Convivencia | Alessandro Gisotti
El
perdón los hará libres: La lección de Nelson Mandela
Las Naciones
Unidas celebran hoy el Día Internacional de Nelson Mandela, una jornada para
recordar al líder sudafricano que luchó y derrotó al apartheid. Para Guterres,
Mandela es un ejemplo que nos inspira a mejorar el mundo. Un aspecto central de
su batalla civil fue el perdón, un tema que lo pone en particular sintonía con
el magisterio del Papa Francisco.
"La
única forma permitida de mirar a alguien por encima del hombro es cuando se le
tiende la mano para ayudarle a levantarse". Esta frase, repetida muchas
veces por el Papa Francisco, describe con especial eficacia lo que presenció un
gran hombre de nuestro tiempo, cuyo Día Internacional las Naciones Unidas
celebran hoy -en el día de su nacimiento-: Nelson Mandela. En su batalla civil
no violenta, en su compromiso de "soñador que nunca se rindió", como
le gustaba describirse a sí mismo, Mandela demostró precisamente que nadie es
superior a los demás porque todos tenemos la misma dignidad. Y precisamente por
eso, en palabras de Jorge Mario Bergoglio, "nadie se salva solo".
Para el líder sudafricano, que había pagado con 27 años de cárcel sus ideas de
justicia e igualdad, la dominación de los blancos sobre los negros no era
aceptable, pero tampoco lo contrario. Por eso, cuando finalmente volvió a ser
un hombre libre el 11 de febrero de 1990 y, unos años más tarde, fue elegido
presidente de su país, rechazó radicalmente cualquier tentación de venganza por
parte de los negros y, en cambio, se embarcó en un valiente proceso de
reconciliación y curación de las profundas heridas que el apartheid había
infligido al pueblo sudafricano. Este compromiso le valió el Premio Nobel de la
Paz y sigue siendo, nueve años después de su muerte, una de las figuras más
inspiradoras para las nuevas generaciones.
Como señaló
el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, en un mensaje con motivo del
Día de Nelson Mandela de este año, el líder sudafricano "demostró que cada
uno de nosotros tiene la capacidad -y la responsabilidad- de construir un
futuro mejor para todos". Para todos. No sólo para un lado. Porque, como
recuerda una de sus declaraciones más citadas, "es fácil derribar y
destruir". Los verdaderos héroes son los que hacen la paz y
construyen". Pero, ¿qué permitió a Mandela soportar la privación de
libertad durante casi treinta años de su vida y luego ser ese constructor de la
paz que todo el mundo admiraba y sigue admirando? El perdón.
Ciertamente,
Madiba, como le llamaban en su tribu natal, no llegó a perdonar a sus
torturadores sin esfuerzo, no fue una conquista "barata". Él mismo
confesó que, en los primeros momentos tras su salida de la cárcel, la ira era
el sentimiento predominante en él. Pero fue en ese momento clave de su vida (y
de la historia de Sudáfrica) cuando, según relató, escuchó esta advertencia del
Señor: "Nelson, mientras estabas en prisión eras libre; ahora que eres
libre, no te conviertas en su prisionero". Así, Mandela decidió no
quedarse atrapado en el pasado, dejar pasar el rencor. Era consciente, como
declaró más tarde, de que "el perdón libera el alma, elimina el
miedo". Por eso el perdón es un arma poderosa".
Quién sabe
qué diría hoy Mandela sobre la afirmación del Papa Francisco de que el perdón
debe ser considerado "un derecho humano, porque todos tenemos derecho a
ser perdonados". Su hija Makaziwe ya nos dio una indicación de ello
en una entrevista con los medios de comunicación del
Vaticano el pasado mes de diciembre. A una pregunta nuestra sobre
cuál fue la mayor enseñanza que recibió de su padre, respondió: "Que nadie
nace odiando a otro por el color de su piel, su cultura o su fe religiosa. Se
nos enseña a odiar, y si se nos enseña a odiar, también se nos puede enseñar a
amar, porque el amor es algo natural en el espíritu humano".
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