Convivencia | Ecclesia
Andrea Riccardi: «Si los
pequeños grupos pueden sembrar el terror, los pequeños grupos pueden sembrar la
paz»
El fundador de
la Comunidad de Sant’Egidio, Andrea Riccardi, comentó en Vatican
News la iniciativa del Papa Francisco al pedir oración y ayuno, dos prácticas
que podrían parecer obsoletas o anacrónicas ante el mar de necesidades que
provienen de territorios desgarrados en sus bases sociales y políticas, como
puede ser Afganistán.
Al ser
preguntado, en la entrevista por la urgencia de este llamamiento, Riccardi afirma
que «ante guerras lejanas, ante situaciones que no sabemos cómo resolver,
parece que no podemos hacer nada, se crea una sensación de impotencia, y
entonces de la sensación de impotencia surge la indiferencia. Lo que el Papa
llamó en su discurso sobre Lampedusa una “globalización de la indiferencia”. En
el mundo global, de hecho, lo vemos todo, nos llegan imágenes y noticias de
todo, pero luego nos quedamos indiferentes porque sentimos que no podemos hacer
nada: ¿qué puedo hacer yo, un pequeño hombre o mujer, frente a Afganistán si
los propios Estados Unidos no saben qué hacer? En cambio, creo que, en este
mundo global, cada hombre y cada mujer pueden hacer algo. Si los pequeños
grupos pueden sembrar el terror, los pequeños grupos pueden sembrar la paz».
Respecto al
valor que pueden tener estas iniciativas para los no católicos, el fundador de
la Comunidad de Sant’Egidio explica que «estuve presente en Bari en el
encuentro por la paz en julio de 2018 con los patriarcas y jefes de las
Iglesias de Oriente Medio y lo que me llamó mucho la atención, porque el Papa
invitó a los cristianos a la unidad de la oración. Una imagen puramente
evangélica. El acuerdo entre “hermanos” puede mover, puede abrir una historia
de paz. Karl Barth, un teólogo protestante, nada fácil para el intimismo
religioso, solía decir que nuestra oración puede cambiar la voluntad de Dios,
dirigir la historia de la que Dios es Señor de una manera nueva. Por supuesto,
esto implica a todos los creyentes, incluso a los de otras religiones, porque
la paz es un valor de todas las religiones. La paz es el nombre de Dios: lo es
en el catolicismo, en el islam, en las religiones orientales o, si pienso en el
gran patrimonio común como los salmos, en el judaísmo. Es el Espíritu de Asís,
la invitación a la oración por la paz, ese avance revolucionario y decisivo
introducido en 1986 por Juan Pablo II: rezar juntos por los demás, no contra
los demás».
Vivimos con
demasiadas emociones ligadas a las noticias, olvidando a menudo que estamos
realmente en una fase histórica de grandes cambios, en la que urge construir un
mundo diferente al anterior. Y ahora nos enfrentamos a un drama como el de
Afganistán, que exige una solidaridad espiritual y concreta en la acogida.
Preguntémonos: ¿Qué tipo de sociedad queremos construir? ¿Las sociedades de los
muros y el miedo o las sociedades de la esperanza y la acogida? Esperanza y
acogida que se alimentan de la oración. Porque rezar nos hace audaces y también
capaces de pensar en nuevas fórmulas de convivencia.
Publicado por Revista Ecclesia:
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