Actualidad |Redacción Ecclesia
Pontificia Academia para la Vida: La vacunación es “un
bien común para todos”
Evitar una carrera por la vacuna, promover una
sinergia entre los Estados para la distribución de las dosis, y no dejar fuera
a los países más pobres y, por tanto, a las personas más vulnerables. Se trata
de importantes peticiones realizadas por la Pontificia Academia para la Vida
que, por medio de una nota, reflexiona sobre los «gravísimos problemas que
están surgiendo» en la producción y distribución de la vacuna de la covid-19.
Es necesario —dice el texto— identificar urgentemente «sistemas adecuados de
transparencia y colaboración» ya que «hay demasiado antagonismo y competencia y
el riesgo de fuertes injusticias».
El más frágil en primer lugar
Citando el Mensaje de Navidad Urbi et Orbi, la
Academia recuerda la petición del Papa de pedir a todos los «jefes de Estado,
empresas, organismos internacionales» que promuevan la cooperación y no la
competencia, pidiendo «vacunas para todos, especialmente para los más
vulnerables y necesitados en todas las regiones del Planeta». En primer lugar
—dijo Francisco— los más vulnerables y necesitados. Estas palabras, según
subraya la Academia para la Vida, «requieren una escucha responsable por parte
de todos».
Un bien común
Asimismo, otra referencia que hace la Academia es el
documento firmado junto con el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral,
publicado el 29 de diciembre de 2020, en el que se afirma que la vacuna es un
bien común y se llama a superar el «nacionalismo vacunal», o el «intento de los
distintos Estados de tener su propia vacuna más rápidamente, pero procurando
primero la cantidad necesaria para sus propios habitantes». Una carrera que
crea inevitables desigualdades. «Acuerdos internacionales para gestionar las
patentes de forma que se favorezca el acceso al producto para todos y se eviten
posibles cortocircuitos comerciales, también para mantener el precio bajo en el
futuro», es la invitación de la Academia Pontificia. El espíritu que se debe
promover en la producción industrial de la vacuna debe ser el de la
colaboración «entre los estados, las empresas farmacéuticas y otras
organizaciones», para dar la posibilidad de producirla en diferentes zonas del
mundo. «Es una oportunidad extraordinaria para un nuevo futuro más solidario»,
se lee en la nota.
Un principio de subsidiariedad
Se debería repetir lo que ya se ha hecho en la
realización de la vacuna, con la investigación que ha puesto en marcha todo su
empeño. «Con el mismo espíritu», se lee en la nota, «debería iniciarse una
sinergia positiva potenciando las instalaciones de producción y distribución
disponibles en las diferentes zonas donde se administrarán las vacunas,
basándose en el principio de subsidiariedad». «Hay que evitar, por tanto»,
subraya la Academia Pontificia, «que algunos países reciban la vacuna muy tarde
debido a la reducción de la disponibilidad por la compra previa de grandes
cantidades por parte de los países más ricos». Es importante no dejar atrás a
los países más pobres, al tiempo que es necesario desarrollar una serie de
herramientas «para alcanzar los objetivos acordados en materia de accesibilidad
universal».
De ahí el urgente y enérgico llamamiento «a los
gobiernos nacionales y a las organizaciones de la Unión Europea y de la OMS
para que tomen medidas en este sentido». Una forma de concretar las palabras
del Papa y así ser «todos, hermanos y hermanas».
Publicado en: revistaecclesia.org
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