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    miércoles, 13 de octubre de 2021

    “Yo soy la puerta” (Jn 10,7)


    Rincón de la Palabra | P. José Israel Cruz Escarramán



     

    “Yo soy la puerta” (Jn 10,7)

     

    En el Nuevo Testamento Jesús trae la respuesta; en su bautismo se abre el cielo y él mismo viene a ser la verdadera puerta del cielo bajada a la tierra (Jn 1,51; cf. Gén 28,17), la puerta que introduce en los pastos donde se ofrecen libremente los bienes divinos (Jn 10, 9), el único mediador: por él se comunica Dios a los hombres, por él tienen los hombres acceso al Padre (Ef 2,18; Heb 10,19). Por haberse él apoderado de la llave de la muerte y del infierno (Ap 1,18), su Iglesia echará abajo las «puertas del Hades» y acogerá a los elegidos en el reino cuyas llaves ha recibido Pedro (Mt 16,18s). Pero si la puerta del reino es estrecha (Lc 13,24ss), Jesús tiene su llave, la llave de David (Ap 3,7). El cielo se abre a todo el que se abre por la fe (Act 14,27; Ef 3, 12), a quien abre a Jesús, que llama a la puerta (Ap 3,20).

     

    Jesús precisa todavía. Es el mediador único, la puerta de acceso a las ovejas (10,7) y que permite ir a los pastos (10,9s). Sólo él delega el poder pastoral (cf. 21,15ss); sólo él da la vida en la plena libertad de las idas y venidas (cf. Núm 27,17). Una nueva existencia se funda en el conocimiento mutuo del pastor y de las ovejas (10,3s.14s), amor recíproco fundado en el amor que une al Padre y al Hijo (14,20; 15,10; 17, 8s.18-23).

     

    Los pastores al entrar por Cristo-Puerta al rebaño, reciben de Él lo que necesitan para su oficio pastoral. Y como ellos han de dispensar al rebaño la «vida» eterna, que es la que Cristo dispensa (v.28; cf. Jn 3,16.36; 5,40; 6,33-35-38; etc.), así se les dispensará esta «vida» que Cristo comunica, y se la dará «abundantemente», que es la vida que generosamente da Cristo (Mt 25,29; Le 6,38). La vida que dispensa Cristo no es «más abundante» que la que comunican los otros, sino que es, simplemente, «abundante».

     

    La puerta abierta deja pasar, entrar y salir, permite la libre circulación; expresa la acogida (Job 31,32), una posibilidad ofrecida (l Cor 16,9). Cerrada, impide el paso: protege (Jn 20,19) o expresa una negativa (Mt 25,10). Jesús afirmaría que es el único mediador para llegar eficazmente a las ovejas, lo cual ha sido interpretado como una exigencia que se les hace a los pastores de la Iglesia de fidelidad a Jesús.

     

    Finalmente «Puerta» puede significar, pues, el acceso al mundo celeste. Según esta representación, el mundo terreno y el celeste son dos campos diferentes e incomunicados entre sí, aunque la puerta puede hacer posible la comunicación entre ellos. Desde este punto de vista, la afirmación «Yo soy la puerta» (Jn 10, 7) puede interpretarse: En la propia persona de Jesucristo: yo soy la conexión entre el reino humano terreno y el reino divino. Pero puede también significar: Yo soy el acceso a la salvación, a la vida eterna. En este pasaje es evidente que el acento principal recae sobre la significación segunda. La afirmación: «Yo soy la puerta», (Jn 10, 7) quiere decir que Jesús en persona es el paso a la salvación, y de hecho el único acceso, Él es el acceso a Dios.

     

     

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