expresiones que contradicen de hecho este enfoque.
Debido también a una mentalidad narcisista y utilitarista, se constatan
actitudes de rechazo que conducen a la marginación, sin considerar que,
inevitablemente, la fragilidad pertenece a todos. En realidad, hay personas con
discapacidades incluso graves que, aun con gran esfuerzo, han encontrado el
camino hacia una vida buena y rica de significado, como hay muchas otras
“normalmente dotadas” que sin embargo están insatisfechas, o a veces
desesperadas.
Es importante, especialmente en este Día, promover
una cultura de la vida, que afirme continuamente la dignidad de cada persona,
en particular en defensa de los hombres y mujeres con discapacidad, de
cualquier edad y condición social
La «roca» de la inclusión
Siguiendo con la imagen de la casa construida
sobre la roca, el Papa Francisco afirma que, se tiene que edificar esta “casa”
sobre la roca de la “inclusión”. Para así, hacer frente a las disparidades
y diferencias que se han acentuado aún más en este tiempo de pandemia. Y
siguiendo la parábola evangélica del Buen Samaritano, el Pontífice afirma que,
a menudo nos encontramos en el camino de la vida con personas heridas, que en
ocasiones llevan precisamente los rasgos de la discapacidad y la fragilidad.
Por ello, la inclusión debería ser la «roca» sobre la que las instituciones
civiles construyan programas e iniciativas, para que nadie quede excluido,
especialmente quienes se encuentran en mayor dificultad. “La fuerza de una
cadena depende del cuidado que se dé a los eslabones más débiles”.
Respecto a las instituciones eclesiales, el Santo
Padre reitera la exigencia de disponer de instrumentos adecuados y accesibles
para la transmisión de la fe. Además, invita a que se pongan a disposición de
quienes los necesitan, en cuanto sea posible gratuitamente, incluso a través de
las nuevas tecnologías, que han demostrado ser tan importantes para todos en
este período de pandemia. Asimismo, el Papa alienta a que exista una formación
ordinaria para sacerdotes, seminaristas, religiosos, catequistas y agentes de
pastoral, sobre la relación entre la discapacidad y el uso de instrumentos
pastorales inclusivos. Que las comunidades parroquiales se comprometan a que se
desarrolle en los fieles el estilo de acogida hacia las personas con
discapacidad.
Crear una parroquia plenamente accesible requiere
no sólo que se eliminen las barreras arquitectónicas, sino que los parroquianos
asuman sobre todo actitudes y acciones de solidaridad y servicio hacia las
personas con discapacidad y hacia sus familias. El objetivo está en que
lleguemos a dejar de hablar de “ellos” y lo hagamos sólo de “nosotros”
La «roca» de la participación activa
Asimismo, el Papa Francisco señala que, para
“reconstruir mejor” nuestra sociedad es necesario que la inclusión de quienes
son más frágiles comprenda también la promoción de su participación activa. Por
ello, es importante reconocer el derecho de las personas con discapacidad a
recibir los sacramentos como los demás miembros de la Iglesia. Se debe prestar
especial atención a las personas con discapacidad que aún no han recibido los
sacramentos de la iniciación cristiana: estas podrían ser acogidas e incluidas
en el itinerario de catequesis para la preparación a estos sacramentos.
La gracia de la que son portadores no puede ser
negada a nadie
Por eso, también las personas con discapacidad,
tanto en la sociedad como en la Iglesia, piden convertirse en sujetos activos
de la pastoral y no sólo en destinatarios. En efecto, la participación activa
de las personas con discapacidad en la catequesis constituye una gran riqueza
para la vida de toda la parroquia. Estas, en efecto, injertadas en Cristo en el
Bautismo, comparten con Él, en su particular condición, el ministerio
sacerdotal, profético y real, evangelizando a través, con y en la Iglesia. Espero
que en las comunidades parroquiales sean cada vez más, las personas con
discapacidad que puedan convertirse en catequistas, para transmitir la fe de
manera eficaz, también con su propio testimonio.
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