Meditación | José Antonio Rosado/RE
Ser cristiano y ser
coherente
¡Qué difícil
es ser coherente! Lo estamos viendo por todos lados. En una sociedad débil en
valores, lo que abunda son las incongruencias y las dobles varas de medir. En
la política, cuyo nivel actual esta por debajo del suelo y que por desgracia
contamina mucho del debate social, económico, deportivo, educativo, afectivo y
hasta moral, es raro ver gente coherente con lo que decía entonces, dice ahora
y piensa, defiende, critica y luego hace o no hace dependiendo el amargor del
café con el que comience su día.
En nuestra
Iglesia, más difícil aún se hace este reto de la coherencia. En este día de la
Exaltación de la Cruz, viene como anillo al dedo ese viejo arte, hoy en desuso,
de actuar en conciencia, el abrazar las cosas que no tienen el visto bueno de
la masa, las cosas que los cristianos debemos defender, promover y hacer
propias sin miedo al qué dirán. ¡Cuántas veces miramos a otro lado, dejamos
hacer, callamos por no ser molestos ante actitudes, gestos y palabras
contrarias al ADN cristiano!
Estamos
inmersos en procesos eclesiales que buscan afrontar los nuevos retos del futuro
y del presente donde la evangelización se hace difícil por la galopante y
radical secularización que arrasa nuestro país y Occidente en general con
contadas salvedades. El mundo que nos rodea está en horas bajas, donde
excluimos a quien no vale y postergamos lo importante para otro día si acaso. Esa
misma sociedad, aunque no lo pida, necesita voces firmes, seguras, coherentes
que muestren la belleza del Evangelio, lo profundo que cambia la vida seguir a
Jesús y ser discípulos veintiuno siglos después, aunque lo que la Iglesia
promueva sea, en estos momentos, motivo de crispación por no ser políticamente
correcto. Nadie sobra y todos somos necesarios en esta tarea. La coherencia
entre nuestro discurso y nuestra acción será la que haga que realmente seamos
una Iglesia abierta y en salida. Lo contrario nos hará estar cómodos, pero en
estos tiempos, la comodidad es sinónimo de estar haciendo mal las cosas.
¡Ánimo con
este nuevo curso que comenzamos!
Publicado por Revista Ecclesia:
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