Perfiles | Melania Emeterio R.
Evangelina Rodríguez Perozo, primera médica dominicana
(1879-1947)
Este 10 de
noviembre llega como una nota vibrante al oído sensible de quien sepa o
desee valorar la grandeza humana. En fecha como esta, del año 1879, vino al
mundo en tierra dominicana la gran humanista y primera médica
dominicana, Andrea Evangelina Rodríguez Perozo, oriunda de Higüey, pero vivió parte de su niñez y el resto
de sus años en San Pedro de Macorís. Por tratarse de una mujer excepcional, que
se dedicó por entero a hacer el bien sin esperar recompensa alguna, el país
debe valorar, en mucho, esta fecha, ya que su personalidad y su siembra fueron
tal, que impactan el entendimiento humano del común.
Conocí quién
fue la excepcional Evangelina R., gracias al Dr. Antonio Zaglul, médico
psiquiatra dominicano quien en el año 1980 hizo pública esa historia
que él mismo le puso un tituló que no pasó desapercibido: “Despreciada
en la vida, olvidada en la muerte. Biografía de Evangelina Rodríguez, primera
médica dominicana”. El título se convirtió en una curiosidad, en una tentación
de conocer y de leer. Se trataba de una lectura nutricia, y susceptible de ser
recomendada de inmediato. Divulgada la obra, desnudada esta historia, la
realidad denunciada en el título fue desvaneciéndose un poquito, e iniciándose
un proceso de reivindicación de esta médica.
La historia
narrada por el Dr. Zaglul conmovió al mundo dominicano, y a las
humanidades que fueron tocadas por esa biografía excepcional hecha por un
médico que tenia de particular el haberla conocido desde que era un niño, y era
la médica que lo visitaba y le aplicaba tratamientos. Esta
publicación provocó el interés de profundizar sobre Evangelina R. lo que
se tradujo en: muchas conferencias magistrales, publicación de artículos de
opinión, conversatorios, obra de teatro, y sobre todo la publicación de nuevos
libros que incorporaron otros aportes, más hallazgos sobre la vida de
Evangelina R.
Destácase en
Evangelina una mujer con voz, pensamiento, opinión e iniciativas propias, tanto
que no pudo ocultar, aunque con duras consecuencias, sus desafectos hacia el
régimen de Rafael Leónidas Trujillo Molina. Imposible olvidar a esta mujer con
alto sentido de pero también una mujer alto sentido de solidaridad, y desvelo
por darse entera a la humanidad de su entorno. Esa práctica de dar y de servir
era incompatible con la escasez material en que la que creció y desarrolló,
pero estas realidades no crearon amarguras en su alma, y solo sirvieron para
forjar en ella un visión humanista y sensible ante el dolor humano, un amor
compasivo te hacia las carencias de los y las vulnerables, y una deuda de
gratitud con la sociedad.
Evangelina R.
Perozo fue criada por su abuela. Conoció la pobreza y la exclusión social en
carne propia pues fue hija natural, no reconocida por su padre biológico, un
asunto que, para la época, era una afrenta. Enfrentó grandes dificultades
para estudiar, y llegó a vender gofios para ayudar un poco en su situación.
Estas limitaciones materiales no la amilanaron sino, que fueron edificando en
ella una voluntad regia e inaplazable para llegar a la meta. Su biógrafo señala
que Evangelina, quien también ejerció la docencia, tocó puertas para venir
a Santo Domingo a estudiar Medicina, una decisión inquebrantable que la colocó
en centro mismo de los prejuicios: mujer, soltera, pobre, y negra. Con ese
perfil siguió hacia adelante se graduó de médica, y continuó en busca de
la especialización como ginecóloga y pediatría, en Francia.
Terminada ya
la etapa de estudiar medicina, y de especializarse, inició la intensa etapa de
devolverle a Macorís lo que había hecho por ella. Les faltaron brazos para abrazar
innúmeras causas sociales, pues había que ayudar con gratuidad a los/as más
empobrecidas. De lo primero que se ocupó fue de la creación de un centro de
atención a la mujer y a la infancia. Por el acercamiento y la atención a
niños y niñas identificó la presencia de la desnutrición, por lo que se
dedicó a pedir a los ganaderos el suministro de leche para alimentar a esos
niños. Así nace el programa “Gota de leche”. Concibió la idea de colonias
de vacaciones para los niños pobres, y un comité de asistencia social para
visitarlos. Este trabajo médico- social la llevó a identificar otra necesidad:
la planificación familiar sobre la base de que había que tener los hijos
que se podían alimentar, pues no es cierto, les decía, que cada hijo nace con
el pan debajo del brazo.
Frente a los
casos de lepra y de tuberculosis que tenían mucha incidencia en Macorís, y que
ya habían hecho estrago en sus amigos, los hermanos Deligne, buscó la
colaboración para organizar un lazareto donde atendía los casos de lepra, sin
importarle el riesgo de contagio para ella. Junto al lazareto Evangelina
alquiló una casa para atender a los tuberculosos. Dice su biógrafo que “con
resultados o no, lo importante era el trato a los enfermos: una mano
piadosa que los visitaba tres veces al día y que pedía dinero para mejorarles
su alimentación”.
Los ojos de
Evangelina estaban fijos en la clase social más vulnerable y desamparada como
las mujeres en la prostitución. Para ellas organizó, en desafío a los
prejuicios de la época, un censo sobre las hetairas, para luego ofrecerles
tratamiento y atención contra enfermedades derivadas de su quehacer. Adelantada
a su época concibió la idea de bibliotecas públicas, baños públicos, y mirando
las necesidades de los campesinos tuvo la muy original idea de una
cooperativa que se llamaría Banco Agrícola.
Su visión de
la vida era tan amplia y tan progresista que formó parte, junto a Petronila
Gómez, del movimiento feminista de San Pedro de Macorís. También incursionó
como escritora con su libro “Granos de polen”, libro donde
hizo visible cuán presente tenía la situación de la mujer, la niñez, la
educación en valores para la juventud, y cómo debería abordarse.
Evangelina también escribió la novela “Selissette”, la cual, se
cree, no pudo dar a la luz por el estado de su salud mental que ya iba
haciendo crisis.
A pesar de
todos estos esfuerzos, la sociedad macorisana no terminaba de aceptar a una
mujer médica. El rechazo no era tanto por negra, pobre, y soltera, sino
por su condición de mujer, pues para entonces ya Macorís tenía varios médicos
que, como Francisco Moscoso Puello, y Heriberto Pieter, al igual que
Evangelina, eran de piel negra. “La mediquilla de Higüey que quería ser francesa, se estaba ganado la
animadversión de una sociedad machista que no aceptaba a esta mujer como
Médico. ¿Estará loca?, se preguntaban los hombres” pág. 83.
Puede
afirmarse que Evangelina R. abrazó la santidad en cada acto de amor que
realizó. No resulta fácil aprehender la grandeza de esta mujer. Las palabras
quedan cortas, y solo se ve claro el seguir viéndola como modelo a seguir, como
la profesional que se sintió en deuda con su país, y lo demostró en demasía.
Por eso en el año 1996 en la Fundación para la Integración Social y Educativa,
FISOE nos propusimos la creación de lo que sería el primer refugio para
mujeres en situaciones de violencia, que se llamaría “Casa de Acogida
Evangelina Rodriguez”, idea concebida antes de que el país tuviera la
Ley 24- 97 contra la Violencia intrafamiliar. No prosperó el proyecto, pues la
mentalidad, muchas veces retorcida, no deja calar ideas nuevas. Se pensaba que
las mujeres en un refugio se perpetuarían en él. Hoy día, el país ya tiene
muchas casas de acogida.
Otra acción
reivindicadora la hizo FISOE en coordinación con el Ayuntamiento del Distrito
Nacional el 3 de julio del 2014. Junto a una representación de la alcaldía de
San Pedro de Macorís, del Colegio Médico del municipio, así como también con la
presencia de intelectuales macorisanos, se llevó a cabo la inauguración de una
calle para Evangelina Rodríguez, y allí fue colocada una tarja con su nombre.
Este fue un objetivo que logramos en FISOE mediante la resolución 90/ 97 y
12/ 2000. Esta calle está ubicada en el Mirador Sur entre las calles Leonor
Felzt y Catalina De Pou. Invitamos a que sea visitada esta calle, y así
recordar a esta nobleza hecha mujer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...