La mirada del Padre Riera | P. Isaac Riera, MSC
Puntualizaciones sobre el tema de Dios
La creencia, la no creencia o las dudas sobre Dios, que
experimentamos los humanos, es el tema fundamental de la vida, y, sin embargo,
nunca se explica bien. Son muchas las opiniones, los prejuicios, los
sentimientos sobre la idea de Dios, casi siempre desacertados, y de ahà la
necesidad de clarificar este tema, aunque sea con brevedad.
Dados los prejuicios que suscita en mucha gente la palabra
´Dios´ hay que decir que es una palabra relativamente moderna, y que podÃa ser
sustituida por el bien infinito, Justicia Eterna, Mente Cósmica o Amor
Misericordioso
Ante todo, se ha de decir que el sentimiento religioso, en sus
múltiples manifestaciones, es un hecho constitutivo de la naturaleza humana,
probablemente el más antiguo y universal, porque ya el hombre Neanderthal
enterraba a sus muertos con creencias de ultratumba. Hasta el siglo veinte,
todas las civilizaciones sin excepción, se asentaron sobre la creencia
religiosa en Dios y el ateÃsmo era inconcebible. Pensemos, en la civilización
egipcia, en el hinduismo, en el Islam, y en el cristianismo, y en otros
ejemplos innumerables.
El gran tema de la filosofÃa. Es una opinión
generalizada que el tema de Dios es de carácter religioso, pero no es asÃ, pues
lo plantea la reflexión al profundizar en la vida humana y el mundo. Es decir,
el tema de Dios es el gran tema de la filosofÃa. De hecho, todos los grandes
filósofos -Platón, Aristóteles, Buda, Lao-Tsé, etc., ponen a Dios como culmen
de su filosofÃa. Cuando se dice que admitir a Dios es incompatible con la ciencia
moderna, se comete un gran disparate, ya que, como dice Kant, la ciencia se
mueve en el ámbito de los hechos materiales, no en el filosófico, y jamás,
siguiendo su método, podrá concluir que no existe Dios o que exista.
Aunque no pertenezca al ámbito de ciencia, grandes cientÃficos
modernos como Galileo, Newton, Max Plank, Einstein, entre otros, admiten la
existencia de Dios como última explicación del mundo, cumpliéndose asà lo que
decÃa F. Bacon: “la poca ciencia aleja de Dios, pero la mucha nos acerca a él”.
Siendo el tema de Dios un tema filosófico más que del
sentimiento, no hay que extrañarse de que la mayorÃa de personas en nuestro
mundo se inclinan teóricamente por su existencia, aunque no practiquen ninguna
religión y vivan como si Dios no existiera. Es una incongruente más de las
muchas que tiene la condición humana.
No obstante, el tema de Dios va normalmente unido a la
religión, pues implica su culto y adoración, la referencia última del destino
humano, y sanción final de nuestros actos buenos o malos. Se comprende, por
tanto, que el odio o el amor a Dios, tal como vemos a lo largo de la historia
humana. Dados los prejuicios que suscita en mucha gente la palabra ´Dios´ hay
que decir que es una palabra relativamente moderna, y que podÃa ser sustituida
por el bien infinito, Justicia Eterna, Mente Cósmica o Amor Misericordioso, tal
como lo han definido muchos filósofos y teólogos. Esta terminologÃa, más
apropiada, disiparÃa infinidad de prejuicios.
Cuando se niega a Dios, los hombres necesitamos sustituirles
por Ãdolos, aunque sean ideologÃas humanas perversas, tal dice Chersteton: “Los
que no creen en Dios, tienden a creer en cualquier cosa”. ¿Se puede entender
que en el siglo veinte, por ejemplo, hayan dado sus vidas millones de personas
en nombre de ideologÃas ateas y genocidas?
Intentar comprender con la razón. Hay que creer en
Dios y en su amor misericordioso por los hombres, pero el mayor peligro del
creyente es intentar entender con nuestra razón su presencia en el mundo.
Porque proyectamos en Dios nuestra idea del bien y del mal, de la justicia y de
la injusticia, de las desgracias incomprensibles según nuestros criterios
humanos, sin darnos cuenta de que todo lo relativo a Dios no es un problema,
sino un misterio.
A pesar de que el increencia en Dios vaya creciendo en los
tiempos modernos y que ciertos totalitarismos polÃticos, como el marxismo,
hayan hecho del ateÃsmo su esfuerzo fundamental, será imposible erradicar del
mundo la idea y creencia en Dios, a juzgar por las estadÃsticas. En la
actualidad, más del cincuenta por ciento declara creer en Dios, el sesenta y
nueve por ciento practica una religión y Sólo dicen que son ateos un exiguo
quince por ciento. Para terminar, un sociólogo moderno opina, creo que muy
acertadamente, lo siguiente: “Las civilizaciones humanas surgieron cuando los
hombres se sometieron a los dioses, y terminarán cuando los hombres quieran
convertirse ellos mismos en dioses”. ¿Estamos a la puerta de que esto ocurra?
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