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El
Papa a los judíos: sigan siendo signo de bendición para las familias de la
tierra
En la visita a la Comunidad judía de Eslovaquia, en el séptimo discurso
de su Viaje Apostólico, el Papa Francisco proclama que "la peor blasfemia
a Dios es la de usar su Nombre para los proprios fines”. Ya no es tiempo
"de seguir opacando la imagen de Dios", afirma, y manifiesta la unión
en la condena al antisemitismo. La bendición del Altísimo se derrama sobre
nosotros – asegura el Santo Padre – cuando ve una familia de hermanos que se
respetan, se aman y colaboran.
En su Viaje Apostólico Internacional a Eslovaquia, en la tarde del 13 de
setiembre, el Papa Francisco visitó la comunidad judía en la Plaza Rybné
Namestie, tras haber visitado el Centro Belén.
El Sumo Pontífice fue recibido por el Presidente de la Unión Central de las
Comunidades Religiosas Judías de la República Eslovaca. Tras el saludo de
bienvenida del Presidente, la escucha atenta del testimonio de un sobreviviente
y el de una religiosa, y el discurso donde
en primer lugar afirma que llega a ese lugar como “peregrino”, para tocarlo “y
ser tocado por él”. Es en ese lugar “bendecido por la fraternidad de los
hombres en el nombre del Altísimo” donde Francisco siente “la necesidad”,
de quitarse “las sandalias”. Un lugar donde, sin embargo, el nombre de Dios fue
“deshonrado”, cuando en la “locura del odio” durante la segunda guerra mundial,
más cien mil judíos eslovacos fueron asesinados.
La peor blasfemia a Dios es la de usar su Nombre
para los proprios fines
Allí, donde para “borrar las huellas de la comunidad” la sinagoga fue
demolida, recordando las palabras del Éxhodo, «No invocarás en vano el nombre
del Señor» Francisco advirtió que “el nombre divino”, es decir, "Su misma
realidad personal", se nombra en vano "cuando se viola la dignidad
única e irrepetible del hombre, creado a su imagen”:
Aquí el nombre de Dios fue deshonrado, porque la
peor blasfemia que se le puede causar es la de usarlo para los propios fines,
más que para respetar y amar a los demás. Aquí, ante la historia del pueblo
judío, marcada por este agravio trágico e indescriptible, nos avergonzamos de
admitirlo: ¡cuántas veces el nombre inefable del Altísimo ha sido usado para
realizar acciones que por su falta de humanidad resultan inenarrables! Cuántos
opresores han declarado: “Dios está con nosotros”, pero eran ellos los que no
estaban con Dios.
Ya no es tiempo de seguir opacando la imagen de
Dios
En el Memorial de la Shoah el Papa Francisco proclama que el dolor de
los judíos es el dolor de todos, y con las palabras escritas en el Memorial,
“Zachor”, que en hebreo significa “Recuerda”, Francisco subraya que “la memoria
no puede y no debe dejar lugar al olvido, porque no habrá un amanecer en que
perdure la fraternidad si antes no se han compartido y disipado las oscuridades
de la noche”. La pregunta del profeta Isaías, «Centinela, ¿cuánto
queda de la noche?» resuena “también para nosotros”, dice. Significa “que ya no
es tiempo de seguir opacando la imagen de Dios que resplandece en el hombre”.
“Ayudémonos en esto – exhorta el Pontífice – porque tampoco hoy faltan ídolos
vanos y falsos que deshonran el nombre del Altísimo”.
Son los ídolos del poder y del dinero que se
imponen sobre la dignidad del hombre, de la indiferencia que vuelve la mirada
hacia otra parte, de las manipulaciones que instrumentalizan la religión,
haciendo de ella una cuestión de supremacía o reduciéndola a la irrelevancia. Y
también lo es el olvido del pasado, la ignorancia que justifica todo, la rabia
y el odio.
Estamos unidos —repite aún Francisco— en la condena de toda violencia,
de toda forma de antisemitismo, y en el esfuerzo para que la imagen de Dios en
la persona humana no sea profanada.
Seguir el camino fraterno de purificación de la
memoria
Desde la Plaza Rybné Namestie, donde la comunidad enciende cada año la
primera luz en el candelabro de la Chanukiah, brilla también “la luz de la
esperanza”, que recuerda que “el mensaje de que la destrucción y la muerte no
son las que tienen la última palabra, sino la renovación y la vida”. Es el
lugar donde las historias “se encuentran de nuevo”, y donde “juntos – dice el
Papa - afirmamos ante Dios la voluntad de seguir en un camino de acercamiento y
amistad”. Francisco, con el vivo recuerdo del encuentro mantenido en 2017 con
los representantes de las comunidades judías y cristianas, se dice contento de
la institución de la Comisión para el diálogo con la Iglesia católica, y
afirma:
Es bueno compartir y comunicar lo que nos une. Y es
bueno seguir, en la verdad y con sinceridad, en el camino fraterno de
purificación de la memoria para sanar las heridas pasadas, así como en el
recuerdo del bien recibido y ofrecido. Según el Talmud, el que destruye un solo
hombre destruye el mundo entero, y el que salva un solo hombre salva el mundo
entero. Cada uno vale, y vale mucho lo que ustedes hacen por medio de su
precioso compartir. Les agradezco las puertas que han abierto de ambas
partes.
Y es que “el mundo necesita puertas abiertas”, afirma el Sucesor de
Pedro ante la comunidad judía en la República Eslovaca, necesita “signos de
bendición para la humanidad”.
Sigan siendo signo de bendición para todas las
familias de la tierra
Las palabras dichas por Dios al padre Abrahán «En ti se bendecirán todas
las familias de la tierra» son “un estribillo que resuena en la vida de los
padres”, continúa diciendo el Papa, que proclama la promesa de Dios a Israel:
«Ellos serán numerosos como el polvo de la tierra, y se extenderán al oeste y
al este, al norte y al sur. En ti y en tu descendencia serán bendecidas todas
las familias de la tierra» (Gn 28,14). Por eso, expresa la esperanza
que en esa tierra eslovaca que es “tierra de encuentro entre este y oeste,
norte y sur, la familia de los hijos de Israel siga cultivando esta vocación,
la llamada a ser signo de bendición para todas las familias de la
tierra”.
La bendición del Altísimo se derrama sobre nosotros – concluye el Santo
Padre – cuando ve una familia de hermanos que se respetan, se aman y colaboran.
“Que el Omnipotente los bendiga para que, en medio
de tanta discordia que contamina nuestro mundo, puedan ser siempre, juntos,
testigos de paz. Shalom”
El encuentro concluyó con el encendido de unas velas en memoria de las
víctimas del Holocausto y la entonación de un Kaddish, una de las oraciones
judías más antiguas. Francisco escucha el canto en el que se mencionan los
campos de exterminio de Auschwitz, Mathausen y Treblinka y también se recuerda
a los numerosos Justos de las Naciones que ayudaron a los judíos a escapar de
la barbarie nazi. Seguidamente, el Pontífice regaló a la comunidad judía un
plato de cerámica con la imagen de San Pedro y saludó personalmente a los dos
testigos con un apretón de manos y entregó a la monja ursulina un rosario.
Luego, el traslado en coche a la Nunciatura de Bratislava para mantener un
encuentro privado, primero con el Presidente del Parlamento, Boris Kollár, y
después con el Primer Ministro, Eduard Heger.
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