Evangelización | Xabier Pikaza/RD
Xabier Pikaza: "¿Cómo nació y en qué consiste la iglesia?"
"Dos interpretaciones,
que van más allá de la pura historia"
(a) La
Iglesia actual, separada desde mediados del siglo II del judaísmo rabínico, es
el resultado de más de un siglo de historia, que comienza con la vida-muerte de Jesús y se
consolidad a través de una serie de acontecimientos y decisiones ejemplares que
pueden condensarse así: (1) El testimonio y acción ejemplar de unas mujeres que
amaron a Jesús y le sintieron vivo en sus vidas. (2) El surgimiento de grupos y
comunidades de seguidores en Jerusalén y Galilea. (3) La entrada de grupos de
creyentes de mentalidad helenistas, con la misión de Pablo, la redacción de los
evangelios etc. Sólo en la primera mitad del siglo II se puede
hablar de una Iglesia cristiana propiamente dicha y de una nueva
religión.
(b) Por eso,
en un sentido, se puede y se debe afirmar que Jesús fundó la Iglesia. Pero, en
otro sentido, hay que decir que la fundaron sus discípulos, en un proceso pascual de
varios decenios. Por sí mismo, Jesús no organizó la Iglesia, sino que anunció y
preparó la llegada del Reino de Dios, pero su anunció y la
experiencia de su vida desembocaron en el surgimiento de una serie de
comunidades mesiánicas, animadas por el Espíritu de Jesús, que se
vincularon como Iglesia. Él no quiso fijar un organigrama social (como
hicieron en Qumrán), ni construir unas instituciones sagradas
independientes, capaces de sustituir a las que ya existían, pero su movimiento
desembocó de un modo natural en la Iglesia (a través de eso que he llamado la
experiencia carismática de sus discípulos).
Dos
interpretaciones
En este
contexto se pueden dar dos interpretaciones, que van más allá de la pura
historia, de manera que deben entenderse de un modo confesional.
(a) Algunos
investigadores han afirmado y siguen afirmando que el surgimiento y, sobre todo,
el desarrollo y fijación de la Gran Iglesia en el siglo II d.C. es un fenómeno
cultural muy complejo, pero no responde a la intención básica de Jesús, ni recoge las claves básicas de su
movimiento. En esa línea, ellos tienden a negar toda relación causal entre
Jesús y la Iglesia. Pero esta visión resulta minimalista y, en el fondo,
carente de Jesús: Sin el impulso y testimonio múltiple del mensaje, vida y
muerte de un hombre como Jesús resulta inexplicable el surgimiento de las
diversas comunidades y la unión posterior de gran parte de ellas como Iglesia.
(b) Otros, en
cambio, pueden decir (y decimos) que ese despliegue de la Iglesia recoge la
intención fundamental de Jesús, de manera que ha sido él quien la ha
fundado básicamente y quien la sigue manteniendo, por obra de un impulso y
presencia que podemos llamas "espíritu" de Dios. Los cristianos han interpretado ese
nuevo "espíritu" (del que ellos se sienten portadores) como nueva y
más honda presencia, a quien conciben como "resucitado", viviendo y actuando
en ellos, de una forma hasta entonces desconocida, pero totalmente real. Dicho
eso, debemos añadir que la forma de entender esa iglesia (tal como ha sido ha
sido fijada por los discípulos de Jesus a lo largo de todo el siglo I y de
comienzos del II d.C.) varía según las diversas confesiones cristianas
(católicos, protestantes, ortodoxos).
Notas de la
Iglesia
Se dice
en el Credo que la Iglesia es una, santa, católica y apostólica… Pues bien, situándonos en un momento
anterior, he querido recoger las notas fundamentales de las diversas
Iglesias tomándolas como momentos integrantes del despliegue pascual de
Jesús:
Experiencia
compartida de Jesús. Lo
que llamamos la Iglesia ha nacido y se ha expresado durante largos decenios a
través de una serie de comunidades que mantienen la memoria de Jesús y están
vinculadas, de algún modo, a Israel, pero que terminan siendo autónomasy se
mantienen en comunión unas con otras, siendo capaces de regirse y de
organizarse de un modo autónomo, ofreciendo a sus miembros un espacio de
convivencia y comunicación, desde la presencia «simbólica» (pascual) de Jesús.
En ese sentido podemos hablar de una federación de iglesias.
El futuro ha
llegado. Las iglesias
tienen la certeza de que con ellas comienza un "tiempo nuevo", una
especie de mutación transcendental de la vida. Ellas viven entre dos tiempos:
el pasado de una humanidad condenada a la muerte (al fracaso) y el futuro de la
culminación en Dios, por medio de Jesús resucitado. Esa experiencia de vivir
entre dos tiempos marca plenamente su vida. Sólo cuando la espera de la
culminación (del nuevo tiempo que viene por Jesús resucitado) se alarga, de
manera que esa parusía o presencia final de Jesús (con el fin de este
mundo) no aparece como algo inmediatamente próximo, ellos (esos creyentes de
Jesús) sienten la necesidad de organizar mejor su forma vida en el mundo,
en el tiempo de la espera. De esa forma, desde el recuerdo/presencia de Jesús y
la esperanza de su "vuelta" (la culminación de su proyecto de Reino
de Dios) puede surgir y surge una iglesia (en el sentido actual de la palabra).
Una
experiencia de vida común, una forma de oración y comunión social. Sólo hay iglesias donde existe y se
cultiva un tipo de memoria afectiva y celebrativa, personal y comunitaria
de Jesús, propia de ese tiempo dilatado de esperanza, marcado por la
celebración pascual de la presencia del Señor y por una vida fiel a su proyecto
de vida (tal como se expresa en el Sermón de la Montaña). En esa línea, no se
puede hablar de iglesia cristiana sin el surgimiento de unos signos específico,
vinculados a la memoria y acción de Jesús, como son los exorcismos y/o de un
modo especial los sacramentos (bautismo, eucaristía…), que definen y distinguen
a los seguidores de Jesús, frente a otros grupos judíos de aquel tiempo. En
este contexto se sitúa la disputa cristiana sobre comidas especiales
(tipo kosher), propias de otros tipos de judaísmo y sobre la
circuncisión.
Un
comportamiento mesiánico. Sólo hay iglesia donde puede hablarse de un estilo
de vida especial, en la línea aquello que hacía y decía Jesús, tal como aparece
en el Sermón de la Montaña de Mateo o en la experiencia de la justificación por
la fe, de la que habla Pablo. Ese estilo de vida constituye una
reinterpretación mesiánica de la ley «nacional» del judaísmo, entendida en un
sentido exigente (los cristianos pertenecen a un tipo de judaísmo radical),
desde la profecía de Israel (con su visión ética) y, sobre todo, desde la
experiencia de Jesús.
Para
todos. Finalmente,
sólo se puede hablar de Iglesia cristiana cuando existe una apertura o misión
universal del mensaje de Jesús (y de la Ley israelita), superando un tipo de
«cerca sagrada» que empieza a establecer, en otra línea, el judaísmo rabínico.
El movimiento de Jesús solo se define plenamente y alcanza su propia identidad
allí donde las diversas comunidades cristianas comparten un tipo de mensaje y
modelo de vida que puede abrirse a todos los hombres, vinculando así la
radicalidad de Jesús y la universalidad de su proyecto mesiánico.
Publicado por
Religión Digital:
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