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    lunes, 8 de noviembre de 2021

    Evangelina Rodríguez Perozo, primera médica dominicana


    Perfiles | Melania Emeterio R.

     


    Evangelina Rodríguez Perozo, primera médica dominicana

    (1879-1947)

     

    Este 10 de noviembre llega como una nota vibrante al oído sensible de quien sepa o desee valorar la grandeza humana. En fecha como esta, del año 1879, vino al mundo en tierra dominicana la gran humanista y primera médica dominicana, Andrea Evangelina Rodríguez Perozo, oriunda de Higüey, pero vivió parte de su niñez y el resto de sus años en San Pedro de Macorís. Por tratarse de una mujer excepcional, que se dedicó por entero a hacer el bien sin esperar recompensa alguna, el país debe valorar, en mucho, esta fecha, ya que su personalidad y su siembra fueron tal, que impactan el entendimiento humano del común.

     

    Conocí quién fue la excepcional Evangelina R., gracias al Dr. Antonio Zaglul, médico psiquiatra dominicano quien en el año 1980 hizo pública esa historia que él mismo le puso un tituló que no pasó desapercibido: “Despreciada en la vida, olvidada en la muerte. Biografía de Evangelina Rodríguez, primera médica dominicana”. El título se convirtió en una curiosidad, en una tentación de conocer y de leer. Se trataba de una lectura nutricia, y susceptible de ser recomendada de inmediato. Divulgada la obra, desnudada esta historia, la realidad denunciada en el título fue desvaneciéndose un poquito, e iniciándose un proceso de reivindicación de esta médica.

     

    La historia narrada por el Dr. Zaglul conmovió al mundo dominicano, y a las humanidades que fueron tocadas por esa biografía excepcional hecha por un médico que tenia de particular el haberla conocido desde que era un niño, y era la médica que lo visitaba y le aplicaba tratamientos. Esta publicación provocó el interés de profundizar sobre Evangelina R. lo que se tradujo en: muchas conferencias magistrales, publicación de artículos de opinión, conversatorios, obra de teatro, y sobre todo la publicación de nuevos libros que incorporaron otros aportes, más hallazgos sobre la vida de Evangelina R.

     

    Destácase en Evangelina una mujer con voz, pensamiento, opinión e iniciativas propias, tanto que no pudo ocultar, aunque con duras consecuencias, sus desafectos hacia el régimen de Rafael Leónidas Trujillo Molina. Imposible olvidar a esta mujer con alto sentido de pero también una mujer alto sentido de solidaridad, y desvelo por darse entera a la humanidad de su entorno. Esa práctica de dar y de servir era incompatible con la escasez material en que la que creció y desarrolló, pero estas realidades no crearon amarguras en su alma, y solo sirvieron para forjar en ella un visión humanista y sensible ante el dolor humano, un amor compasivo te hacia las carencias de los y las vulnerables, y una deuda de gratitud con la sociedad.

     

    Evangelina R. Perozo fue criada por su abuela. Conoció la pobreza y la exclusión social en carne propia pues fue hija natural, no reconocida por su padre biológico, un asunto que, para la época, era una afrenta. Enfrentó grandes dificultades para estudiar, y llegó a vender gofios para ayudar un poco en su situación. Estas limitaciones materiales no la amilanaron sino, que fueron edificando en ella una voluntad regia e inaplazable para llegar a la meta. Su biógrafo señala que Evangelina, quien también ejerció la docencia, tocó puertas para venir a Santo Domingo a estudiar Medicina, una decisión inquebrantable que la colocó en centro mismo de los prejuicios: mujer, soltera, pobre, y negra. Con ese perfil siguió hacia adelante se graduó de médica, y continuó en busca de la especialización como ginecóloga y pediatría, en Francia.

     

    Terminada ya la etapa de estudiar medicina, y de especializarse, inició la intensa etapa de devolverle a Macorís lo que había hecho por ella. Les faltaron brazos para abrazar innúmeras causas sociales, pues había que ayudar con gratuidad a los/as más empobrecidas. De lo primero que se ocupó fue de la creación de un centro de atención a la mujer y a la infancia. Por el acercamiento y la atención a niños y niñas identificó la presencia de la desnutrición, por lo que se dedicó a pedir a los ganaderos el suministro de leche para alimentar a esos niños. Así nace el programa “Gota de leche”.  Concibió la idea de colonias de vacaciones para los niños pobres, y un comité de asistencia social para visitarlos. Este trabajo médico- social la llevó a identificar otra necesidad: la planificación familiar sobre la base de que había que tener los hijos que se podían alimentar, pues no es cierto, les decía, que cada hijo nace con el pan debajo del brazo.

     

    Frente a los casos de lepra y de tuberculosis que tenían mucha incidencia en Macorís, y que ya habían hecho estrago en sus amigos, los hermanos Deligne, buscó la colaboración para organizar un lazareto donde atendía los casos de lepra, sin importarle el riesgo de contagio para ella. Junto al lazareto Evangelina alquiló una casa para atender a los tuberculosos. Dice su biógrafo que “con resultados o no, lo importante era el trato a los enfermos:  una mano piadosa que los visitaba tres veces al día y que pedía dinero para mejorarles su alimentación”.

     

    Los ojos de Evangelina estaban fijos en la clase social más vulnerable y desamparada como las mujeres en la prostitución. Para ellas organizó, en desafío a los prejuicios de la época, un censo sobre las hetairas, para luego ofrecerles tratamiento y atención contra enfermedades derivadas de su quehacer. Adelantada a su época concibió la idea de bibliotecas públicas, baños públicos, y mirando las necesidades de los campesinos tuvo la muy original idea de una cooperativa que se llamaría Banco Agrícola.

     

    Su visión de la vida era tan amplia y tan progresista que formó parte, junto a Petronila Gómez, del movimiento feminista de San Pedro de Macorís. También incursionó como escritora con su libro “Granos de polen”, libro donde hizo visible cuán presente tenía la situación de la mujer, la niñez, la educación en valores para la juventud, y cómo debería abordarse. Evangelina también escribió la novela “Selissette”, la cual, se cree, no pudo dar a la luz por el estado de su salud mental que ya iba haciendo crisis.

     

    A pesar de todos estos esfuerzos, la sociedad macorisana no terminaba de aceptar a una mujer médica.  El rechazo no era tanto por negra, pobre, y soltera, sino por su condición de mujer, pues para entonces ya Macorís tenía varios médicos que, como Francisco Moscoso Puello, y Heriberto Pieter, al igual que Evangelina, eran de piel negra. “La mediquilla de Higüey que quería ser francesa, se estaba ganado la animadversión de una sociedad machista que no aceptaba a esta mujer como Médico. ¿Estará loca?, se preguntaban los hombres” pág.  83.

     

    Puede afirmarse que Evangelina R.  abrazó la santidad en cada acto de amor que realizó. No resulta fácil aprehender la grandeza de esta mujer. Las palabras quedan cortas, y solo se ve claro el seguir viéndola como modelo a seguir, como la profesional que se sintió en deuda con su país, y lo demostró en demasía. Por eso en el año 1996 en la Fundación para la Integración Social y Educativa, FISOE nos propusimos la creación de lo que sería el primer refugio para mujeres en situaciones de violencia, que se llamaría “Casa de Acogida Evangelina Rodriguez”, idea concebida antes de que el país tuviera la Ley 24- 97 contra la Violencia intrafamiliar. No prosperó el proyecto, pues la mentalidad, muchas veces retorcida, no deja calar ideas nuevas. Se pensaba que las mujeres en un refugio se perpetuarían en él. Hoy día, el país ya tiene muchas casas de acogida.

     

    Otra acción reivindicadora la hizo FISOE en coordinación con el Ayuntamiento del Distrito Nacional el 3 de julio del 2014. Junto a una representación de la alcaldía de San Pedro de Macorís, del Colegio Médico del municipio, así como también con la presencia de intelectuales macorisanos, se llevó a cabo la inauguración de una calle para Evangelina Rodríguez, y allí fue colocada una tarja con su nombre. Este fue un objetivo que logramos en FISOE mediante la resolución 90/ 97 y 12/ 2000. Esta calle está ubicada en el Mirador Sur entre las calles Leonor Felzt y Catalina De Pou. Invitamos a que sea visitada esta calle, y así recordar a esta nobleza hecha mujer.



     

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