Fe
y Vida | Sandy Yanilda Fermín
Homenaje sentido a dos miembros de comunidades y a las víctimas de la Pandemia y otros males, unidos a las familias afectadas en duelo, de nuestra comunidad
La muerte es un
sueño tan natural como lo es la miel de un panal.
La muerte es
una visita anunciada que nos llega de manera inesperada.
La muerte es un
llamado a la plenitud para seguir la Luz.
La muerte es
angelical cuando viene de Jesús, el inmortal.
La muerte es
encontrar con mirada de Fe, a un Dios que desde el Cielo nos ve.
La llamada del señor al Cielo la
entendemos cuando rumores de Ángeles comunican su anhelo. La muerte es un
designio a la fe, a creer en Dios, en su Hijo Salvador. La muerte nos deja sin
aliento, pero el Espíritu Santo nos revela su desacierto. La muerte es la
presencia de Dios desde lo alto.
Imploremos
consuelo y fortaleza para todas las familias, que lo necesitan tanto...
Es la tranquila
paz (Is 65, 25) una paloma blanca,
una suave
brisa, si se acerca la muerte a toda prisa.
En busca de
almas, en busca de Ángeles,
Dios los llama
a disfrutar el Paraíso (Lc 23, 43), porque Él así lo quiso.
La tristeza nos
invade, el sabor amargo de la ausencia,
Dios con todo
cariño conforta nuestra impaciencia.
Dios es nuestra
fortaleza en el largo caminar,
con todo el
ímpetu de tu Espíritu, el Señor nos guiará.
Nos vamos hacia la Eternidad, vencida
ya la muerte. Las lágrimas como gotas de lluvia, llegan a nuestros ojos;
lágrimas del dolor de Jesús nos inspiran y le damos Sentido a la hora triste
ante la Cruz (Hb 12, 2).
Gracias por ser amigo de los que
llamas a la hora de su muerte; gracias por esa llamada, gracias por esa Mirada.
Gracias por tocar a su puerta (Apoc
3, 20) a la hora de la muerte, gracias por hablar de una morada que habitaremos,
de un Reino de Vida y Eterno.
A la hora de llamarnos a tu presencia
Señor, que nosotros podamos ver tu mirada y no tener miedo, sino descubrir ese
tesoro escondido (Mt 13, 44-52) que eres Tú y nos tiene un lugar junto a ti, en
el Cielo.
Dedicatoria
A: León de la Cruz Brito y Richard Pichardo
Eran familiares de hermanas de nuestra Comunidad. Ellos fueron padres, esposos, hermanos, hijos, que dejaron a sus esposas, a sus hijos, a sus parientes cercanos, para encontrarse con el Señor. Sus sonrisas y alegrías, sus familias las recordaran por siempre. Nos unimos a esta esperanza y a esta paz y fuerza que Dios ha brindado a estas familias para aceptar su paso a la vida definitiva.
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