Testimonios | Guillermo Aza, MSC
Monseñor Romero,
verdadero pastor y profeta en un contexto martirial
Monseñor Óscar Arnulfo
Romero y Galdamez se presentó como auténtico pastor y profeta en un contexto
martirial, primero, siendo obispo auxiliar de El Salvador (1970), luego como obispo de
Santiago de María (1974) y, por último, como Arzobispo de El Salvador
(1977), donde finalmente terminará su vida el 24 de marzo de 1980 en la capilla
del Hospital La Divina Providencia. En tanto pastor se mostró cercano al
pueblo, con gran dedicación pastoral, promoviendo asociaciones y movimientos
espirituales, predicando todos los domingos en la catedral y visitando a los
campesinos más pobres. De este modo, se ganó el cariño y el respeto de su pueblo
y el de los sacerdotes en su diócesis.
Pese a lo anterior, también fue criticado por
algunos sectores sociales, especialmente de la derecha, del gobierno, la
oligarquía y algunos miembros de la misma Iglesia, entre ellos hermanos obispos
y sacerdotes. No obstante, esto no fue impedimento para que, en su rol de
pastor, se mostrará con una actitud siempre abierta y constante en el cuidado
de su rebaño; por ende, a pesar de los ataques y obstáculos que encontró en su
camino, salió siempre en defensa de sus fieles y sacerdotes, procurando
defender sus derechos y acompañándolos desde su rol de pastor diocesano o
arquidiocesano.
Dejándose interpelar siempre por la realidad histórica y por el fuego del Evangelio que lo impulsaron a seguir fielmente en su compromiso con el reino de Dios
De lo anterior dan cuenta muchos historiadores,
teólogos, amigos cercanos y sus mismos escritos. Por ejemplo, Jon Sobrino, refiere
que “a monseñor Romero lo llamamos “pastor, profeta y
mártir””[1]
y Pedro Casaldáliga lo presenta como “San Romero de América, Pastor y
Mártir nuestro”[2]. Palabras que, con toda razón, se
cumplen y definen a Romero con gran precisión, pues en tanto obispo
comprometido con su grey y el Evangelio, fue pastor, maestro, profeta, mártir y
santo.
En la dimensión profética
de monseñor Romero se puede afirmar que, ante una realidad tan cruda y compleja
como la que tuvo que afrontar el obispo salvadoreño, éste se presentó como un
auténtico profeta de Yahvé. Como la voz que reclamaba justicia ante las
injusticias y la denuncia que desenmascaraba las idolatrías de su tiempo; pero,
sobre todo, como aquella voz de esperanza que alimentaba la fe y la confianza
de su pueblo. En este sentido, se puede decir que Monseñor fue un verdadero
profeta porque se dejó interpelar por Dios y la realidad, haciendo
discernimiento de los signos de los tiempos para responder adecuadamente y con
valentía al plan de Dios, el Reino de justicia, amor y fraternidad.
De esto dan cuenta
muchos autores, por ejemplo, Rafael de Sivatte, quien presenta un análisis
sobre el
desenmascaramiento, la denuncia y la crítica de los
ídolos que llevó a cabo Mons. Romero, siguiendo la línea de los profetas de
Israel. Una idolatría que sigue aún viva en nuestro tiempo y, por tanto,
también hoy debe ser desenmascarada, denunciada y criticada. La idolatría de la
religión, de las potencias extranjeras, de las armas y del poder político[3].
Jon Sobrino, quien se
refiere a Monseñor, en tanto profeta, como hombre “decidor de verdad”. Una
verdad que lo lleva al mismo destino de Jesús, la muerte martirial. Ignacio
Ellacuría, destaca en monseñor Romero el haber revelado el paso de Dios en El
Salvador y Latinoamérica, renovando la presencia de Jesús y señalando la
conversión al pueblo. Asimismo, muestra la comprensión de san Romero sobre el
pueblo y su cercanía con el mismo, quien creía que para hacer de este un
verdadero pueblo debía descubrirse su realidad de explotación e injusticia, a
la vez que requería el anuncio de la esperanza en el futuro que Dios anhela
para él, su liberación integral.
En este sentido, vemos cómo
se van revelando las distintas características del Obispo mártir y profeta
salvadoreño, las cuales muestran que monseñor Romero se fue configurando, a
través del seguimiento de Jesús, como un auténtico profeta, al estilo de los
profetas de Israel. Dejándose interpelar siempre por la realidad histórica y
por el fuego del Evangelio que lo impulsaron a seguir fielmente en su
compromiso con el reino de Dios. En todo esto, encontramos de manera tajante al
profeta Óscar Arnulfo Romero. Su ser, su hacer y su decir profético, que van
acompañados por la orientación del Espíritu, la fe en el Dios de Jesús, el amor
a su pueblo, especialmente los pobres y sencillos, la fidelidad al Evangelio y
el amor a la Iglesia.
[1] Sobrino, J. Monseñor Romero y la Verdad,
texto reelaborado de la ponencia “Monseñor Romero y la verdad”, tenida en la
UCA el 18 de marzo de 2011, en el contexto del Festival Verdad.
[2] Casaldáliga, P. San Romero
de América, Pastor y Mártir nuestro. Poema escrito tras la muerte de
Romero.
[3] Cfr. Sivatte, R.
1997. Monseñor Romero, los profetas de Israel y los ídolos: la religión, las
potencias extranjeras, las armas, el poder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...