Nihil Obstat | MartÃn Gelabert Ballester, OP
San Pedro: la
fuerza en la debilidad
El 29 de junio se celebra
la festividad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, columnas de la Iglesia de
Roma. En otros tiempos, en paÃses de tradición católica, era fiesta de precepto
y dÃa no laborable. Hoy sigue siendo no laborable en algunos lugares como Chile
o Perú. En España la celebración litúrgica se ha trasladado al domingo más
próximo, de modo que este año 2021, en vez celebrar la eucaristÃa del domingo
XIII del tiempo ordinario se celebrará la solemnidad de los apóstoles Pedro y
Pablo. ¿Por qué este interés en celebrar solemnemente la fiesta de san Pedro? Pues,
entre otras cosas, para aprovechar la oportunidad de predicar sobre el
“ministerio petrino” como signo visible de unidad de la Iglesia. Y para que se
exhorte a los fieles a rezar por el Papa Francisco.
El “ministerio petrino” es
tema controvertido en los diálogos ecuménicos, aunque, por parte católica, se
han dado pasos importantes para situar este ministerio en el contexto de la
sinodalidad de la Iglesia y como un ministerio “diaconal”. No quiero ahora
entrar en ese debate, porque de cara a la celebración de la fiesta de san Pedro
me parece más importante hacer una reflexión “espiritual” que ayude a vivir
mejor nuestra fe. Destaco, a este respecto, dos momentos de la vida de san
Pedro, en los que me parece que se hace verdad eso que dice san Pablo de que la
fuerza se realiza en la debilidad. Y añado que esta fuerza de la debilidad es
la más potente, pues su potencia está fundamentada en el amor.
El primer momento de la
vida de Pedro que destaco es lo que sucede cuando Jesús es juzgado por el sumo
sacerdote Caifás. Pedro está por los alrededores de la casa, mirando a ver qué
pasa. Entonces algunos de los que estaban por allà le preguntan varias veces si
él no es uno de los discÃpulos de Jesús. Pedro lo niega repetidamente, pero la
insistencia de la pregunta y lo que le dice uno de los preguntadores: “tu misma
habla te descubre”, me mueven a pensar que Pedro negaba muy mal. Se notaba que
lo hacÃa de forma forzada, de mala gana. ¡Ojalá, cuando yo niegue a Jesús, se
me note que soy de los suyos, que peco de mala gana, que mi negativa no
convence!
Otro momento de fuerza en
la debilidad, ocurre cuando Pablo critica a Pedro por disimular sus verdaderos
sentimientos, al dar a entender que sólo los judÃos convertidos que practicaban
la Ley eran verdaderos cristianos (cf. Gal 2,11-13). Hoy casi nadie de los que
ocupan puestos de mando acepta crÃticas a su gestión. Más bien, califican de
rebeldes a quienes les critican. Al parecer, Pedro aceptaba la reprensión de
Pablo, manifestando su capacidad de autocrÃtica y su disposición a dialogar. En
la Iglesia hay funciones directivas, pero el ministerio eclesial es un
ministerio de servicio que no busca dominar, ni imponer. El buen superior
siempre piensa en el posible sufrimiento que pueden causar sus decisiones.
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