La
Agenda 2030 para el desarrollo y las religiones (II)*
Dimensión “profética” de religiones
El
autor valora los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos el año 2015 en
la Agenda 2030, que reflejan un amplio consenso internacional respecto de los
grandes retos que enfrenta la humanidad en el siglo XXI. Desde esa visión,
Tatayjunio propone diez motivos que justifican la implicación confesional. La
primera razón es la dimensión profética, que presentamos a continuación.
La injusticia que genera la
degradación de la naturaleza ha sido la entrada principal al debate ecológico
para las grandes religiones. En el caso de las religiones bíblicas, la denuncia
de la degradación social ligada al deterioro ambiental resuena con la tradición
profética.[1] Si los profetas de Israel clamaron ante la corrupción de las
relaciones sociales, económicas, políticas y religiosas de su época, hoy día
esa denuncia se extiende también a la relación con la creación y, de forma
indirecta y diferida, a nuestra relación con las futuras generaciones y con el
prójimo lejano.
No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental
Tras la revolución tecnológica y la
acelerada globalización económica y cultural de las últimas décadas, el círculo
de consideración moral no puede restringirse ya al tiempo presente ni a nuestra
pequeña comunidad local. El limitado marco espaciotemporal de la ética ha
quedado desbordado de forma irreversible. La proliferación de armas de
destrucción masiva y el peligro de un holocausto nuclear en la segunda mitad
del siglo XX puso ya sobre la mesa con toda su crudeza la radical novedad que
la era tecnológica introducía en la ética y la política convencional.
En la era del antropoceno[2], la era
geológica en la que el ser humano se ha convertido en la principal fuerza de
transformación planetaria, la denuncia profética resulta crucial. A esta
conclusión han llegado, por ejemplo, el judaísmo: «Instamos a quienes se han
centrado en la justicia social a que aborden la crisis climática, y a quienes
se han centrado en la crisis climática a que aborden la justicia social»[3].
Las tradiciones religiosas proponen
un ejercicio de «doble escucha» – de la tierra y de los pobres, del momento
presente y de la historia pasada, del contexto local y de la dinámica global,
de los signos externos y de las pulsiones internas – que complementa los
análisis meramente técnicos. Así lo afirma Francisco en Laudato si’: «Es
fundamental buscar soluciones integrales que consideren las interacciones de
los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales. No hay dos crisis
separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis
socioambiental» (LS 139).
1. Cfr
H. Marlow, Biblical Prophets: Contemporary Environmental Ethics, New York,
Oxford University Press, 2009.
2. Cfr.
P. J. Crutzen, «Geology of Mankind», Nature, n. 415, 2002, 23.
3. A
Rabbinic Letter on the Climate Crisis, 29 de octubre de 2015. Cfr D. Howard,
«Una dichiarazione islamica sul cambiamento
Publicación en:
https://www.laciviltacattolica.es/2021/06/25/la-agenda-2030-para-el-desarrollo-y-las-religiones/
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