Derechos Humanos | Maricruz Howley/ADH
Derechos Humanos
inalienables deben ser defendidos, dice Mons. Gallagher a la ONU
A través
de un video-mensaje en la 46ª sesión del Consejo de Derechos Humanos del organismo
internacional (CDH), comenzada este lunes en Ginebra (Suiza), el Secretario vaticano
para las Relaciones con los Estados Mons. Paul Richard Gallagher ha hecho un
llamado a que “necesitamos redescubrir los fundamentos de los derechos
humanos para aplicarlos de forma auténtica”.
Mons.
Gallagher apuntó que la pandemia de Covid-19 ha causado la muerte de muchas
personas, ha afectado todos los aspectos de la vida y ha hecho temblar nuestros
sistemas sanitarios, sociales y económicos afirmado la relevancia en el
compromiso para la protección y promoción de los derechos humanos universales.
Los derechos
humanos son incondicionales y no están separados de los valores universales
Mons.
Gallagher destacó dos documentos que afirman una verdad imparcial: toda persona
humana está dotada innata y universalmente de dignidad humana. Resaltó que esta
verdad “no está condicionada por el tiempo, lugar, cultura o contexto”.
Reconoce que este compromiso solemne “es más fácil de pronunciar que de
alcanzar y practicar” y se lamenta de que estos objetivos “todavÃa están
lejos de ser reconocidos, respetados, protegidos y promovidos en todas las
situaciones”.
Continua
confirmando que la verdadera promoción de los derechos humanos fundamentales depende
del fundamento subyacente del que derivan y advirtió que cualquier práctica o
sistema que trate los derechos de manera abstracta -separándolos de los valores
preexistentes y universales- corre el riesgo de minar su razón de ser y
enfatiza que “las instituciones de derechos humanos se vuelven susceptibles a
las modas, visiones o ideologÃas imperantes” dando pie a derechos sin valores
que incluso podrÃan atreverse a crear ‘nuevos’ derechos que se alejan del
propósito del servicio a la dignidad humana.
Derecho a
la vida y medidas ante el Covid-19
Se refirió
Mons. Gallagher sobre un infortunado ejemplo: en las observaciones generales 36
del Comité de los Derechos Humanos, donde lejos de defender el derecho a la
vida y la dignidad humana, tergiversaron su significado e implican el derecho
al suicidio asistido y la terminación de la vida de niños no nacidos. Pero
también aplaude la ampliación de la lucha contra los actos de tortura,
desapariciones forzosas, la pena de muerte, la protección a los ancianos, los
emigrantes, niños y la maternidad. Todo con base fundamentada en el bien
inherente a la vida y porque la vida, antes de ser un derecho es ante todo un
bien que debe ser valorado y protegido.
Asimismo,
apunta que ante el Covid-19 las medidas tomadas no han sido aplicadas de forma
justa pues personas en situaciones de vulnerabilidad como ancianos, migrantes,
refugiados, indÃgenas, desplazados internos y niños en muchos lugares han sido
afectados desproporcionadamente por esta crisis y enfatiza que cualquier
limitación que se imponga en una emergencia debe ser de forma proporcional y
sin discriminación y usada cuando no se tenga a disposición otros medios.
Libertad
religiosa, Fraternidad Humana y multilateralismo
Insistió en
recomendar a las autoridades polÃticas comprometerse con los lÃderes religiosos
como con los lÃderes de organizaciones confesionales y de la sociedad civil
comprometidos con la promoción de la libertad de religión y conciencia, pues
“las creencias religiosas y la expresión de las mismas, constituyen el núcleo
de la dignidad de la persona humana en su conciencia”.
Nos invita
a ver la crisis que ahora vivimos como una oportunidad única para enfocar y
demostrar que el multilateralismo como la expresión de un renovado sentido de
responsabilidad global, solidario basado en la justicia y consecución de la paz
y unidad dentro de la “familia humana” que es el plan de Dios para
el mundo y en el que el Papa Francisco ha insistido en invitar a participar a
todos reconociendo la dignidad de cada persona y promoviendo la fraternidad
universal con la cual está profundamente comprometida la Santa Sede termina
Mons. Gallagher.
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