Buenas Noticias | José A. Pagola/RD
"Las parejas se van
separando poco a poco, en la vida de cada día"
"Diálogo, generosidad y espíritu de nobleza son imprescindibles en
las relaciones conyugales"
Hoy se habla
cada vez menos de fidelidad. Basta escuchar ciertas conversaciones para
constatar un clima muy diferente: "Hemos pasado las vacaciones cada
uno por su cuenta", "mi esposo tiene un ligue, me costó aceptarlo,
pero ¿qué podía hacer?", "es que sola con mi marido me aburro".
Algunas parejas
consideran que el amor es algo espontáneo. Si brota y permanece vivo,
todo va bien. Si se enfría y desaparece, la convivencia resulta
intolerable. Entonces lo mejor es separarse "de manera civilizada".
No todos
reaccionan así. Hay parejas que se dan cuenta de que ya no se aman, pero
siguen juntos, sin que puedan explicarse exactamente por qué. Solo se
preguntan hasta cuándo podrá durar esa situación. Hay también quienes han
encontrado un amor fuera de su matrimonio y se sienten tan atraídos por esa
nueva relación que no quieren renunciar a ella. No quieren perderse nada, ni su
matrimonio ni ese amor extramatrimonial.
Las
situaciones son muchas y, con frecuencia, muy dolorosas. Mujeres que
lloran en secreto su abandono y humillación. Esposos que se aburren en una
relación insoportable. Niños tristes que sufren el desamor de sus padres. Estas
parejas no necesitan una "receta" para salir de su situación. Sería
demasiado fácil. Lo primero que les podemos ofrecer es respeto, escucha
discreta, aliento para vivir y, tal vez, una palabra lúcida de orientación. Sin
embargo, puede ser oportuno recordar algunos pasos fundamentales que siempre es
necesario dar.
Lo primero es
no renunciar al diálogo. Hay que esclarecer la relación. Desvelar con
sinceridad lo que siente y vive cada uno. Tratar de entender lo que se
oculta tras ese malestar creciente. Descubrir lo que no funciona. Poner
nombre a tantos agravios mutuos que se han ido acumulando sin ser nunca
elucidados.
Pero el
diálogo no basta. Ciertas crisis no se resuelven sin generosidad y espíritu de
nobleza. Si cada uno se encierra en una postura de egoísmo mezquino, el
conflicto se agrava, los ánimos se crispan y lo que un día fue amor se
puede convertir en odio secreto y mutua agresividad.
Hay que
recordar también que el amor se vive en la vida ordinaria y repetida de lo
cotidiano. Cada día vivido juntos, cada alegría y cada sufrimiento compartidos,
cada problema vivido en pareja, dan consistencia real al amor. La frase de
Jesús: "Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre", tiene sus
exigencias mucho antes de que llegue la ruptura, pues las parejas se
van separando poco a poco, en la vida de cada día.
Publicado por Religión Digital
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