Juntando Piedras | Manuel Maza Miquel, SJ
El ron adulterado mata, ¿y las bancas de apuestas?
Nos paramos de cabeza para atraer inversionistas
extranjeros, ¿y por qué no a nuestros propios ciudadanos, algunos de los cuales
son capaces de negociar a mano limpia hasta con los tiburones del canal de La
Mona?
Ni el ron, ni
el juego se deben prohibir, pero las autoridades, la ciudadanía y sus
instituciones los deben de vigilar y controlar buscando el bien común.
En abril del 2021, por lo menos 155 dominicanos
murieron por ingerir ron adulterado con metanol (El Listín Diario, 5-05-21). El
ron es puerta de escape a un efímero cielo, siempre bajo el caliente zinc
dominicano. Medio país mal vive, se desgasta en trabajos agotadores en una
cotidianeidad apuñalada por carencias: viviendas apiñadas, malos olores, pobres
servicios de agua y electricidad; alimentación y educación precarias. Acarreo
de pasajeros combatientes que se estrujan apretados en conchos culebros, o en
guaguas solemnes, entrenadoras para la eternidad. El ron gusta, genera euforia
pasajera, desinhibe, trae cordialidad entre seres queridos. Sin visa se cruza a
una realidad alterna, haciendo cuentos y tarareando tonadas pegajosas. La
siempre creciente necesidad de beber le sale cara al pobre dominicano, que ve
el cielo abierto cuando le ofrecen un ron barato. Las ansias personales, la
botella, el color y la etiqueta dan el voto de confianza. Bebe contento y
confiado, ron, metanol y tal vez, alguna tripa de pollo para favorecer la
fermentación. Ignora que su sistema digestivo ya entró en una cuenta regresiva
para colapsar sin remedio y morir.
La mayoría de la gente que juega ignora que, el éxito de los cientos de miles de bancas de apuestas se basa en su fracaso y el de muchos millones más
No se sabe cuántas bancas de apuestas existen, las
legales andan por 100,000. Sus mismos dueños denuncian que a diario surgen
bancas ilegales. Reflexione: las avispadas bancas, que jamás han sido
virtuosas, siempre han sido virtuales. Estratégicamente situadas, con sus
luces, computador y su empleada amable, cada banca de apuestas es un consulado,
agencia de viajes y avión que transporta a todo cliente, en vuelo directo al
país de la mejora añorada. Su anuncio es tentador: todas son fábricas de
millonarios. Cada banca es tribunal y escuela, donde, por un lado, se sentencia
cada hora, que en este país, el pobre no tiene otra salida que el azar y por
otro, se le enseña, en cursos con laboratorio, a jugar y no ahorrar. Las bancas
matriculan y gradúan diariamente varias promociones de aprendices de magos
asegurándoles de manera adulterada el éxito, sin esfuerzo ni capacitación, ni
cambios sociales. La mayoría de la gente que juega ignora que, el éxito de los
cientos de miles de bancas de apuestas se basa en su fracaso y el de muchos
millones más. Mal andamos, cuando las pobres dominicanas y dominicanos, ni
quieren ni pueden invertir en su país. Nos paramos de cabeza para atraer
inversionistas extranjeros, ¿y por qué no a nuestros propios ciudadanos,
algunos de los cuales son capaces de negociar a mano limpia hasta con los
tiburones del canal de La Mona?
Con lacónica honestidad forzada cada paquete de
cigarrillos anuncia: el cigarro es perjudicial para la salud. Hay vallas que
rezan; si manejas, no tomes; si tomas, no manejes. Ya sería gran cosa, que en
cada banca se leyese: si tus hijos y familia, dependen de tus chelitos, ¡no
juegues! El juego envicia tanto como el ron y el cigarro: si ganas, juras que
volverás a ganar. Si pierdes, esperas recuperar lo perdido jugando.
El ron adulterado se vende como ron y mata. Las bancas
de apuestas, que son bancas solo para sus dueños y apuestas aventuradas para
sus clientes, matan el ahorro. El pobre juega para tal vez salir de su pobreza
y, en la mayoría de los casos, el juego le hundirá más en ella. Muchos paran en
ludópatas.
Los que saben que el pobre no puede comprar una libra
de café, inventaron unos sobrecitos a su alcance. Nuestra gente creativa y
competente, ¿no pudiera inventar sobrecitos de ahorro para los pobres? El
cooperativismo, con sus valores y principios, debiera ser asignatura obligada
de nuestro sistema escolar.
Las autoridades combaten el ron adulterado, porque
trae muerte. ¿Quién defiende al pobre de la adulterada promesa de vida de las
bancas de apuestas?
Apueste a encontrar a dueños de bancas entre los que
elaboran las leyes que las regulan y pudieran determinar sus impuestos. Ya con
el pañuelo en la mano, averigüe de dónde vienen las tripas que fomentan y fermentan
las adulteradas promesas de las bancas de apuestas.
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