Actualidad | Mateo González Alonso/VN
Monja detrás de un oro y un récord en Tokio
La atleta Sydney McLaughlin ganó, el pasado
martes, 4 de agosto, el oro en los Juegos Olímpicos de Tokio en 400 vallas y
batió el récord del mundo en esta especialidad. Una de las personas que más lo
celebró fue la religiosa estadounidense Percylee Hart, tanto es así que sus gritos
inundaron, junto a un buen número de estudiantes, el bar Stage House de
Mountainside, Nueva Jersey. Esta monja es la directora del Union Catholic
Regional High School, donde McLaughlin se graduó en 2017.
Para Percylee, la deportista “ha estirado sus
límites” hasta llegar el oro, algo que achaca a su carácter y a su fe. Según
publica America, la familia de McLaughlin formó a la atleta olímpica en la fe
cristiana y luego decidió enviarla a Union Catholic porque los valores
fundamentales de la familia eran los mismos que los de la escuela: compasión,
comunidad, honestidad, respeto y responsabilidad. La atleta no es católica,
pero ha hablado abiertamente en su cuenta de las redes sociales sobre su fe en
Jesucristo.
Humildad y solidaridad
“Se presentó. Hizo su trabajo. Produjo. Siempre
era concienzuda en sus actividades. Se implicaba”, relata Percylee, señalando
que McLaughlin también ayudaba a los demás y se ofrecía como voluntaria en
campañas solidarias y comedores sociales. “Ella manifestaba en quién se estaba
convirtiendo como persona dentro del contexto de su fe. Lo que más destaca para
mí es su humildad”, señaló la monja.
Para Percylee, McLaughlin no representa una
medalla de oro en términos de logro físico, sino porque encarna el mensaje que
ella trata de inculcar a todos los estudiantes de Union Catholic. “Cada uno es
especial, una creación de Dios. Tienen dones y talentos especiales, y la
llamada es a convertirse en todo lo que Dios les llama a ser”, subrayó.
Publicado por Vida Nueva
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