Espiritualidad | Juan Corona Estévez
La
espiritualidad mariana en la Iglesia
A la luz de
la palabra de Dios y de la tradición eclesial el teólogo Ángelo Amato se
pregunta, “¿cuándo y en qué sentido la devoción mariana puede ser
calificada de legítima espiritualidad cristiana?” No son raras las
veces en que la propia expresión espiritualidad mariana ha sido vista con
sospecha, por el temor de que esta se coloque de manera paralela o casi
sustitutiva de la dimensión eclesial, cristológica y sacramental.
Ante la
interrogante sobre la existencia o legitimidad de una espiritualidad mariana, Von
Balthasar afirma que “la espiritualidad mariana es fundamentalmente
espiritualidad eclesial porque confiere el auténtico y universal espíritu, que
sirve de fundamento a los carismas individuales”. Así mismo
indica que su fundamento bíblico se origina en el evangelio de la infancia de
Lucas compuesto de episodios centrados en María (cfr.
Lc 1,26-38; Lc 2,21-40).
Se subraya la figura evangélica de María como modelo de vida en Cristo y en el Espíritu
En esa
misma línea, otros autores hablan de espiritualidad mariana como reconocimiento
del papel salvífico de María en la existencia del cristiano, pues notan en ella
no una relación superficial, sino una realidad adaptada y unificante entre
el cristiano y María bajo el influjo del Espíritu. Por otra parte, hay
quienes ven en los Padres de la Iglesia y en el uso del paralelismo Eva-María
un despunte de espiritualidad mariana, que desde el comienzo se perfila dentro
de la amplia perspectiva salvífica, por ello, el pueblo fiel vive su piedad
mariana con intensa devoción quedando ésta expresada mediante sus oraciones
dirigidas a la Virgen.
Analizando
los datos de la espiritualidad mariana en la encíclica Redemptoris Mater,
se subrayan al menos tres elementos fundamentales: la figura evangélica de
María, como modelo de vida en Cristo y en el Espíritu; la mediación
materna de María, que tiende a hacer crecer a los hijos de Dios hasta su
conformación con Cristo y, el vínculo intrínseco entre ella y la Iglesia
(cfr.RM 7-50).
Este
recorrido realizado hasta ahora ha servido para mostrar que es posible y
legítimo hablar de espiritualidad mariana como experiencia de fe
cristiana unificada por el referente María. En realidad, esto no significa
poner a la Virgen en el centro y Jesús y a la Trinidad en la periferia. Más
bien, significa acoger y vivir en su globalidad de amor, de acción y dedicación
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
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