Educación | LFI
Catherine L´Ecuyer: «Todos los desastres educativos
acaban, tarde o temprano, en un desastre social»
¿Qué pasa hoy en las aulas? ¿Qué hay detrás de las propuestas educativas
actuales? A estas preguntas y a otras muchas más que surgen cuando alguien se
introduce en el complicado mundo de la educación son a las que responde
Catherine L´Ecuyer en su nuevo libro Conversaciones con mi maestra. Dudas
y certezas sobre la educación (Espasa).
Muchos
ciudadanos son conscientes de los grandes problemas que se están dando en la
educación. La intromisión política o el fracaso escolar pueden ser en un primer
vistazo los más visibles. Pero muchos padres se encuentran además a la hora de
elegir un colegio para sus hijos con el dilema sobre qué tipo de colegio es el
más adecuado y el método o la corriente educativa que cada uno utiliza.
Son muchas
dudas y numerosos espacios oscuros los que las familias se encuentran alrededor
del ámbito educativo. Y a ellas intenta darles respuesta L´Ecuyer a través de
un libro que para ser más accesible lo ha redactado con un estilo novelado.
Catherine
L´Ecuyer es doctora en Educación y Psicología. Esta canadiense, casada y madre
de cuatro hijos y afincada desde hace tiempo en Barcelona, es una de las
mayores divulgadoras de temas relacionados con la educación, con grandes
best-sellers como Educar en el asombro o Educar en la realidad
Para entender
por qué la educación está como está es importante conocer qué la ha traído
hasta aquí, y por qué los políticos se creen con la autoridad de cambiar a su
antojo el sistema educativo. En su libro, y en esta entrevista con Religión en Libertad, la autora responde a
estas dudas que pueden surgir en padres, pero también en los propios políticos,
así como en cualquiera que esté interesado en el bienestar y el futuro de su
país:
-¿Por qué ha optado por un estilo novelado para presentar un asunto tan
concreto e importante como la educación?
-Los padres
son los primeros educadores de sus hijos. Como tal, tienen el derecho
prevalente de escoger, en el ámbito de la instrucción también, un tipo de
educación que sea continuación de su proyecto familiar. Para ello, piden ayuda
a un colegio que lo hace en su nombre. Ahora bien, los métodos educativos que
se usan en los colegios nunca son neutros, se basan en unas corrientes
educativas filosóficas concretas. Por ello, los padres han de ser capaces de
reconocer las corrientes que fundamentan esos métodos. Conversaciones con mi
maestra es una herramienta para ayudarles a realizar ese trabajo. Escogí el
formato novela para que la lectura fuese amena, para divulgar algo complejo en
un formato ligero.
-¿Cuáles son esas corrientes?
-La primera
corriente es la mecanicista. De acuerdo con esa corriente, el niño es pasivo y
la educación consiste en “inculcar” desde fuera porque “la letra con sangre
entra”. El niño es un ente vacío que vamos llenando a base de estímulos
externos. La segunda es la romántica-idealista, según la que el niño lleva en
sí la semilla de su conocimiento y para la que el sentimiento es vara de medir.
Para esa corriente, sentir y pensar es lo mismo. La tercera corriente es la
realista-clásica, que considera que el fin de la educación es el niño mismo. La
obra maestra de la educación no es externa, es ante todo interna. Somos lo que
hacemos, decía Aristóteles. Conocer es crecer, transforma al que hace suyo lo
aprendido.
-Los padres buscan el bien para sus hijos, ¿pero realmente son
conscientes de la importancia de la educación que éstos reciben, de todo lo que
se juegan?
-La creencia
de que los métodos educativos que se usan para la instrucción son neutros está
muy difundida. Es un error. La teoría de las inteligencias múltiples, la
estimulación temprana, la educación basada en la neurociencia, la educación
emocional, el método fónico o global para la lectoescritura, el trabajo
cooperativo o por proyecto, la clase magistral, la utilización de las pantallas
y de los algoritmos en las aulas… ninguno de esos métodos es neutro. En el
libro, explico en qué consisten todos esos métodos y qué implican, explico a
qué visión de la persona y de la educación responden.
-En el libro habla de Rousseau y de la influencia que tiene actualmente
en la educación. ¿En qué se ha traducido esta influencia y cuáles son sus
consecuencias?
-Destacaría
tres cuestiones. En primer lugar, Emilio, lejos de ser un tratado de educación,
consiste en un manual de implementación del sistema político descrito por
Rousseau en El Contrato Social. Según esa visión, la educación está al servicio
del proyecto político, no al revés; por lo tanto, el aula asume una función
principalmente social y política. En esa corriente, se forma al ciudadano en la
cultura de la militancia social; el desarrollo del carácter, de la
personalidad, la educación en las virtudes o la transmisión del conocimiento
pasan a un segundo plano o sencillamente no se contemplan. En segundo lugar,
Rousseau no hace la diferencia entre sentir y pensar. Su doctrina se
caracteriza por la exaltación de los sentimientos y de las experiencias
sensoriales y por el desprecio por la abstracción, el asombro y la transmisión
de los conocimientos.
De hecho,
Rousseau dice que odia los libros. En tercer lugar, Rousseau es el ideólogo del
igualitarismo. Para él, aspirar a más, desear lo mejor, buscar la excelencia,
es “la perdición del hombre” porque crea una desigualdad social que lleva a la
envidia y a la frustración. Hace apología de la ignorancia para conseguir la
igualdad nivelando por la base. La cultura de la persecución hacía los
“privilegios” que existe hoy tiene su origen en Rousseau. Para entender el
presente, es clave entender las corrientes filosóficas que condicionan nuestras
formas de pensar y de plantear la educación.
- En España vamos de una ley de Educación a otra, pero lo único claro es
que el nivel de los alumnos es cada vez más bajo. ¿Por qué ese empeño en
rebajar las exigencias?
-Todas las
organizaciones se gestionan en base a indicadores. Los países no son excepción,
por eso existen las estadísticas del INE o los resultados de PISA, por ejemplo.
Ahora bien, el problema empieza cuando el empeño de un Gobierno o de otro está
en mejorar los indicadores sin atender la realidad. Si cambio las reglas de
aprobados de un curso, conseguiré más aprobados, menos fracasos, y mejorarán
las estadísticas y los rankings. Pero la situación educativa de los alumnos
será la misma, o incluso puede llegar a empeorar si lanzo el mensaje de que
aprobar ya no supone esfuerzo. Para gestionar bien la educación es preciso
desarrollar políticas educativas que remontan a las causas; no tiene sentido
solo atender a los síntomas, o cambiar las reglas del juego para maquillar la
realidad.
-Por otro lado, en los planes de estudios los políticos eliminan horas
de materias clásicas para introducir adoctrinamiento… ¿Cómo interpreta todo
esto?
-Es preciso
ponerse en los zapatos del legislador para comprender la mentalidad que le
lleva a tomar ciertas decisiones. La reforma educativa actual se ubica en la
corriente romántico-idealista. Para esa corriente, la función de la escuela es
casi exclusivamente social. Por eso decimos que el aula debe ser “como el
mundo”. Por lo tanto, el aula es un lugar en el que moldeamos al niño para ser
el ciudadano que encaje con el proyecto político que planteamos a priori. En la
otra punta del espectro, el enfoque mecanicista hace algo parecido,
“inculcando” en el niño lo que es “útil” para el mercado. ¡Como si la escuela
fuese una agencia de colocación laboral!
La educación
clásica, en cambio, tiene como fin el desarrollo de la personalidad del niño,
la adquisición de las virtudes, la transmisión de la cultura... Ve a la escuela
y a la universidad como claustros, templos del saber. El fin de la educación no
es exclusivamente social, es personal. No es que el niño no deba preocuparse
por las causas sociales, pero solo existe la disciplina social cuando hay
disciplina personal interior y hay un reconocimiento personal e interior de las
causas sociales para las que vale la pena luchar. Por ejemplo, ¿cuál es la
forma de conseguir que un niño esté callado en un concierto de música clásica?
¿Educando en la disciplina grupal? ¿Inculcando el silencio? La educación
clásica educa para que el niño sea capaz de tener disciplina interior y educa
en la belleza de forma que el alumno sea capaz de apreciar la dimensión
estética y de reconocer el mérito de una obra musical. Platón decía que educar
es ayudar a desear lo bello. Estamos ante visiones muy distintas de lo que
significa educar, es preciso conocerlas para poder reconocerlas.
- ¿Es la falta de disciplina hacia el profesor uno de los grandes
problemas de la educación? Además, la figura del profesor parece degradada e
incluso muchos padres dan la razón ciega a sus hijos en caso de conflicto, algo
impensable en nuestra infancia…
-Sí, es cierto
que hay padres que sobreprotegen a sus hijos defendiendo sus caprichos de forma
que desautorizan a los maestros. Eso puede ser destructivo si lo que mueve a
los padres es proteger a los niños de las frustraciones que forman parte de la
vida. Pero hay que matizar ese punto. Hay padres que tienen muy claro su
proyecto familiar y llaman las cosas por su nombre. La unidad entre las
familias y los colegios no pasa por delante de la defensa de lo que uno
considera verdadero y justo. La unidad no se defiende a cualquier precio: la
verdad es un valor superior a la unidad. En mi casa, si el profesor dice una
barbaridad, se llamará “barbaridad” a lo que ha dicho el profesor. No es lo mismo
juzgar que discernir. Para educar, hay que discernir. En el ámbito educativo,
la jerarquía no es fuente de conocimiento. Algo es verdadero porque lo es, no
porque lo haya dicho alguien en situación de autoridad. De hecho, “es verdad
porque lo digo yo” es uno de los principios que más daño ha hecho en la
educación.
-¿De verdad deben pertenecer los hijos al Estado y que su educación no
sea una elección de los padres?
-Disfrazar un
debate sobre la educación en uno sobre el derecho a vender o no los propios hijos
como esclavos, es una trampa sofista. Siguiendo la misma lógica, los hijos
tampoco son del Estado. Esa no es la cuestión. Lo que está en juego es quien
asume el rol de primer educador, y quien asume el rol subsidiario. La
subsidiaridad del Estado (en la educación y también en muchos otros ámbitos) no
es baladí, pues es un principio de defensa de la libertad frente al
totalitarismo. De hecho, ha quedado para la historia aquella famosa frase de
Rousseau: “Cualquiera que se niegue a obedecer a la voluntad general, será
obligado a ello por todo el cuerpo social: lo que no significa otra cosa que se
lo forzará a ser libre”. Se le forzará a ser libre… Esa es la libertad
rousseauniana.
-¿Cómo ves el futuro de la defensa de la libertad educativa?
-La libertad
educativa es un derecho fundamental y no es monopolio exclusivo de un grupo
reducido de personas que son capaces de pagársela. De hecho, pienso que una de
las trampas en la que muchas escuelas concertadas han caído -o en la que se han
quedado atrapadas sin darse cuenta- es defender la libertad educativa
exclusivamente desde la escuela privada y concertada. Entonces se asocia la
reivindicación a una cuestión de lucha de clases sociales.
Puede que no
sea el planteamiento deseado, pero así se entiende en los medios de
comunicación. El derecho a escoger el proyecto educativo es universal y es
importante defenderlo desde el ámbito de la escuela pública también,
revindicando una escuela pública plural. Es precisamente en el ámbito de la
escuela pública que se aplica la prueba de fuego del principio de
subsidiaridad. En mi libro explico que no es lo mismo una escuela pública (al
servicio del bien común) que una escuela “estatal” (al servicio de los
intereses políticos de un gobierno concreto). Hoy por hoy nadie habla de esa
distinción; cuando hablo de eso, observo miradas perplejas y confusas. Si el
sector de las escuelas concertadas se aísla y se desentiende de la escuela
pública, no se entenderá bien su postura en los medios de comunicación y en la
sociedad cuando habla de pluralismo. La libertad educativa es un derecho de los
padres, no de los colegios.
-¿Qué quiere decir exactamente con eso de que “la libertad educativa un
derecho de los padres, no de los colegios”?
-Hay muchas
escuelas concertadas que están muy pendientes de revindicar la libertad
educativa de los padres para no perder los conciertos que aseguran su
rentabilidad futura, pidiendo a sus padres que ratifiquen peticiones que han
escrito ellos y que hagan acto de presencia en manifestaciones. Pero luego,
¿qué pasa cuando esos colegios imponen tabletas en las mochilas de los alumnos
en contra del criterio de los padres? La libertad educativa no es un derecho
que se esfuma delante de las puertas del colegio. Es un derecho de los padres
que se materializa cuando hay transparencia en la corriente filosófica que
defiende un colegio en su ideario y una coherencia entre los métodos que adopta
y su ideario. En mi libro, explico que la libertad educativa solo es efectiva
cuando hay coherencia entre lo que un colegio dice que quiere hacer (el
ideario), dice que hace (el marketing educativo) y lo que hace (los métodos que
usa en las aulas). Cuando no hay coherencia en esos tres ámbitos, entonces el
colegio es un monstruo de tres cabezas, un monstruo que se convierte en las
peores pesadillas de los padres.
-¿Qué papel debe tener en la educación el ámbito espiritual y todo
relacionado con los valores y virtudes más profundas?
-En el ámbito
neurocientífico, hay una teoría que está cogiendo mucha fuerza ahora: la de la
mente corporizada (embodied mind). Al margen de las creencias religiosas de
cada uno, está cada vez más aceptada la idea de que existe una dimensión
intangible en la persona, que la llamemos mente, espíritu o alma, que estaría
encarnada en nuestro cuerpo. Ahora bien, hay dos formas de plantearlo. ¿Somos
un alma/mente encarnada, o bien somos un cuerpo animado? María Montessori decía
que la Educación Nueva (con la que no se identificaba) defiende la postura del
cuerpo animado. Ella lo decía por la defensa de esa corriente al activismo
pedagógico y al movimiento sin propósito inteligente. Ella, que defendía el
enfoque teleológico clásico-realista, decía que somos almas encarnadas.
Es
interesantísimo ver como esos debates del siglo pasado son tan actuales.
Personalmente, estoy convencida de que la educación emocional está en auge como
una especie de compensación por explicar ese “intangible” en el ser humano.
Pero es un intento fracasado de antemano, porque las emociones nunca llegarán a
explicar la dimensión espiritual. Las emociones, de por sí, no toman
decisiones, porque carecen de voluntad y de inteligencia.
- Para ir ya acabando, ¿qué es la educación emocional y qué opina de
ella?
-En el
lenguaje clásico-realista, la emoción es la consciencia de la armonía o de la
falta de sintonía entre lo que son mis creencias (en el sentido amplio) y lo
que veo en la realidad. Por ejemplo, si uno piensa que robar está bien,
entonces cuando robe, estará eufórico, contento, alegre. Si piensa que la
virtud de la templanza es una tontería, se sentirá oprimido y enojado cuando
sus padres le piden que se modere a la hora de usar las redes sociales. Por
eso, las emociones son neutras de por sí; sirven para indicarnos cuales son las
creencias de las personas. La educación emocional tal como se plantea hoy en
día en los colegios deriva de la corriente romántico-idealista; pone el foco en
la identificación y en la regulación de la emoción y tiende a utilizar la
emoción para conseguir resultados concretos en el aprendizaje. Personalmente, creo
que es un enfoque muy desacertado. Vuelvo a la visión clásica: Aristóteles
decía que la recta educación consiste en alegrarnos y sufrir con aquello que
debe ser motivo de alegría o de sufrimiento, respectivamente. Lo que quiere
decir Aristóteles, es que el niño debe tener una justa apreciación de la
realidad. Debe ser capaz de apreciar la belleza, la verdad y la bondad como tal
cuando se encuentra con ellas. Hoy, es cada vez más difícil tener una justa
apreciación de la realidad. Me explico con una metáfora. Si hay medusas en la
playa, se coloca una bandera que indica que hay que ir con cuidado. Cuando las
personas dejan de considerar a las medusas como un peligro, entonces se retira
la bandera. Cuando la percepción del peligro, del bien, del mal, de la
realidad, de la belleza y del feísmo es distinta para todo el mundo, entonces
las emociones son erráticas y dejan de ser un código de comunicación común.
Entonces se convierten en un asunto de gestión individual. Y por eso hoy damos
mucha importancia a la educación emocional.
- En su trayectoria como especialista en Educación ha tratado la
importancia de educar en el asombro y también en la realidad. Con tanta
tecnología el asombro va desapareciendo y los niños y adolescentes crecen en
una falsa realidad. ¿Hay solución a esto? ¿Hay forma realista de dar marcha
atrás a esta deriva educativa?
-Las familias
y los maestros son los que dan estabilidad a los golpes de timón de las
numerosas reformas educativas y al tsunami de las pantallas. Creo en el poder
educativo de las familias que tienen muy claro adónde van, lo que defienden y
lo que quieren transmitir a sus hijos. Por otro lado, esas familias siempre
tendrán que luchar a contracorriente de la mentalidad clientelar de algunos
padres que llevan a sus hijos a los colegios como si estuviesen firmando un
cheque en blanco: “pago para que me los devuelvan educados”. Por desgracia, esa
mentalidad hace estragos, especialmente en la privada, porque algunos pueden
tener la sensación de que, al pagar, compran el derecho a desentenderse. Pero
no nos engañemos: tirar la toalla de educar en la familia es el preámbulo a
todos los desastres educativos. Y todos los desastres educativos acaban, tarde
o temprano, en unos desastres sociales. Para cambiar el mundo, hay que creer en
el papel de la educación en la familia.
Publicado por La Familia.info
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