Testigos de la Fe | Victoria Isabel Cardiel C.
El humo blanco salió despedido de la chimenea de la capilla Sixtina a
las 19:20 horas del 26 de agosto de 1978 anunciando un sucesor para Pablo VI,
que habÃa fallecido 20 dÃas antes, durante sus vacaciones en Castel Gandolfo.
Pero Juan Pablo I, el
Papa de la eterna sonrisa, protagonizó uno de los pontificados más breves de la
Iglesia. 44 años después de su muerte, la LibrerÃa Editora Vaticana, en
colaboración con San Pablo, publica los diarios Ãntimos de su paso por la sede
de Pedro, con 42 textos inéditos formados por 25 alocuciones; 14 anotaciones personales,
además de otros escritos de diversa Ãndole, y tres textos suyos que fueron
divulgados de manera póstuma: un discurso que habÃa preparado para reunirse con
los jesuitas dos dÃas antes de que sufriera el infarto; un mensaje registrado
para el 20 aniversario de la fundación de la diócesis de Miami, y un documento
destinado a ser grabado para un convenio con el obispo de Bérgamo. «El libro es
el fruto de una investigación que se ha extendido durante diez años a partir
del archivo personal del Papa Luciani, que va del año 1929 al 27 septiembre de
1978. La investigación sobre su figura ha confluido ahora en este libro, pero
arrancó con la apertura de la causa de beatificación, los que nos ha permitido
acceder a las fuentes», asegura la periodista Stefania Falasca, vicepresidenta
de la Fundación Juan Pablo I, que se ha encargado de editar y
verificar las anotaciones, escritos y mensajes privados que el último Papa
italiano apuntó en su bloc de notas y en la agenda que usó durante los 34 dÃas
de pontificado. «Son sus cuadernos de trabajo, que constituyen la génesis de
todos sus pronunciamientos», recalca Falasca, quien presentó en Roma el pasado
viernes el volumen Juan Pablo I: El magisterio.
Textos y documentos del pontificado, editado de momento solo en
italiano. Además, la periodista ha transcrito decenas de horas de las
intervenciones grabadas del Papa Luciani que ha desempolvado del archivo
de Radio Vaticana. «QuerÃa cotejar el texto definitivo con
el texto que tenÃa preparado para poder revelar, efectivamente, los cambios que
habÃa efectuado», relata.
«El
Papa Luciani encarnó las vigas estructurales del Concilio Vaticano II. En 1970
escribió que querÃa una Iglesia pobre y para los pobres. La búsqueda de la paz
es otro de los fundamentos de su pontificado»
Stefania
Falasca
Hoy en dÃa, la Oficina de Prensa del Vaticano pone a disposición de los
medios el texto definitivo que pronunciará el Papa, pero esta práctica no
existÃa antes. «Hasta ahora no contábamos con un texto que mostrase el
contenido de lo que habÃa realmente pronunciado», incide. Juan Pablo I fue el
primer PontÃfice que, sistemáticamente, integró el texto que tenÃa preparado
con otras partes, o que directamente lo dejó de lado para improvisar o incluso
para hablar en otras lenguas. Por lo que este trabajo resulta fundamental para
acercarse a su figura. «Del estudio de las fuentes se deduce que detrás de esa
oratoria que caracterizó su pontificado hay un trabajo meticuloso. No dejaba
nada a la improvisación», resume Falasca. Esto queda reflejado en los apuntes
de su bloc de notas, donde escribe: «Los discursos hay que leerlos, recitarlos
y corregir los bocetos». Para Falasca, que Juan Pablo I optase por la sencillez
y la familiaridad en sus alocuciones «respondÃa a una preferencia teológica».
El bagaje cultural del Papa Luciani rompe los lÃmites que presupone una
formación netamente eclesiástica. En sus discursos cita a los grandes autores
de la literatura angloamericana o rusa, pero también a figuras como el mafioso
Al Capone, al que define como un «gánster sin escrúpulos», o al personaje de
Pinocho: «Sus alocuciones son una mezcla entre lo sacro y lo profano». Otras
personalidades que aparecen en sus diarios son Chesterton o Charles Péguy, que
el Papa Luciani contrasta con Nietzsche.
Entre los textos que ven la luz por primera vez hay una carta que Juan
Pablo I envÃa al entonces presidente de Estado Unidos, Jimmy Carter, justo
antes de que se celebraran las negociaciones en Camp David para lograr una
solución al conflicto árabe-israelÃ. También emerge su preocupación por el
diálogo ecuménico. «En mi vida habÃa escuchado palabras tan hermosas para la
Iglesia como las que él pronunció», escribió sobre el metropolitano de la
Iglesia ortodoxa rusa Nikodim de Petersburgo, que murió en sus brazos durante
una audiencia en el Vaticano, el 5 de septiembre de 1978.
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