Rincón de la Palabra | P. José Israel Cruz Escarramán
“Yo soy la puerta” (Jn 10,7)
En el Nuevo Testamento Jesús trae la respuesta; en su bautismo se abre
el cielo y él mismo viene a ser la verdadera puerta del cielo bajada a la tierra
(Jn 1,51; cf. Gén 28,17), la puerta que introduce en los pastos donde se
ofrecen libremente los bienes divinos (Jn 10, 9), el único mediador: por él se
comunica Dios a los hombres, por él tienen los hombres acceso al Padre (Ef
2,18; Heb 10,19). Por haberse él apoderado de la llave de la muerte y del
infierno (Ap 1,18), su Iglesia echará abajo las «puertas del Hades» y acogerá a
los elegidos en el reino cuyas llaves ha recibido Pedro (Mt 16,18s). Pero si la
puerta del reino es estrecha (Lc 13,24ss), Jesús tiene su llave, la llave de
David (Ap 3,7). El cielo se abre a todo el que se abre por la fe (Act 14,27; Ef
3, 12), a quien abre a Jesús, que llama a la puerta (Ap 3,20).
Jesús precisa todavía. Es el mediador único, la puerta de acceso a las
ovejas (10,7) y que permite ir a los pastos (10,9s). Sólo él delega el poder
pastoral (cf. 21,15ss); sólo él da la vida en la plena libertad de las idas y
venidas (cf. Núm 27,17). Una nueva existencia se funda en el conocimiento mutuo
del pastor y de las ovejas (10,3s.14s), amor recíproco fundado en el amor que
une al Padre y al Hijo (14,20; 15,10; 17, 8s.18-23).
Los pastores al entrar por Cristo-Puerta al rebaño, reciben de Él lo
que necesitan para su oficio pastoral. Y como ellos han de dispensar al rebaño
la «vida» eterna, que es la que Cristo dispensa (v.28; cf. Jn 3,16.36; 5,40;
6,33-35-38; etc.), así se les dispensará esta «vida» que Cristo comunica, y se
la dará «abundantemente», que es la vida que generosamente da Cristo (Mt 25,29;
Le 6,38). La vida que dispensa Cristo no es «más abundante» que la que
comunican los otros, sino que es, simplemente, «abundante».
La puerta abierta deja pasar, entrar y salir, permite la libre
circulación; expresa la acogida (Job 31,32), una posibilidad ofrecida (l Cor
16,9). Cerrada, impide el paso: protege (Jn 20,19) o expresa una negativa (Mt
25,10). Jesús afirmaría que es el único mediador para llegar eficazmente a las
ovejas, lo cual ha sido interpretado como una exigencia que se les hace a los
pastores de la Iglesia de fidelidad a Jesús.
Finalmente «Puerta» puede significar, pues, el acceso al mundo
celeste. Según esta representación, el mundo terreno y el celeste son
dos campos diferentes e incomunicados entre sí, aunque la puerta puede hacer
posible la comunicación entre ellos. Desde este punto de vista, la afirmación
«Yo soy la puerta» (Jn 10, 7) puede interpretarse: En la propia persona de
Jesucristo: yo soy la conexión entre el reino humano terreno y el reino divino.
Pero puede también significar: Yo soy el acceso a la salvación, a la vida
eterna. En este pasaje es evidente que el acento principal recae sobre la
significación segunda. La afirmación: «Yo soy la puerta», (Jn 10, 7) quiere
decir que Jesús en persona es el paso a la salvación, y de hecho el único
acceso, Él es el acceso a Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...