Fe y Vida | Sor Laidys A. Peguero RodrÃguez
Una hermosa sonrisa
Era ya el medio dÃa y el
sol de verano hacÃa sentir un calor asfixiante.
VenÃa de regreso a casa,
después de caminar varias cuadras bajo el sol, entonces me quedé observando la
actitud de dos personas. El primero que vi, fue un chofer que estaba
atravesado en la vÃa impidiendo el paso de los demás, se quedaba dentro de
su vehÃculo con aire acondicionado mientras los demás choferes le tocaban
bocina, gritando que se moviera, él esperaba un parqueo;
ya otro chofer se habÃa movido, pero este seguÃa impidiendo el paso.
En eso vi un anciano que
vendÃa frutas en la esquina, se veÃa sin fuerzas y les temblaban las manos, me
acerqué a comprar frutas, pregunté el precio y me dijo con voz débil: a 25
pesos y yo le dije: pero solo tengo quince, entonces él con una hermosa
sonrisa me dijo: yo le vendo por lo que usted tenga. Echó en una bolsa
algunas frutas, le entregué el dinero y me dijo sonriendo: Dios te
bendiga, muchas gracias. Entretanto la fila de vehÃculos y la incomodidad
aumentaba, pues aquel individuo no se habÃa movido, para que los demás pudieran
pasar.
La vida y las relaciones interpersonales, muchos la viven con actitud desafiante, impidiendo el paso de quienes desean crecer, no hacen esfuerzos por facilitar la vida a los demás; mientras que otros aún desde su debilidad, ofrecen una sonrisa al que va cansado por el camino y además saben dar desde su carencia y necesidad. Esto, en lugar de hacerlos débiles, los hace fuertes, en lugar de hacerlos más pobres, los enriquece en gran medida, aunque para el mundo ellos parezcan poca cosa, son las personas que necesita esta sociedad tan egoÃsta y donde cada uno busca sus propios beneficios.
Hoy al salir de nuestras
casas, serÃa bueno preguntarnos, ¿Con qué actitud vamos a tratar a quienes
nos encontremos por el camino, a nuestros hijos, nietos, amigos, compañeros de
trabajo? ¿Hoy queremos facilitar a otros la vida o vamos a impedirles el paso?
Salgamos a ser sal de la
tierra y luz del mundo (Mt 5, 13-14); hacen falta sonrisas auténticas, capaces
de transformar vidas, abrazos verdaderos,
buenas intenciones, solidaridad, y sobre todo caridad, manifestada en acciones
concretas a favor de tantos que andan sin esperanza en nuestra sociedad.
Dios te bendiga.
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