Biblia | P. William Arias
Las viudas en
la Biblia
En estos dÃas de pandemia, me ha
tocado pasar por algunos lugares y preguntar por algunas parejas conocidas, y
me han dado la triste noticia de que algunos han muerto, dejando tras de sà a
un viudo o alguna viuda en la soledad y la tristeza, pues cuando se lleva al
parecer tantos años al lado de una persona compartiendo todo basado en el amor,
la partida de uno de los dos deja toda una estela de soledad, que llega hasta
hacer pensar que él que se ha ido en cualquier momento puede regresar.
Son muchos los viudos y viudas entre
nosotros. En la Biblia se habla de las viudas y no de los primeros, su posición
en aquella antigua sociedad estaba muy en correlación con la situación de la
mujer. En el mundo judÃo de la biblia, la mujer no estaba en una situación ventajosa
frente al varón, ya que aquella era una sociedad sumamente patriarcal y
machista, una mujer valÃa por el hombre que tenÃa a su lado, sobre ella pesaban
los trabajos más duros de la casa, y muchas veces guardaba el rebaño y
trabajaba en el campo, hacÃa el pan, hilaba, etc. Los asuntos públicos no eran
muy propios de ella, aunque en la Biblia tenemos el ejemplo de Debora y Yael
(Jue 4-5), AtalÃa (2Re 11) y los libros de Judit y Ester. La gran estima por la
mujer estaba en el ser madre, con la consiguiente sujeción y obediencia a su
marido, y su desempeño en el hogar (Prov 31,10-13.19-20.30-31), en consecuencia
y por lo dicho en el Génesis de que Dios habÃa creado a la mujer como ayuda
adecuada para el hombre (Gen 2,18.24), pero en sà era inferior al hombre.
Era frecuente que una viuda cargada de hijos se hallaba en condiciones miserables, de ahà la gran limosna de socorrer huérfanos y viudas abogado por los profetas
Entonces, si una mujer tenÃa su
valÃa por el hombre que estaba a su lado, la situación de las viudas presenta
ciertas particularidades. Al enviudar una mujer debÃa llevar ropajes de luto,
en ciertas circunstancias seguÃa ligada a su marido muerto sino tenÃa
descendencia, por la famosa ley del levirato, de tener un hijo con un cuñado, y
ese hijo serÃa hijo del difunto para que su nombre perviviera en Israel.
También podÃa volver a convivir con su familia paterna y por motivos económicos
podÃa volver a casarse, pero generalmente esto no era posible y en algunos
casos estaba prohibido, en definitiva su situación era insegura, y era frecuente que una viuda cargada de hijos se hallaba en
condiciones miserables, de ahà la gran limosna de socorrer huérfanos y viudas
abogado por los profetas (Is 1,17; Jer 7,6; Miq 2,9); aunque algunos de los
hijos en mayorÃa de edad podÃan protegerla y cuidarla (razón de ser del milagro
de Jesús de la resurrección del Hijo de la Viuda de NaÃn en Lucas 7,11-16).
PodÃan también ser vÃctima de la
corrupción y de las injusticias, como el caso de la parábola de la viuda y el
juez inicuo (Lc 18,1-8), la viuda no podÃa pagar al juez para que le hiciera
justicia, por eso insistÃa, era su única posibilidad, posiblemente ante alguno
de los hermanos del muerto que querÃan quitarle alguna posesión, según el
parecer de algunos. El asunto es que, en los textos bÃblicos, sobre todo de los
profetas y en tiempo de Jesús, las viudas eran de los pobres más pobres (Mc 12,42-44 y Lc21,1-4). Más
adelante en la primitiva comunidad cristiana se le sostenÃa (Hech 6,1ss), y se
le visitaba en sus problemáticas (Sant 1,27) y posteriormente se asume a partir
de su estatus cierta ministerialidad (1Tim,5,3-16).
En nuestras
comunidades hoy dÃa tenemos muchas mujeres solas por su viudez, se ha ido el
compañero de su vida, pero la fe en Dios la sostiene y la fortalece en este
andar solas en la última etapa de su vida; se han creado algunas vivencias
comunitarias para acompañarles, pero siguen siendo pobres, pues aunque algunas tengan
muchos bienes materiales o lo suficiente y necesario para vivir, pero están
carente de ese ser humano que les amó en nombre del Señor, y le dio sentido a
su vida y a su existencia. ADH 853.
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