Doctrina Social de la Iglesia | Félix Palazzi, teólogo
Creer en la
Resurrección hoy: Liberarnos de la indiferencia ante los crucificados de la
historia
"La fe en
la resurrección nos recuerda no dejarnos embelesar por el poder que se sirve a
sí mismo"
La fe en la
resurrección suele ser, para muchos, un postulado sin sentido y sin referencia. Algunos la confunden con una propuesta
sobre la continuidad de la vida luego de la muerte en este gran mercado de
espiritualidades contemporáneas. Otros creen que es una simple ilusión para
decir que no se habrá perdido todo luego de morir. La doctrina oficial de la
iglesia Católica entiende a la resurrección como la glorificación en cuerpo y
alma al final de los tiempos.
La fe en la
resurrección nace en Israel alrededor del siglo II a.C. Uno de los primeros
textos sobre la resurrección es el de 2 Macabeos 7. El rey Antíoco había profanado las
costumbres de Israel introduciendo una "forma distinta de vivir" en
el pueblo. Como consecuencia de ella, siete hermanos son llevados al martirio.
El texto narra un suplicio violento y despiadado. En la escena del martirio se
relata la presencia de una madre que "con fortaleza en el alma y sostenida
en la esperanza" les habla a cada uno. La belleza de esta figura materna
representa tanto la presencia femenina al anunciar la fe en la resurrección,
como el amor materno de Dios.
En el relato,
el Rey promete cargos y puestos al último de los hermanos en ser asesinado, si
éste decide sumarse a su causa. Incluso, convence a la madre para que lo
persuada. Sin embargo, la madre sostiene a su hijo implorando que vea todo lo
que Dios hace en historia y todo aquello que ha hecho. Le invita a contemplar
el presente, por donde Dios pasa, pues solo desde el presente se puede entender
el futuro. Futuro que, por la "misericordia de Dios", recobrará a
todos sus hijos perdidos. Pero el relato no termina aquí.
El joven,
antes de morir, se entrega confiado a Dios y se siente sostenido por el
testimonio de sus hermanos. Se entrega creyendo que Dios le devolverá su vida,
mientras que el tirano solo conocerá la muerte. A Jesús también lo
ejecutó el poder tirano y murió por confiando en su Padre. También fueron
mujeres las primeras en anunciar la resurrección.
Siendo la
resurrección el nervio central de la fe cristiana no puede ser únicamente la
celebración de lo acontecido en Jesús hace dos mil años atrás o la esperanza
que todo creyente reserva para sí y los suyos luego de esta vida terrena. La fe en la resurrección nos recuerda
no dejarnos embelesar por el poder que se sirve a sí mismo. Antíoco o Pilatos,
así como los tiranos de nuestra historia, no son eternos. Creer en la
resurrección significa liberarnos de la indiferencia ante la muerte de tantos
crucificados de nuestra historia y colocarnos al lado de la víctima.
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